La escuché, en vivo, el propio 17 de agosto. La escuché de nuevo, la estudié y analicé con detenimiento, el día siguiente… Mi reacción fue de total y absoluta indignación, indignación que se incrementó en la misma medida que uno entiende la política desde la dimensión ética de ella y desde su ejercicio responsable. El Presidente Maduro es deshonesto – lo señalo con todo respeto hacia la investidura presidencial pero con el derecho a reclamar que tengo como ciudadano – no asume ninguna responsabilidad de su muy desacertada gestión económica de más de 5 años. Hace referencia, finalmente, por primera vez en muchos años, al indiscriminado, irresponsable y criminal uso desmedido de dinero inorgánico por parte de su gobierno pero, al mismo tiempo, encubre su inaceptable actuación en una insólita afirmación: "Tuvimos que ir hacia una emisión de dinero no orgánico. Yo diría: así es la vida, nos tocó jugar así". ¡Por Dios, cuánta desfachatez! E, igualmente, encubre su responsabilidad como gobernante en vagas expresiones como "nos han impuesto un modelo capitalista por debajo", como si el gobierno no fuese gobierno sino un grupo de desprevenidos transeúntes. Ahora, sin embargo, nos llama a creer y tener confianza en su propósito de enmienda y rectificación mientras insiste en falsear, encubrir y mentir sobre nuestra realidad económica reciente. Admite, también finalmente, – ¡Aleluya, enhorabuena! – que la "disciplina fiscal" es necesaria, al igual que el "anclaje" en materia monetaria y la "flexibilización" en materia cambiaria y pareciera descubrir, de nuevo finalmente, que el eje y el éxito de la recuperación económica debe centrarse en la recuperación del aparato productivo y en la generación de riquezas; es decir, en el crecimiento de la economía real o productiva. Un Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad debe contemplar todos estos elementos de racionalidad económica, los anuncios presidenciales van en esa dirección en cuanto a su enunciado, pero son, lamentablemente, en su implementación, un conjunto de medidas incompletas, inconexas y contradictorias. No se trata, como afirma el Presidente Maduro, de encontrar "fórmulas mágicas", ni de escribir "historia nueva", se trata de actuar honesta y responsablemente, integralmente y no a medias, pensando en el bienestar colectivo y no en los intereses creados, y actuando bajo cierta lógica económica que tenga como preocupación fundamental al ser humano. Evaluaremos las inconsistencias conceptuales de las medidas económicas.
La primera gran falla del programa es de carácter ético. Encubre la realidad, no parte de un compromiso con la verdad y ese elemento ético, y no estrictamente económico, va a gravitar inexorablemente sobre la ejecución exitosa y los resultados del programa que el Presidente Maduro le presentó al país.
Las inconsistencias y las contradicciones son múltiples:
-
Materia monetaria. El anclaje a una moneda de referencia es ciertamente necesario. Usualmente, esa referencia ha sido, en el mundo, el "patrón oro" o el "dólar americano", que son referencias de uso universal. Eso implicaría, si se cumple con el anclaje, que no se va a monetizar el déficit fiscal; es decir, que se dejaría de imprimir dinero inorgánico. Problemas: el anclaje debería hacerse en función de las reservas internacionales en dólares (aprox. US$ 8.000), pero se pretende hacerlo a una criptomoneda como el petro de dudosa existencia y reconocimiento. A una moneda virtual, que como todas las monedas virtuales, incluyendo la más conocida de ellas el bitcoin, es expresión de la economía especulativa, y no de la economía real o productiva. Es decir, se quiere anclar el bolívar a algo que no es verdad – consideración de carácter ético – a una moneda que es "creación de la nada" y no de las labores productivas de una sociedad. Mantenemos la misma inconsistencia de todos estos últimos años, se quiere obviar que cualquier programa de recuperación económica, crecimiento y prosperidad requiere que el país produzca más, y hoy día, el país produce casi nada o muy poco. Impulsar la economía productiva, no la especulativa. Y no hay ninguno de los anuncios presidenciales, más allá del vago deseo del Presidente Maduro cuando señala que es necesario "generar riquezas", que apunten en esa dirección. Una moneda además de ser un instrumento de intercambio, es una expresión del valor del trabajo productivo de un país y el petro es la negación de ello. Adicionalmente es necesario destacar que el Presidente Maduro habla – nuevo encubrimiento – de un "anclaje revaluador" cuando la realidad es que el gobierno está haciendo una maxi-devaluación al llevar la paridad cambiaria equivalente a Bs. Fuertes 6 millones, el valor actual de la cotización del Dólar Today (resultado de dividir el valor del petro de Bs. Soberanos 3.600 entre el valor del petro en US$ 60 que es el precio actual de un barril de petróleo).
-
Materia fiscal. La disciplina fiscal también es necesaria y el Presidente Maduro es enfático en señalar que el inmenso déficit fiscal actual va a buscar llevarlo a "cero". Una precisión puntual: un déficit fiscal no tiene necesariamente que ser "cero", puede haber un nivel prudente de déficit fiscal y endeudamiento (de hecho así está considerado en la CRBV) siempre y cuando esos recursos sean para gastos de inversión para impulsar, por ejemplo, el aparato productivo del país. El planteamiento presidencial es loable pero la ejecución es contradictoria: se busca "disciplina fiscal", sin ningún tipo de anuncio en cuanto al ahorro en el gasto público corriente, y uno se pregunta cómo va a hacer para asumir la inmensa erogación para financiar un aumento del salario mínimo que pasa de Bs. Fuertes 3 millones (o aprox. Bs. 5 millones de sueldo integral) a Bs. Fuertes 180 millones (Bs. Soberanos 1.800), que además del sector público, incluye también el diferencial de los salarios de la nómina de todas las pequeñas y medianas empresas del país por un lapso de 90 días, más el Bono de Reconversión de Bs. S. 600, más el subsidio directo de la gasolina. La disciplina fiscal y unas medidas de reducción del déficit fiscal deben estar acompañados necesariamente por un crecimiento de la producción económica del país. Sólo con un eventual ahorro por el contrabando de gasolina, más los mayores mecanismos de recaudación impositiva anunciados, esa meta no será posible lograrla y el gobierno caerá de nuevo en la tentación de la emisión de dinero inorgánico.
-
Materia cambiaria. La flexibilización cambiaria es conveniente pero es una ingenuidad y un inmenso simplismo pensar que el gobierno va a lograr – por vía de estas medidas económicas inconexas – regular o controlar el mercado cambiario y va a atraer la necesaria inversión extranjera con solamente derogar la Ley de Ilícitos Cambiarios. Son múltiples los elementos que se requieren establecer para cumplir con dichos propósitos, entre ellos que los agentes económicos tengan una mayor confianza – lo que popularmente se llama tener "reglas claras" – en el país y alcanzar un adecuado equilibrio en las cuentas macroeconómicas. Es decir, el mercado paralelo de dólares sólo podrá ser controlado si se logra tener una economía sólida y con un gobierno serio y eficiente, comprometido con la verdad. Mientras esto no suceda seguirá prevaleciendo la falta de confianza en la moneda nacional y el ciudadano común seguirá buscando una moneda fuerte para preservar el valor de su trabajo. Ciertamente el "Dólar Today" que el gobierno llama "dólar criminal" – obviando que es mucho más "criminal" la emisión inorgánica de dinero – es un marcador poco confiable, y especulativo, pero es el que surge a falta de otro distinto y es consecuencia, no causa, de una pésima y contradictoria gestión económica.
-
Economía productiva. La realización de la recuperación económica, el crecimiento y la prosperidad que requiere el impulso de la economía por el lado de la oferta, sustento de buenos y adecuados salarios y del sostenimiento de la capacidad adquisitiva de la población, no se ve, por ningún lado, en lo concreto. Solamente resalta, lo volvemos a señalar, en el deseo presidencial. Esa es, en nuestra opinión, la principal contradicción e inconsistencia del programa. Entendamos que en la misma medida que se tenga un sector productivo, público y privado, industrial, agrícola y de servicios, vigoroso y pujante, que trabaje a plena capacidad de producción, creciendo y agregando nuevas líneas de producción y diversificando dicha producción, mejorando constantemente la productividad, modernizándose permanentemente con tecnología de punta, siendo cada vez más competitivo, exportando sus excedentes, agregándole valor a la producción primaria, etc. es que se pueden mejorar, y sostener en el tiempo, los salarios y el poder adquisitivo de los trabajadores. ¡No, con "fórmulas mágicas", ni "escribiendo historia nueva"! Si bien, el Presidente Maduro, en su alocución del 17 de agosto, directamente, no estigmatizó o satanizó al empresariado, ni lo calificó de "burguesía parasitaria", como suele hacerlo, sin embargo sí insistió en señalar que dicho sector es corresponsable, con la participación de sectores externos, de la crisis económica. Es decir, Maduro y su gobierno – una nueva inconsistencia de carácter ético – responsabilizan a "otros" del desastre económico y se eximen de responsabilidades y culpas. Plantea el establecimiento de un sistema de precios de venta al público máximo, bajo unas estructuras de costos de producción acordadas, totalmente absurdas en el marco actual de híper-inflación. La realidad es que los mayores costos de producción (que no sólo es el costo del nuevo salario mínimo) deberán ser trasladados al precio final del producto, ocasionando un incremento sustancial de los precios de venta al público. En caso de que el gobierno pretenda ajustarlos por debajo de los costos de producción, las empresas quebrarán o, un escenario más probable, dejarán de producir, generando un elevado desabastecimiento y una muy probable especulación de precios debido a una escasa oferta con relación a la demanda. Por otro lado, el gobierno tampoco podrá suplir esa oferta limitada con importaciones porque, como se ha evidenciado en los últimos años, no tiene las divisas reales – no ficticias, como el petro – suficientes para ello.
-
El subsidio a la gasolina. La medida de aumentar los precios de los combustibles es necesaria y ha debido iniciarse progresivamente hace 20 – 30 años y el subsidio directo debería orientarse al transporte público y aquellos sectores de la población con mayores necesidades. Es decir, debería ser una vía de una mejor redistribución del ingreso y la consecución de un mayor bienestar social. El precio debería aumentarse sustancialmente, aunque no a los precios internacionales, y sólo subsidiarse directamente a los sectores de la población más vulnerables. La referencia no debería entonces ser el Carnet de la Patria, ya que, por ejemplo, muchos empresarios pro-gobierno, con elevados ingresos, estarían recibiendo el subsidio directo. Como lo señaló acertadamente el periodista Vladimir Villegas, en un artículo de opinión: "No importa si usted es oligarca, multimillonario, si es dueño de grandes empresas, si usted vive en dólares, gasta en dólares y gana en dólares, tendrá derecho a comprar gasolina subsidiada con tan sólo sacar el susodicho carnet". A mayor monto total del subsidio, mayor es la carga fiscal para el gobierno y menor el ahorro y eso es contrario, una contradicción más, con el propósito de disciplina fiscal que se persigue. El Presidente Maduro también hace referencia a las "mafias colombianas" que – sin poner nosotros en duda que éstas existan – tienen igualmente su contraparte en "mafias venezolanas" de las cuales no se habla. Sólo preguntémonos cómo existe contrabando de extracción de gandolas de combustibles, de productos de la canasta básica, de urea que produce la empresa del Estado, Pequiven, sin complicidad local o cómo esos productos pasan múltiples alcabalas, en territorio venezolano, hasta llegar a la frontera con Colombia.
-
La corrupción. No pareciera ser un tema de preocupación presidencial. Ni una palabra sobre ella. Ese elemento extra – económico, de carácter ético, impacta sobre los resultados económicos. Preguntémonos si los "chips" de control de gasolina en los Estados fronterizos no han parado el contrabando de extracción, por qué el gobierno sí lo va a lograr vía Carnet de la Patria con gasolina subsidiada, por qué no van a haber "vehículos ficticios registrados" surtiéndose de gasolina y "gandolas llenas de combustible" cruzando las fronteras. También, considerando otro elemento de los anuncios, nos preguntamos si no surgirán "nóminas abultadas" de empleados, de pequeñas y medianas industrias, recibiendo el subsidio salarial por 90 días.
En síntesis, nosotros – desde la UPP 89 – vislumbramos que el aumento del salario mínimo, más los bonos de reconversión traerán, en el muy corto plazo, un mes o poco más como máximo (siendo optimistas), una "ilusión monetaria" de mejora económica en el sector público asalariado y en los beneficiarios del Carnet de la Patria, por un aumento momentáneo del poder adquisitivo de estos venezolanos, pero la falta de consistencia de los medidas económicas anunciadas, más la falta de otras complementarias, muy particularmente, el inexistente trabajo con los sectores productivos, no permitirá mantener el aumento de poder adquisitivo en términos reales, más allá de ese corto periodo, ya que la inflación será descomunal y absorberá muy rápidamente dicho aumento, y en la misma medida que vuelva a ajustarse el salario en función del anclaje ficticio al petro, se iniciará la danza macabra de una espiral inflacionaria que dará al traste, a su vez, con el propósito de la "disciplina fiscal". Y el gobierno volverá a hacer uso de dinero inorgánico para mantener los salarios y los bonos. Mismo carrusel al cual ya estamos acostumbrados.
En cuanto a la paridad cambiaria, el dólar paralelo (mercado negro) va a mantenerse irremediablemente, en permanente crecimiento, ante la escasez de la divisa dólar que es la verdadera divisa con la cual se debería hacer el anclaje monetario y que además requeriría un verdadero control del gasto publico suntuario sobre el cual el gobierno no dice nada, ni pareciera tener intenciones de reducirlo (por ejemplo, el gasto de la flota de camionetas último modelo que tienen todos los funcionarios del gobierno, la disminución de un porcentaje del salario de los altos funcionarias públicos, los inmensos gastos en la reciente campaña electoral presidencial, el ahorro en el consumo interno de litros de combustibles, etc.). Se habla de austeridad fiscal pero no se da el ejemplo. Por último, desde la UPP 89, lo hemos repetido hasta la saciedad, señalamos que no existe país en el mundo, o economía en el mundo, en ninguna época de la historia de la humanidad que haya logrado prosperidad y crecimiento económicos, para su población, si no produce nada o produce muy poco, y si no logra darle valor agregado nacional a sus materias primas o a su producción primaria. Lamentablemente, el Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad anunciado por el Presidente Maduro no apunta en esa dirección.
Sin honestidad intelectual no puede construirse nada trascendente. Es deshonesto materialmente el que "se roba unos reales", pero también lo es, intelectualmente, quienes "asumen cargos para los cuales no están preparados" o aquellos que "no se asesoran adecuadamente, ni se abren al diálogo real, no complaciente" o aquellos que "rechazan cualquier crítica que no elogia la línea política oficial". La ausencia de honestidad intelectual nos lleva a no escuchar y a actuar con soberbia. Y a mentir o engañar sin rubor. Es el caso, lo señalamos con todo respeto, del Presidente Maduro y de sus principales colaboradores del área económica, Tareck El Aissami, Wilmer Castro Soteldo, Ricardo Meléndez, Manuel Quevedo. Incluso, desde la UPP 89, en fecha muy reciente, hemos pedido la destitución del Ministro del Poder Popular para la Agricultura, Castro Soteldo, por su evidente responsabilidad en el desastre agrícola nacional, mientras resulta ser uno de los "arquitectos" del programa económico, según afirmaciones del propio Presidente Maduro. La valoración ética debe ser un principio esencial y un ejercicio diario de la política.
El Presidente Maduro, en su alocución, señaló: "Me dirijo a ti, al que trabaja, al que quiere nuestro país, al que ama a su familia, al que quiere que su país se recupere, siga adelante…". Coincidimos, desde la UPP 89, con ese propósito y hemos señalado, y seguiremos señalando, nuestra disposición al diálogo constructivo, duro y abierto, al cual el gobierno sigue negado. Consideramos que prevalecen los intereses creados y una visión de la política del poder por el poder en sí mismo, y no por el bienestar superior del país y de nuestro pueblo. Tenemos el derecho a disentir y a expresarnos con severidad y rigor.