La amenaza y la violencia nunca tendrán la razón

La cobardía es propia de aquéllos seres que no gozan de capacidad amplia para poder discernir sus propias limitaciones, y por ello creen que su restringida consciencia puede ponerse a la orden de otros que actuando igualmente en forma cobarde proceden bajo un supuesto manto, para ellos, de impunidad; que los hace sentirse satisfechos por sus actos de ignominia y que creen como una verdad indiscutible que los que los escuchan en sus amenazantes frases se retraen de temor y que sin duda se someterán a sus mas bajas peticiones. Los delincuentes usan la amenaza para someter a sus posibles victimas, imponen sus razones con la intimidación, pero casi nunca actúan solos, necesitan de cómplices que compartan su acción. Los cobardes se arropan con la multitud, aunque esa multitud no comparta su cobardía. El cobarde nunca quiere sentirse solo porque nunca será capaz de enfrentar la consecuencia de sus actos, sino que necesita de cómplices que al igual que ellos precisan de una fachada donde esconder sus más bajas pasiones. La cobardía también se expresa bajo la figura del anonimato que lanza sobre las creídas victimas todo un montón de falaces acusaciones sin fundamento, que buscan degradar la imagen de aquellos que con su honrosa y moral actuación se constituyen en impedimento de las bajas pasiones de esos muy minoritarios grupos.

Las instituciones y en especial las educativas nunca han estado exentas de esta miserable actuación, desgraciadamente desde el ámbito académico profesoral se arrastran seres que manipulan las conciencias limitadas por la ruin cobardía de jóvenes que en vez de recibir la necesaria y obligada formación en las esfera de la moral y la ética, reciben la promesa de una aprobación segura de sus unidades curriculares, y adicional a esta, la consabida “contribución” monetaria que les permite satisfacer el ansia del consumo de bebidas espirituosas, aun dentro de las instalaciones de los recintos educativos. Lo relevante del discurso limitado y amenazador de estas “camarillas”, cuyas actuaciones rayan en lo delincuencial, es que divulgan a grandes voces, la presunción de tener el apoyo de entes importantes de la administración publica nacional y regional que a su solicitud podrían conseguir la remoción de aquellas autoridades que no se doblegan bajo la mentira de sus argumentos y cobardes amenazas.

Pero también es verdad que dentro de las instituciones educativas se cuenta de forma mayoritaria con un cuerpo docente, administrativo y obrero con un alto compromiso institucional, respetuoso de las normas, de sólida formación ética y moral, y que manifiestan en todo momento la necesaria solidaridad para que en equipo se consoliden los objetivos primordiales de una institución educativa, demostrándose con hechos y acciones que la fuerza del conocimiento, las bondades de la cultura, la prioridad de la ética y la supremacía del espíritu son los fundamentos primordiales para el desarrollo pleno de la persona humana.

Es por eso que esas desviaciones representadas por las minorías de cobarde e hipócrita actuación no tienen ni tendrán ni la mas mínima oportunidad de imponerse en una institución que ya ha superado la etapa de la cuarta republica, y que se encamina sin ninguna duda a alcanzar los mas altos niveles de calidad y excelencia, de la mano, eso si, del proyecto Bolivariano, que sin vacilación se sustenta en el ideal primigenio de nuestro Libertador “Simón Bolívar”.

Pero eso si, debemos estar siempre alertas, porque esos seres que ocupan por desgracia puestos de relevancia dentro de organismos regionales, movidos por la retaliación y el cobarde revanchismo, presuntamente se encuentran apoyando a los grupos que pretenden sembrar el caos en las instituciones educativas, siendo además motivo de alerta la intención manifiesta de los representantes de la oposición que han planeado sembrar el caos a lo largo de nuestra nación, y para ello es sabido que cuentan con ingentes recursos y que serán usados sin duda para comprar las débiles y limitadas consciencias de irresponsables discípulos de las instituciones educativas.


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Luís Daza


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