Binóculo N° 343

El sabotaje nos da la oportunidad

Yo era un niño cuando conocí a un viejo del que mis compañeros de clase se burlaban. El frecuentaba la plaza del pueblo y todos decían que estaba loco. Pero loco al fin, siempre he tenido una especie de afición por los locos y por las personas mayores que yo. De tal modo que nos hicimos amigos y descubrí que lo que para el común podía ser locura, tenía una erudición que me impresionaba, y adolescente yo, aún más impresionado. Por entonces, debió ser a finales de los sesenta, ya había polémica por el tema del agua en Caracas. Él fue quien me dijo que era fácil resolverlo. Simplemente bajando agua por gravedad desde la represa de Táriba en Táchira y llevarla hasta el Lago de Valencia; y de allí empujarla por bomba hasta la planta de La Mariposa para luego ser distribuida en Caracas. Era -a su juicio- un método barato de mantener a la ciudad capital con el vital líquido. Ya saben porqué ni siquiera se intentó. No había negocio.

Pero recuerdo mucho que, en una de esas conversaciones, mejor dicho, en uno de sus monólogos que yo escuchaba con tanta atención, me dijo que era capaz de neutralizar un país. Esa expresión, efectivamente me pareció de locos. Y explicó la forma cómo por vía eléctrica, podías anular un país por mucho tiempo. De eso hace más de cuarenta años. Por eso lo cuento, porque lo acabamos de vivir.

El enemigo acaba de hacer lo que he venido comentando en varias oportunidades. Paralizar el país por completo durante tres días, sumado a las secuelas que se generan. Es decir, a pesar de reponer el servicio de luz, por varios días más nos quedamos sin líneas telefónicas, sin internet, sin agua, sin transporte, sin gas; sumado a los saqueos que ocurrieron en muy pequeña escala, pero que los hubo en distintas partes de la nación. Efectivamente, el enemigo aplicó en Venezuela todas las técnicas utilizadas contra otros países desde 1973 cuando el Chile de Salvador Allende, pero ahora, en tiempos modernos, le sumó una más: la anulación total de una nación por el corte de la electricidad. En casi todos los Estados donde hubo ataques, el corte de energía es clave, pero no ocurrió nunca un apagón que anulara a una nación por completo. Es la primera vez que lo experimenta la humanidad, y se pone en práctica en Venezuela. Es decir, acabamos de vivir una nueva dimensión del terror.

Ya sabemos que fue un ataque planificado, que no solo fue explicado por voceros del gobierno, sino avisado por los Zamuros del Pentágono y por el propio Juan Guaidó, quien en declaraciones a la televisión lo avisaba. Lo mismo hicieron vía tuiter Pence, Bolton, Rubio y el inefable William Brownfild. Querían causar el mayor daño posible a la población, como una forma de doblegar al gobierno. Un país sin servicio eléctrico, genera no solo daños físicos, expresados en la incomunicación total, tampoco hay agua porque no se pueden prender las bombas, no hay gas porque no se pueden encender las bombas de llenado, el comercio cierra porque no puede utilizar los puntos para cancelar, y cunde el pánico porque la mercancía con vida útil comienza expirar. La carne llegó hasta dos mil bolívares el kilo, y llegaron a vender un pollo entero en mil bolívares. En algunas carnicerías de Guacara regalaron la carne porque comenzaba a dañarse. Por lo menos tuvieron escrúpulos. Hubo comerciantes con dinero que pagaron hasta dos mil dólares por una planta eléctrica a gasolina que normalmente cuesta 50 dólares. Neveras y congeladores dañados y pare de contar. El transporte colectivo deja de funcionar porque las bombas de gasolina andan con electricidad.

Dos fenómenos mucho más peligrosos y angustiantes se suman a esta tragedia. El efecto psicológico que produce en una persona que durante tres largas noches intenta dormir combatiendo zancudos y calor por falta de aire acondicionado y que termina siendo una rabia colectiva, además de no tener agua fría, ver su comida comprada con tanto sacrificio perderse; y las hordas delictivas que se aprovechan de la oscuridad y la desesperación, para saquear los negocios. Afortunadamente el gobierno enfrentó con rapidez este flagelo, por lo que no se extendió, pero cuando se destruye un negocio pequeño, se destruye la vida de su propietario, quien con toda seguridad no tiene ninguna posibilidad de reponer lo robado o destruido.

Ya sabemos que el Big Brother y sus huestes, son capaces de cualquier cosa. A ellos no les importa la cantidad de personas que podrían morir en los hospitales, los niños que pasan trabajo por falta de un tetero que preparar, la mercancía perecedera que pierde el comercio, carne, pollo, cerdo, charcutería, legumbres, tomate, etc., que, si es un negocio pequeño, no tiene capacidad de recuperarse.

Lo medios de comunicación, ahora huyen hacia adelante. Es decir, como quedó en evidencia no solo el sabotaje dese afuera, para salvar su "prestigio" estos medios -que siempre fueron enemigos del proceso que lideró Chávez- ahora son los más preocupados en destacar el sabotaje.

Y no hay duda que debemos utilizar la salsa del pavo. Sé, por confirmación de diversas fuentes amigas y serias, que desde hace tiempo no se están cumpliendo con los protocolos de mantenimiento en el Guri. Es decir, sí hubo sabotaje, que, sumado a la incompetencia del gobierno, agravó la situación. Ojalá y sea una lección. Tal vez sea por eso Nicolás está apurado en nombrar un nuevo gabinete.

Lo cierto es que la amenaza contra el país no cesará. La razón es simple: petróleo, oro, coltán, madera, agua dulce, torio y pare de contar. Los matones de la Casa Blanca, sin escrúpulos y sin ambages, lo reconocen y lo dicen a los cuatro vientos. Quizás el conflicto India-Pakistán, los detengan por un tiempo; o quizás la reunión Irán-Irak, los detenga por ahora. Pero creer que van a parar, es una ilusión. Las riquezas de Venezuela no son importantes, sino extremadamente necesarias en los planes de guerra para el imperio y en su crecimiento económico para enfrentar a Rusia y China. Este respiro momentáneo, es la oportunidad para organizar al poder popular y darle el poder que requiere para comenzar a construir la revolución, la que nunca ha comenzado.

Caminito de hormigas…

¡Ay mamá! Cuando se descubra el megaguiso que hay con los pagos a los milicianos y el robo a sus cajas Clap, es posible que arda troya… Los galpones de Alimca están abarrotadas de alimentos. ¿Cuál es la razón para que no se distribuyan?... Cómo es que, en una crisis como esta, aún están de fiesta con los repartos de las cajas Clap.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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