En Venezuela vivimos una realidad: la escuela no forma lectores críticos y analíticos, es frecuente encontrarse con estudiantes que decodifican pero que sólo pueden hacer compresiones básicas y aisladas en lecturas que no lo encuentran con la realidad de Venezuela y el Mundo, escriben textos muy breves, muy simples con contenidos curriculares y, en el peor de los casos, al finalizar el año encontramos que los cuadernos están llenos de notas, de copias de libros realizados, por lo general, en las editoriales transnacionales.
Esfuerzos innumerables se han realizado en el marco de la Revolución Bolivariana, pero que quedan en el asistencialismo y en la elaboración de textos que muchas veces no son lo suficientemente transformadores de esta realidad educativa de lo que se ha llamado educación bancaria.
Al preguntarle a un alumno lo que ha leído durante el año escolar, la respuesta por lo general es la misma: leemos lo que nos toca. Esta situación denota lo que es un problema complejo: los maestros reconocen no ser lectores cotidianos, sino lectores ocasionales. Es fácil encontrarse con docentes con título universitario en mano que presentan serias dificultades como lectores y como redactores, mucho más, como sujetos que analizan la realidad desde la integralidad económica, social y política de un mundo que se mueve más allá de las aulas.
Pero cuando pensamos en los docentes como sujetos dentro de la clase trabajadora, no escapan de una imponente realidad: si un maestro con un sueldo bajo tiene que trabajar en más de una institución educativa para llevar a su casa las mínimas condiciones de existencia, el tiempo para leer es realmente poco. El tiempo libre de los maestros es para corregir actividades, exámenes y planificar clases dentro de un sistema educativo que no se conecta con nuestra realidad social.
Los profesores, docentes o maestros, como quiera que se les llame, han sido un gremio victima de ese sistema educativo que aún permanece en las aulas de las escuelas venezolanas. En primer lugar los docentes son educados bajo la metodología de la autoridad institucional, del aprendizaje bancario. Más grave aún no es la manera cómo aprendieron, sino que las direcciones de las organizaciones gremiales, tanto federaciones y sindicatos nacionales, se escudan en el supuesto atraso y conservadurismo del gremio docente, cuando ellos no han cumplido su papel de dirección de los instrumentos de lucha y de organización de los maestros para promover el análisis, el debate, la discusión. No hay una organización en la que sus dirigentes realicen un periódico para la base magisterial.
Convenciones colectivas que condenan al docente a la superexplotación
Para nadie es un secreto que los docentes venezolanos han sido sometidos a convenciones colectivas que no son discutidas en la base, mucho menos que se apegan a la solución de las necesidades reales de los maestros. Cada convención colectiva firmada para dejar a los docentes en las mismas condiciones laborales que los obliga a trabajar en más de una institución educativa para subsistir, condena al docente al ostracismo, a la no lectura, a la no participación protagónica en la realidad del país.
En muchas ocasiones hemos escuchados miembros de la junta directiva de algún sindicato o de una federación que se reclama como parte del proceso revolucionario, afirmar con vehemencia que los docentes son un gremio de derecha. Cabe preguntarse entonces ¿qué han hecho para que los maestros se sumen a las filas de la revolución? ¿Cómo se convence a quienes los han arrinconado a las aulas para obtener un sueldo precario? ¿Quién les lleva discusión política y los escucha? ¿Cómo se convence a los profesores a comprender que son parte de la clase trabajadora y que debe estar del lado del trabajo y no del capital? ¿Cómo hacer para que la educación sea verdaderamente integral tanto para los estudiantes como para los docentes?
Si una persona que se le somete al desclasamiento y aparte de eso la venta de su fuerza de trabajo lo arroja a ver el mundo desde sus propias necesidades, de quienes pensaron que con la revolución bolivariana iba a mejorar sus condiciones de existencia y no ha sido así, por supuesto que va a ser difícil convencerlo de que el apoyo al proceso revolucionario es la salida perfecta para salir de una sociedad en la que sigue imperando la lógica del capital, mucho más si no tiene oportunidad de debatir, de opinar, de ser escuchado, de compartir experiencias y saberes.
Hay aristas que en artículos posteriores se pueden ir desglosando. Por ahora se tratará el tema de cómo se responsabiliza al maestro y a la familia de la decadencia de la educación. Por un lado la sociedad capitalista, la de un estado burgués no puede avanzar a favor de los más desfavorecidos o de los que viven únicamente de su trabajo. Los problemas sociales que allí se derivan no son responsabilidad de familias irresponsables o de profesores irresponsables e inmorales, son parte de la sociedad y sus problemas. Pedirle a los docentes que entiendan que no pueden ganar ni siquiera en promedio más de lo que hoy gana y que lo contrario, exigir ganar de acuerdo a la labor que cumplen o por encima de los niveles de inflación es inconsciencia, contrarrevolución, pedirle o exigirle sacrificio revolucionario en un gobierno donde se ve a diario funcionarios ostentando riquezas, no suma a nadie a las filas de la revolución.
Las organizaciones sindicales y federaciones en su legítimo derecho a obtener las finanzas de sus afiliados, también ostentan un nivel de vida que se aleja del nivel de vida de cualquier maestro. Cómo creer en una dirección sindical que no se preocupa por luchar por las mejores condiciones salariales y contractuales de un profesor. Por qué si los docentes son la columna vertebral que financia y sostiene esas organizaciones no se nos consulta sobre lo qué queremos que se discuta en la convención colectiva.
La discusión actual de la séptima convención colectiva
La situación económica del docente en Venezuela es crítica. El sueldo de un maestro de una escuela de medio tiempo no alcanza ni para comer, a eso se le suma los niveles de inflación que han pulverizado el salario.
Esto es importante, sobre todo cuando se ha comenzado la discusión de la séptima convención colectiva para los docentes. Habría que pensar qué piensan los docentes cuando desde el alto gobierno se afirma que los profesores tienen y gozan de un sueldo digno.
Es hora que las federaciones o, por lo menos, el sindicato bolivariano saque a la calle y a cada escuela un folleto con el anteproyecto de convención colectiva y busquen un mecanismo para que el docente pueda debatir y aportar sobre las condiciones que necesitamos para dignificar los salarios de los maestros y para que se le dé un justo valor al trabajo docente.
Además se debe abrir un espacio de debate nacional para abrir toda una discusión constituyente sobre el sistema educativo y que se dejen atrás reformas cosméticas que han condenado a los estudiantes venezolanos a estar inmersos en un sistema educativo que no se relaciona con la realidad, que no les da herramientas para transformar la sociedad, que desclasa a los docentes y que los somete a ser un gremio conservador y atrasado. A pesar de reconocer los esfuerzos materializados en textos escolares gratuitos y de las canaimitas.