Para comenzar, es importante dejar claro que una nueva reconversión monetaria no contribuye de ninguna manera a detener el alza de precios, más allá de ser un paliativo que solucione la escasez de efectivo y las complicaciones de los sistemas contables, esta reconversión vendría a ser una medida cosmética que de ninguna manera sanará la gravemente enferma economía venezolana. Con esta nueva reconversión no se resolverá ningún problema económico que el país sufre desde hace años: ni la hiperinflación, ni la devaluación, ni la recesión. Hay que destacar que esta sería la tercera vez que se promociona e implementa esta ficción, que sigue siendo planteada como la panacea al gravísimo problema de hiperinflación en Venezuela.
La reconversión que antecede a la que actualmente pretende ser planteada, para no entrar en detalle con la reconversión del 2008, data de agosto de 2018 en la cual fueron suprimidos 5 ceros al cono monetario, y adicionalmente se le añadió al Bolívar el adjetivo "soberano"; era predecible lo que sucedería con este nuevo subterfugio; la economía se lo ha tragado, el poder adquisitivo se ha suprimido producto de la hiperinflación, el Bolívar se ha depreciado casi en su totalidad frente al dólar y el euro, se ha perdido totalmente la confianza en la moneda, y se han dificultado las transacciones en Bolívares por la alta cantidad de dígitos en las actividades cotidianas de intercambio comercial, en resumen el Bolívar ha quedado inservible. Frente a este problema lo que predomina en el país es el uso del dólar como la moneda principal en las actividades cotidianas.
Curiosamente, la razón principal por la que los gobiernos proponen eliminar ceros a la moneda es la "inestabilidad macroeconómica", la reconversión se realiza con la finalidad de recuperar la confianza perdida en la moneda nacional y reducir el uso de otras divisas. Si el proceso de ajuste monetario funciona y la economía logra estabilizarse, los ciudadanos recuperan nuevamente la confianza y retoman el uso de la moneda local. Y es allí donde está el problema, el gobierno venezolano, no entiende o no quiere realizar un plan económico, consensuado preferiblemente, que pueda abatir la hiperinflación, que acabe con la devaluación y que se reanude el crecimiento de la economía.
Ahora bien, ¿tiene sentido continuar realizando reconversiones al cono monetario, sin solucionar el problema de fondo? Entendiendo claramente que la raíz del problema es la hiperinflación, no basta con relanzar una nueva moneda, eliminar ceros e imprimir nuevos billetes, la semilla que sembró la hiperinflación ha germinado y el empobrecimiento en el país es súbito, lo que se requiere actualmente es fomentar la visión de una base económica sostenible, realizar los pertinentes cambios estructurales en la economía y adicionalmente se debe llevar a discusión cambiar la moneda, siendo la dolarización formal la que mayor popularidad ha ganado dentro del país; atrás hay que dejar el falaz argumento que ante la dolarización de Venezuela perderíamos la soberanía nacional, al contrario el proceso de dolarizar automáticamente frena la inflación y se reducen las tasas de interés, se atrae inversión nacional y extranjera, como consecuencia aumenta la producción y se generan empleos, se recuperaría el poder de compra y de los salarios, coadyuvaría a la estabilidad de precios, permitiría aumentar el ahorro personal y además aumentar el patrimonio de las personas al contar con tasas reales positivas; el salario crecería en términos reales en dólares y se eliminaría la devaluación.
El pueblo venezolano ya no tiene la más mínima confianza en el Bolívar, por eso no lo quiere y ha decidido respaldarse con dólares; no importa el color del billete, el tamaño, el adjetivo que le sumen y los ceros que le quiten, la hiperinflación pulverizará su valor y la economía se volverá a tragar el Bolívar, sino se tiene la voluntad de hacer un viraje económico ante tan precario panorama.