Cuando se dio la reconversión monetaria y el salario fue fijado en 1800 BsS, en una suerte de ejercicio didáctico para explicarles a aquellos que no asimilaban tal cambio y se les dificultaba entender el impacto positivo de tal medida, les decía que tomaran como referencia el precio de un producto de uso cotidiano como la harina precocida, que una semana antes de ese entonces promediaba el costo de 2.000.000 BsF en las tiendas bachaqueras (único lugar seguro de conseguirla) y su salario mensual era de 3.000.000. Asimismo compararan dicho resultado con el precio de esa misma harina bachaqueada, que con la nueva moneda pasó a costar 200 BsS y el nuevo salario era de1800 BsS. Evidentemente la diferencia era abismal, días antes difícilmente con salario mensual se podían comprar 1, después se compraban 9. Con tal comparación muchos no cabían en su contentura, pese a que solamente no comerían harina y que el mes tiene 30 día y las harinas que faltarían sobrepasaban esas 9. Ánimo que en poco tiempo desapareció.
Con este segundo aumento en la nueva moneda, pareciera no tener caso perder tiempo hacer tales comparaciones, la espera de mejora postergada ahonda desesperanzas y las expresiones de desconcierto crecen, incluso, por parte de quienes durante los anteriores 23 aumentos salariales de Maduro defendimos tales aciertos apoyados con medidas complementarias por cuanto son esenciales para la protección del pueblo, pero siempre han quedado huérfanos. Y hoy, no hay razones objetivas para pensar que con este aumento no pase lo mismo, ya pronto se evapora, pierde vigencia. La especulación, el bachaquerismo lo arropan y no hay mecanismos de protección alternativa que lo impida ¿Dónde está la SUNDDE fiscalizando el cumplimiento de la última lista de precios acordados? que dicho sea de paso en ningún abasto, tienda o mercado se ven. Y no tengo que calificar el grado de gravedad que esta vivencia tiene en navidad donde la sensibilidad y los afectos están a flor de piel.
El ejercicio de gobierno es complejo, sobre todo en las circunstancias de asecho internacional de Venezuela, por eso son inexcusables desatinos pequeños como el último señalado, pues va en detrimento de la posibilidad de mejorar el poder adquisitivo de la gente, y eso se torna exponencial. Si a esto le sumamos problemas estructurales como la delincuencia y la corrupción que han seguido su ruta inmarcesible durante las últimas décadas tal como lo refrendan Elías Jaua al decir que "sectores privados juntos con funcionarios de gobierno mantienen intacta una estructura de corrupción en el gobierno" y el Fiscal General al denunciar con documentos en mano los millones de dólares que se han llevado del país, debemos concluir que será difícil poder cristalizar La Gran Jugada de Maduro a favor del pueblo.