Cuando nadie lo pensaba, se inicia en Venezuela un movimiento popular que al principio fue desestimado por los gobernantes y por los partidos políticos tradicionales, que seguían creyendo que a nuestro país lo podían seguir dominando a través del engaño y de la represión. Venezuela estaba cambiando en las propias narices de quienes saquearon al país impunemente.
En Venezuela se inicia una revolución anti-neoliberal, en el propio pueblo, que surge como respuesta al paquete económico que le impusieron desde los centros de poder internacionales quienes aspiraban adueñarse de las inmensas riquezas de nuestro país. Esa respuesta se expresó en las calles de Caracas y de las principales ciudades del país como una demostración que en la tierra de Bolívar hay un pueblo dispuesto a enfrentar las ambiciones de propios y extraños. El pueblo venezolano comenzó a demostrar que en nuestras venas corre la sangre libertadora de Bolívar y de los demás héroes y heroínas que nos dieron patria.
La rebeldía de un pueblo se encontró con el ideal bolivariano que se revelo con fuerza en el seno de la Fuerza Armada, a través de las intentonas de golpe lideradas por el comandante Chávez y otros militares que abrazaron el ideal de Simón Bolívar como ideología y doctrina política.
La izquierda tradicional venezolana tuvo que adaptarse a la nueva dinámica que le presentaba la naciente revolución cívico-militar bolivariana, esta exigía la creación de un nuevo liderazgo político y la construcción de un nuevo ser humano revolucionario. Había que cambiar la práctica simplemente electoral para pasar a una nueva etapa política que implica la verdadera movilización popular y una nueva ideología criolla, propia, como única forma de ser pertinente en una nueva Venezuela que se dibujaba en el imaginario colectivo de nuestra gente.
La izquierda se reacomodó, un sector emigró hacia una posición socialdemócrata, que poco a poco se fue identificando cada vez mas con la derecha mas tradicional y reaccionaria. Otro sector de la izquierda se identificó con las exigencias de la revolución bolivariana y ha acompañado el proceso revolucionario de manera contundente, aunque en su seno todavía había un sector político que vio en la revolución una manera de acceder al poder y a sus beneficios, aunque luego este sector traicionó el proceso con el cual hipócritamente decían identificarse.
La derecha venezolana, previamente a la revolución, entra en una especie de crisis final debido a todos aquellos acontecimientos del caracazo, en el cual el gobierno de Carlos Andrés Pérez, como excusa de los saqueos a los comercios, utilizó a las fuerzas armadas para masacrar en Caracas y en el interior del país a todo un pueblo. Luego la neo-izquierda venezolana con Teodoro Petkoff al frente, se asocia a un sector socialcristiano calderista y ganan las elecciones, logrando profundizar en las políticas neoliberales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, eliminando las prestaciones sociales de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país y privatizando gran parte de las industrias básicas del estado.
Frente al fracaso de la derecha y de la izquierda tradicional venezolana, se hacía necesario un nuevo ideal y una nueva tesis política. Tanto el sector militar revolucionario como la gran mayoría del pueblo venezolano hicieron su opción por la doctrina y el ideal bolivariano, que luego convirtieron en ideología práctica de la participación popular, para acceder con éxito al corazón y a la mente de la gran mayoría del pueblo venezolano.
Es por lo tanto la revolución venezolana, una verdadera revolución que nace del sentir de un pueblo que se vio en la necesidad reconstruir una plataforma política-ideológica propia que no copiara modelos externos y extraños a nuestra realidad como pueblo latino-indígena-afrodescendiente. No hay posibilidad de copiar modelos exógenos.
La revolución bolivariana nos demostró que aquel ideal de “Un Mundo Otro” se hace realidad en medio de nuestro contexto latinoamericano, rescatando así el sentido que nuestra Abiayala o nuestro continente, sigue siendo tierra de Esperanza. Nos demostró también que aquel pensamiento de nuestros aborígenes, que nuestros héroes están resucitando todos los días en los pueblos que luchan por su liberación, es una realidad en todo nuestro continente.
Esta revolución bolivariana, es la revolución necesaria para todo nuestro pueblo latinoamericano, por primera vez nace una ideología revolucionaria amplia que no se enmarca en una realidad nacional estricta sino que tiene su resonancia en todo nuestro continente y en otras latitudes mundiales, ahí está el gran valor universal del ideario liberador bolivariano.
Tiene pertinencia el pensamiento bolivariano en todos aquellos pueblos de África, de Asia y de otras partes del mundo, porque el bolivarianismo no pretende convertirse en un eje de poder político mundial, sino que propicia un mundo multipolar, como método de lucha efectivo contra las pretensiones de poder hegemónico del imperialismo norteamericano.
En Venezuela se plantea una revolución humanista, democrática y participativa, que promueve la tesis del socialismo del siglo XXI. Una revolución que rescata para la historia el papel que deben desempeñar en la transformación del mundo, nuestras comunidades aborígenes y afrodescendientes, las mujeres y todos aquellos sujetos de cambio.
La revolución bolivariana es una revolución pacifica verdaderamente democrática que se nutre también del pensamiento de Jesús, y hace su opción por los pobres, logrando con esto que ésta no solo sea una utopía ideológica-religiosa, sino que la hace una verdadera opción política-concreta, porque se enmarca dentro de un contexto real en el tiempo y en el espacio.