En mis anteriores y más recientes trabajos he estado regresando al pasado con viejos argumentos en la disputa sobre el carácter nacional, patrimonio colectivo, de los recursos de hidrocarburos depositados hace 100 millones de años en el subsuelo del territorio que hoy conocemos como Venezuela.
Ahora reincido, con nociones veladas en la niebla de los tiempos a mi primer profesor en la materia, el doctor César Balestrini y a los textos del doctor Rufino González Miranda, amén de las correciones de mis dislates jurídicos de mi más reciente ductor en la materia, Álvaro Silva Calderón, a quien, por amistad, le estoy ninguneando su innegable categoría de doctor.
El carácter nacional de las minas, heredado de la tradición absolutista hispánica que las consideraba patrimonio real, tal como fue establecido al ser constituído este territorio como Capitanía General por el Rey Carlos III en 1777, fue transferido a la República de Colombia en 1829 –de la cual la Provincia de Venezuela formaba parte- por decreto del entonces Presidente, Simón Bolívar, y heredado en 1830 por la escindida República de Venezuela.
Ese sistema es diferente al establecido en otros países, tales como Estados Unidos, donde impera la noción extraída del Código Civil napoleónico, de que los recursos del subsuelo pertenecen al propietario del suelo, vale decir al ciudadano, quien por esa condición tiene derecho al voto.
En nuestro país, esa tradición hispánica dio origen al sistema de otorgamiento de concesiones por parte del Estado republicano a las personas que quisieran extraer productos del subsuelo de cualquier naturaleza y a la obligación de los beneficiarios de pagar a ese Estado una fracción del valor de lo extraído, la regalía, que conserva ese nombre, vinculado a lo que se le pagaba al Rey para la explotación del subsuelo.
Con marchas y contramarchas, avances y retrocesos, ese fue el sistema imperante en Venezuela hasta 1976, año en el cual, con las galas de una "nacionalización" inducida por las propias concesionarias extranjeras, se inició un proceso en donde el interés público, nacional, comenzó a ser minado desde adentro por la casta de "bebés de Rosemary" que ellas mismas dejaron incubada en la matriz de la industria petrolera "nacionalizada":
Cuatro meses antes del "decreto nacionalizador", Exxon creó a Lagoven, Shell creó a Maraven, Mobil creó a Llanoven, Chevron creó a Boscanven, Texas creó a Deltaven, Phillips creó a Roqueven, etc., las 14 "operadoras" , en total, que las sustituirían, encabezadas por los gerentes nativos de sus propias filiales, tales como Alberto Quirós Corradi, Presidente de la Compañía Shell de Venezuela y Guillermo Rodríguez Eraso, Vicepresidente de Creole Petroleum Corporation.
Allí nace lo que he denominado el "poder petrolero" y que he descrito en mi libro, editado por el Concejo Desarrollo Científico de la UCV en 1995, "El Poder Petrolero y la Economía Venezolana".
De esa obra he considerado pertinente traer al contexto del debate contemporáneo algunas consideraciones que, en mi particular percepción, no han perdido vigencia.
Las aporto a la indispensable evaluación de nuestra historia, que habrá de realizarse para encontrar el camino de recuperación de nuestra industria petrolera y nuestro país, eludiendo las soluciones improvisadas y motivadas por intereses particulares, ajenas al interés colectivo.
Ese "Poder Petrolero" ha sido multiforme y ha adquirido nombres diversos en distintas oportunidades.
Generalizadamente se autodenomina como "meritocracia", haciendo mención a que la gerencia pública no petrolera es corrupta y partidizada –lo cual no deja de ser cierto- pero eludiendo al hecho de ser un sistema de promoción basado en la lealtad corporativa absoluta y muchas veces en la humillación y en las horcas caudinas de los "favores" a los jefes en cada escalafón, una escala donde privan tanto los méritos como la complacencia, que se refleja cada año en una maléfica campana de Gauss, donde descubres que vas a ser promovido o eres candidato al degredo, a la congelación eterna (flotaven en la jerga post-nacionalización) o al despido: meritocracia pura.
Más recientemente, hace sólo 17 años y a raíz de los conflictos desatados por la designación de una Junta Directiva de PDVSA con la inclusión "agentes externos" que no calzaban los puntos de la meritocracia, ésta se renombró además como la "Gente del Petróleo", birlando una denominación común de todos los venezolanos vivos actualmente que, de alguna manera, somos todos gente del petróleo.
En la contemporaneidad, uno de sus principales epígonos, creador de AGROPET, la asociación de gerentes que impuso el carácter de "Sociedad Anónima" a Petróleos de Venezuela, salivando ante los catastróficos resultados actuales y previsibles en nuestra industria petrolera, anuncia que ha llegado una segunda oportunidad para la "gente del petróleo", refiriéndose justamente a esa meritocracia que quiere volver a ser poder petrolero.
Sin más transcribo los textos ya referidos:
El "Poder Petrolero" y sus manifestaciones
En tanto que en la segunda hipótesis de este trabajo hemos atribuido al conglomerado de intereses económicos y políticos que denominamos Poder Petrolero el carácter de promotor principal de las políticas expansionistas a todo trance dentro de la industria petrolera, y habiendo iniciado su caracterización en el capítulo correspondiente a los fundamentos conceptuales de nuestra investigación, corresponde ahora aportar otros elementos, que terminan de definir los rasgos de ese factor esencial de la política petrolera venezolana:
Su núcleo matriz, como ya dijimos, lo constituyeron los "hombres de confianza" de las antiguas concesionarias, quienes, contando con el poderoso instrumento de los contratos de asistencia técnica y comercialización suscritos con sus antiguas casas matrices, -con la absoluta aceptación gubernamental de los términos presentados por éstas- se convirtieron en garantes del mantenimiento de los vínculos dependientes de la nueva empresa estatal con el capital petrolero extranjero.
Esos vínculos dependientes, han dejado su impronta hasta en la estructura organizativa de nuestra empresa estatal, la cual, después de un confuso inicio con 14 operadoras, es sometida a procesos de "racionalización" para concluir con cuatro operadoras "integradas", Lagoven, Maraven, Llanoven y Meneven, que inician proyectos paralelos de exploración, explotación y refinación, garantizando la participación de sus respectivas ex-matrices, Exxon, Shell, Mobil y Gulf, en los negocios que tales proyectos comportan: Cuatro cambios de patrón de refinación, cuatro frentes de operación en la Faja, cuatro matrices de asesoría tecnológica... La situación es tan evidente que, cuando en los Estados Unidos desaparece la Gulf, en Venezuela se liquida a Meneven.
Pues bien, estos cónsules de la transnacionalidad generan, en el seno de las operadoras, una mentalidad corporativa antiestatal, amparados en la necesidad de operar con criterios "técnicos" y no político-partidistas, estableciendo artificiosas separaciones entre "el mundo político" y "la industria", sintiéndose, al igual que sus antecesores extranjeros del enclave petrolero, "una empresa del primer mundo en un país del tercer mundo", rodeándose de una aureola de eficiencia no siempre justificada por los hechos, pero si escudada en la inmensa capacidad generadora de renta del producto que manejan, designando como "meritocracia" a un proceso de asignación de cargos gerenciales cargado de subjetivismos y exigencias de incondicionalidad:
La meritocracia es un vocablo que las nuevas generaciones petroleras oyen mencionar hasta el cansancio en cursos, discursos y seminarios, pero que en la práctica no se aplica por ninguna parte. Todo lo contrario. En la medida en la cual el individuo es competente y capaz, en la medida en que demuestre tener un alto potencial, en esa misma medida los directivos lo excluyen porque representa, en el corto y mediano plazo, el reto a la competencia que ellos, por su incapacidad, no están en condiciones de enfrentar
5 Lorenzo Monti, Venezuela Hoy, Pág. 72-75 "Cuidar es Querer". Por cierto que lo señalado por Monti, un veterano de 25 años en la industria, es la primera constatación documental de lo que es motivo frecuente de quejas verbales entre la gente de la industria en tiempos de evaluación: la arbitraria utilización del método de la campana de Gauss para estratificar al personal supervisado entre óptimos, buenos, regulares y malos, con la consiguiente generación de "cadenas de complacencia" entre los distintos escalones jerárquicos.
La sobrevaloración de sus méritos, el percibirse como ejecutivos de una empresa mil millonaria que figura en los primeros puestos del ranking mundial, ("PDVSA has targeted an aggressive strategy of expansion to assume an increasing role in the global market as a world class major energy corporation") los conduce a exigir privilegios de "Nueva Clase", como refiriera un articulista de El Universal en respuesta a otro, uno de los más connotados miembros del Poder Petrolero.
Aún cuando no negamos que quien maneja miles de millones de dólares deba recibir un tratamiento adecuado a la delicadeza y complejidad de sus responsabilidades, pensamos que tales pretensiones están vinculadas al olvido -mas que olvido, negación- de su condición de servidores públicos pues, con igual o mayor nivel de responsabilidad y legitimidad, podrían exigir tales privilegios el Presidente de la República, sus Ministros, y las cúpulas de los demás poderes públicos.
A tal punto se comportan como empresarios privados nos lo demuestran los numerosos pliegos conflictivos introducidos por los trabajadores petroleros en las zonas operativas de oriente y occidente, motivados fundamentalmente porque esa remuneración privilegiada se detiene en las cúpulas, ante la necesidad de "racionalizar los costos".
Estas referencias a la mentalidad corporativa privatista que impera en Petróleos de Venezuela pueden parecer anecdóticas o folklóricas, sin embargo, constituyen parte fundamental de la razón de ser del expansionismo petrolero y a ellas haremos referencias en los diversos capítulos donde tratamos específicamente los resultados de los proyectos surgidos bajo esa concepción.
Por lo pronto, es oportuno mencionar algunos ejemplos del funcionamiento de ese espíritu corporativo: Las campañas alarmistas sobre los peligros a que se enfrentaría la industria petrolera si se produjera una disminución muy pronunciada de su flujo de caja como consecuencia de la aplicación de políticas "fiscalistas", el reclamo constante de "autonomía operativa" y cese de controles e interpelaciones, la exigencia -ya aceptada por todo el espectro político nacional- de eliminar los Valores de Exportación. El recurrir a argumentos que parten de comparaciones con las grandes empresas privadas transnacionales para proclamar que la nuestra es la empresa que "paga más impuestos", olvidando que, en el caso de Petróleos de Venezuela, son precisamente los impuestos la materialización del beneficio neto del propietario de los activos: el Estado.
En el ejercicio de su condición, el poder petrolero apela a todos los medios a su alcance, utilizando recursos considerables para la promoción de los escenarios más convenientes a sus intereses. En ello ha tenido un resonante éxito, al convertir sus "presentaciones" en la encarnación viva y generalmente aceptada de "la verdad petrolera".
Sus esfuerzos han ido desde las campañas institucionales y el adoctrinamiento de los periodistas que cubren la fuente, hasta la "toma" de "El Nacional" por uno de sus más destacados espadachines: Alberto Quirós Corradi.
Ni los más radicales se han salvado del masaje ablandador y, además de la particular indiferencia por estos temas que se ha generado en ellos, del dejar el problema a "los técnicos", no es ya extraño ver, de vez en cuando, a Teodoro Petkoff, Freddy Muñoz o Andrés Velásquez declarando sobre la exagerada presión fiscal que aqueja a PDVSA y la urgencia de eliminar los Valores Fiscales de Exportación, o la necesidad de "ponerle comillas a la OPEP" .
Hace unos seis años, durante nuestra última visita-almuerzo en el Pent-House de PDVSA, -en tal oportunidad como miembro de una delegación de profesionales y técnicos del MAS- tuvimos la desagradable necesidad de manifestar, de viva voz, nuestro desacuerdo con otro miembro de la delegación, quien inquiría al complacido Directorio de la Casa Matriz con un enfático "¿Hasta cuándo vamos a quedarnos en la OPEP?" que hablaba muy bien de la moderación y modernidad de los técnicos de ese partido.
El otro ejemplo que queríamos referir respecto a esta manera de presentar las cosas, no se contrae a una cita, sino a toda una trayectoria documental y declarativa en ese sentido. Nos referimos a Humberto Peñaloza, Ex-Directivo de PDVSA y maestro de las "presentaciones", desde la época de "Los Grandes Números de la Industria Petrolera Nacionalizada":
"...los recursos financieros que PDVSA y sus filiales proporcionan al fisco nacional por vía de impuestos..."
"...una industria tipo primer mundo en un país empeñado en mantenerse en el tercermundismo."
"...la IPN ha venido cumpliendo a cabalidad las misiones que le fueron asignadas en el acto nacionalizador, y ha seguido con rigor y disciplina los lineamientos emanados del Ministerio de Energía y Minas en representación del Ejecutivo Nacional.
De modo que no tiene asidero alguno la especie de que la industria petrolera se comporta como un Estado dentro del Estado."
"...el Estado, dueño del negocio, toma para sí las dos terceras partes del ingreso por venta de hidrocarburos. Después de pagos al fisco y de cubrir los costos y gastos de operaciones, la IPN apenas retiene como ganancia el 10% de esos mismos ingresos por ventas, una retención estructuralmente insuficiente para una industria que, como la petrolera, es intensiva de capital y exigente de tecnología."
Humberto Peñaloza, "Ideas Preliminares para la Formulación de una Estrategia Petrolera Venezolana a Más Largo Plazo". Ponencia presentada a la Comisión Asesora del Presidente de la República en Asuntos Petroleros. Agosto de 1991. Págs., 44-46, 58.
"El Gobierno ha irrespetado la autonomía financiera de PDVSA. Ese irrespeto no sólo está dado por la desviación de los recursos en dólares que, en calidad de reservas, poseía PDVSA en el exterior ganando buenos intereses sino por la insoportable tasa impositiva." .
H. Peñaloza, El Universal, 18 de febrero de 1992
La manipulación es más burda y descarada mientras más nos alejamos de las fechas en que se levantaron aquellos polvos que hoy producen estos lodos y así, para dos de sus ex-presidentes y su actual presidente, PDVSA aparece como una pobre víctima, que se debate
"entre el endeudamiento y la voracidad fiscal...hoy parece cada vez más afectada por la crisis financiera y fiscal que sacude al sector público venezolano y a su economía toda."
El Universal, 13 de marzo de 1993, loc. cit.
"La aplicación de ese régimen fiscal ha determinado que, vía Valores Fiscales de Exportación (VFE), el fisco nacional le ha escamoteado a la IPN durante el período 1976-1990 el equivalente a todo el aporte legal (13.166 MM$) más una ñapa de 4.154 MM$, para un total de 17.320 MM$".
Humberto Peñaloza, Ideas Preliminares Para la Formulación de una Estrategia Petrolera a Más Largo Plazo, Caracas agosto de 1991. Vers. Mimeog.
"Sector privado solicita eliminar Valor Fiscal de Exportación a PDVSA" /...Fedecámaras, Colegio de Ingenieros de Venezuela, las cámaras Petrolera, de la Construcción y de Empresas Consultoras, y la Asociación de Industriales Metalúrgicos y de la Minería de Venezuela manifestaron su apoyo firme al planteamiento del Ministerio de Energía y Minas, MEM, y Petróleos de Venezuela en cuanto a que los fondos necesarios para los programas de nuestra principal industria surjan de la eliminación gradual del VFE.
/... La eliminación del Valor Fiscal de Exportación se ha convertido en punto de honor de la dirigencia petrolera, la cual considera que es una camisa de fuerza a su crecimiento y operación.
/ Ana Díaz, El Nacional, 18-12-91, Pág. D-7.
Con lo anterior estamos reafirmando una posición sostenida por años, como lo demuestra un artículo escrito en noviembre de 1982 y que transcribimos íntegramente por su carácter inédito y porque encaja exactamente en la argumentación que venimos realizando, titulado "El Conflicto BCV-PDVSA: Petróleo, Poder e Intereses Nacionales" . Aclaremos previamente que algunas de las circunstancias descritas en el texto han sufrido modificaciones, pero el problema planteado sigue siendo sustancialmente el mismo.
La suscripción de un nuevo convenio cambiario entre el BCV y el Ministerio de Hacienda, que condujo a la centralización de las divisas del país en las arcas del instituto emisor, ha provocado un vendaval de reacciones de variado tono y calibre. Y ello no es gratuito porque la cuestión tiene una entidad suprema: se trata del PODER con mayúsculas, se pugna por el control de los excedentes del negocio petrolero.
Para un grueso sector de la opinión la cuestión se resume diciendo que el Gobierno le ha quitado las divisas a Petróleos de Venezuela, de lo cual se coligen las más ominosas consecuencias para la gallina de los huevos de oro.
Desde nuestro punto de vista, por el contrario, lo anómalo era la situación anterior, que permitió la conversión de la industria petrolera en un Estado dentro del Estado, con una autonomía supranacional que le permite no rendir cuentas a nadie. El Poder de ese ente paraestatal es tan grande que se ha permitido mostrar públicamente su resistencia a la medida ejecutiva, tornándose intransigente en la suerte de comisión de avenimiento que hubo de constituirse para negociar la aplicación del referido convenio. Los voceros de la industria han proclamado la inconveniencia de todo control externo sobre sus operaciones mercantiles internacionales. Externo en este caso es el Banco Central, pero también lo serían la Contraloría General de la República y el Congreso Nacional si alguna vez pudieran materializar sus infructuosos intentos en el mismo sentido. El Presidente de PDVSA se atreve, en acto de suprema soberbia, a afirmar que "las medidas cambiarias deben ser temporales" (El Nacional 3-11-82).
Lo cierto del caso es que los dólares en cuestión no pertenecen a PDVSA ni a sus operadoras. Ellos son el producto de la liquidación de un patrimonio colectivo de todos los venezolanos: sus recursos petroleros. Sin embargo, por las peculiaridades de la nacionalización llevada a cabo en el país, a las operadoras nacionalizadas se les aplica un tratamiento similar al que recibían las antiguas concesionarias, cobrándoseles regalías e impuesto sobre la renta a partir de una previa fijación de "valores de exportación" con fines exclusivamente fiscales. Esta circunstancia determinó que parte de los beneficios obtenidos por el país en la venta de petróleo y productos pudiera ser represada en los "fondos de reserva" mantenidas por la industria en cuentas bancarias en el extranjero. Estos fondos, que por su magnitud dejan de constituir un simple capital de trabajo, fueron pilar de la referida autonomía de la industria: en ninguna instancia del poder estatal venezolano se discuten, revisan, aprueban o desaprueban los gastos e inversiones de PDVSA y sus operadoras. Tales magnitudes son siempre un dato que se conoce las más de las veces como hecho cumplido. Es patética en este sentido la incómoda situación del máximo organismo planificador del Ejecutivo, CORDIPLAN, cuando tiene que explicar las razones de tal o cual partida de los planes petroleros: sencillamente no las conoce.
La gravedad de la situación no está en la minusvalía de un órgano del Estado frente a otro, sino en que esa autonomía de la industria petrolera sólo es tal frente al país y se alimenta de una relación subordinada con el capital petrolero transnacional a través de los Contratos de Asistencia Técnica, Comercialización y Gestión, que han permitido a esas grandes corporaciones seguir teniendo injerencia en el negocio petrolero venezolano, obteniendo pingües ganancias sin riesgo alguno y determinando el rumbo de la industria como proveedor seguro del mercado petrolero norteamericano y con sustanciales descuentos sobre los precios marcados por la OPEP, hasta el punto de convertir al país en el oferente del petróleo más barato del mundo.
Ahora bien, es evidente que en la escogencia del momento para suscribir el referido convenio han influido las "intenciones cosméticas" -según la calificación que le diera el Wall Street Journal- de un gobierno apremiado por presentar garantías a la hora de refinanciar sus deudas en la banca internacional. Pero la discusión sobre el destino de esas divisas es materia de interés público y es sólo ahora, que han salido de la caja negra en que eran mantenidas por la industria petrolera, cuando la opinión nacional puede tener injerencia real en la determinación de ese destino.
La oportunidad debe ser aprovechada para ponerle bridas al desbocado poder de un enclave gerencial que opera con criterios no contrastados con las prioridades del país y generalmente desconocidos por una voluntad de ocultamiento que es parte de su base de poder.
El papel de las operadoras y su casa matriz tiene que limitarse a la eficiente gestión y desarrollo de la industria, de los recursos petroleros del país. La administración de los beneficios de esa actividad es de la competencia del poder público a través de sus diversos órganos ejecutivos y debe estar, sin omisiones ni privilegios de confidencialidad, bajo control y supervisión legislativa.
C. Mendoza P., Loc. Cit.
"En este sentido, PDVSA contempla presentar al Ejecutivo un Proyecto de ley para la eliminación gradual del VFE partiendo de una tasa del 19% a partir de 1992. El año siguiente, la proporción sería del 16%, en 1994 el 13% y el 10% y 5% para 1995 y 1996, respectivamente. Hacia 1997, el Valor quedará eliminado, pero Venezuela tendrá una posición más holgada y ventajosa en el mercado petrolero internacional con una industria solvente, sin problemas de flujo de caja, y adaptada a las necesidades de sus clientes.
Ana Díaz, Loc. Cit., El Nacional 18-12-91. Subrayado nuestro.
La alta tributación fiscal, la cual ni siquiera permite en el futuro inmediato hacer las inversiones necesarias para compensar la declinación y mantener la capacidad de producción, es el principal obstáculo que encuentra la Industria Petrolera Nacional para su desarrollo.
De mantenerse esta situación, mucho menos se realizarán las inversiones en los proyectos en refinación requeridos, tanto para aumentar la capacidad de procesamiento de nuestros crudos P/XP, como para cumplir los requisitos de calidad de productos exigidos por nuestros mercados, reduciendo nuestra habilidad para competir en un mundo con tendencias ambientalistas cada vez más acentuadas.
Por ello, el Plan de la IPPCN se basó en la premisa fundamental de aliviar la carga tributaria sobre PDVSA mediante la reducción progresiva del valor fiscal de exportación hasta su total eliminación en tres o cuatro años...
PDVSA, Loc. Cit.
En el trienio pico de 1981-83, campeaban por sus fueros los megaproyectos de la Faja, farragoso emprendimiento del poder petrolero venezolano, de cuyas consecuencias todavía se resiente el país, aunque sus dirigentes no tengan conciencia de ello y los gestores de tales fiascos sigan pontificando y haciendo gala de "eficacia gerencial". El repunte de 1990-91 se hace al calor de nuevos megaproyectos, "el megadisparate de PDVSA" al que alude el Dr. Mieres, con el cual los petroleros venezolanos pretenden mantenerse dentro de "las grandes ligas" de la industria mundial.
"Para emprender estos planes 'grandiosos', PDVSA necesita liberarse de los controles 'parroquiales' del MEM, de Hacienda, de CORDIPLAN, de la Contraloría -de todo lo que la ate al Ejecutivo Nacional-, del Congreso, por supuesto, y de cualquier 'cuota' u obligación con la OPEP. Liberarse de la estrecha dependencia nacional' y manejarse como la 'gran transnacional' que se siente".
Con este conjunto de cifras, extraídas con pinzas de los resbalosos Informes de PDVSA, en la época en la cual todavía aparecían explícitamente rubros que luego se consolidaron según la práctica habitual, podemos aproximarnos a un estimado conservador de recursos comprometidos en los proyectos de la Faja entre 1978 y hasta el presente, del orden de los 5.000 millones de dólares, entre inversiones clasificadas como tales y desembolsos cargados a "costos operativos".
Tales cifras muestran la desaprensiva largueza con la cual se comprometieron los recursos de la Nación en un proyecto inviable. La pauta de esa generosidad la marcó el para entonces Presidente de Lagovén, Guillermo Rodríguez Eraso, quien en 1981, en un discurso en Nueva York, describe así los planes de PDVSA en la Faja:
At present we are actively working on two specific projects in the Orinoco Oil Belt Area... (Se refiere al DSMA y Guanipa 100+
The investment required for these two projects is estimated at eight billion dollars of 1979 and includes substantial expenditures for infraestructure as this is virtually virgin territory. Other projects of similar magnitude will necessary to raise production level from the entire Orinoco Oil Belt to one million barrels per day the year 2000, as contemplated in Venezuela's long range energy plans.
...
The total investment program that we have undertaken will require some $ 25 billion over the next six years. Afterwards and until the end of this century, the yearly rate of investment is likely to average some $ 5 billion (in 1980 dollars. We expect to generate most, if not all, of this capital internally, through reinvestment of future earn. Up to now, we have set aside more than six billion dollars to be used exclusively for future oil development activities.
Destaquemos de paso la majestuosa declaración según la cual "por ahora hemos apartado más de seis mil millones de dólares..." como una confirmación del funcionamiento de la mentalidad corporativa del poder petrolero, al asumirse a sí mismos como gerentes de una empresa con soberanía supraestatal. Ello nos permite también comprender la furia con la cual reaccionaron los ejecutivos petroleros cuando ese fondo en dólares fue bolivarizado por el Banco Central en tiempos de Díaz Bruzual.
Al escuálido resultado de esos cuantiosos desembolsos se puede aplicar el viejo símil "...y la montaña parió un ratón". En efecto, si nos atenemos a los datos de la Memoria del Ministerio de Energía y Minas de 1991, de los 30.292 millones de barriles de crudo extrapesado de la Faja identificados para ese año como "reservas probadas" del país, se producen, en promedio, 14.767 barriles diarios, que representan el 0,018% de tal acumulación y, a ese ritmo, un horizonte productivo de más de 5.620 años. Para 1992, y de acuerdo con la Memoria de Minas de ese año, la producción de extrapesados aumentó a 38.147 barriles diarios (0,045% de 30.304 miles de millones de barriles y la relación reservas-producción descendió a 2.176,4 años....
El 2 de marzo de 1993 fueron reproducidas por la prensa venezolana algunas de las conclusiones de un estudio de la British Petroleum, "Producción de Venezuela 1920-2030", que confirman, por si algo faltara, todo lo dicho:
"Desde el punto de vista económico, sostiene la British, los programas de la Faja no son todavía lo suficientemente atractivos pues se trata de proyectos con una ingeniería muy compleja y altos costos de inversión. A los actuales precios del petróleo, los proyectos de crudos pesados resultan marginales "en el mejor de los casos" (comillas de la periodista, n.n.) y si se comparan los rendimientos con la magnitud de la inversión requerida el barril de petróleo debería tener un precio constante de 25 dólares"
El informe en cuestión no tiene desperdicio. Así, por ejemplo, confirma nuestra estimación sobre el monto de lo invertido hasta ahora en la Faja, cuando asienta que "una planta de procesamiento de 110.000 barriles/día de capacidad cuesta entre 4.000 y 4.500 millones de dólares". (Recuérdese que hablamos de un monto global de 5.000 millones de dólares entre inversión y "costos operativos" y que la capacidad instalada actualmente es de 103.000 barriles diarios)
Por lo demás, British se recrea en las posibilidades venezolanas de expansión de las reservas de crudos livianos y medianos, recomendando el inicio de "un esfuerzo concertado de exploración", perforar 350 pozos exploratorios, etc., que merecerían consideración crítica y detallada, pero, por ahora, nos interesa destacar la acotación final de la periodista, en la cual se asienta la autoridad con la cual British Petroleum hace el estudio:
"Cabe destacar que BP firmó con PDVSA, en marzo de 1991, una carta de intención para estudiar la factibilidad de un desarrollo conjunto en la Faja del Orinoco. Un año más tarde, la empresa petrolera británica decidió no continuar, alegando que no tenía tecnología para adelantar un proyecto de esa naturaleza".
Veinte días más tarde, recibimos otro mensaje del capital petrolero internacional, esta vez de boca del Presidente de la empresa petrolera francesa Elf-Aquitaine quien, de paso, refuta la idea de que la inviabilidad de los proyectos de la Faja dependa exclusivamente de la alta tributación. Respondiendo al periodista que le trasmite la "verdad petrolera" sobre tributación, dice:
"Eso es cierto, pero no niega que usted no puede rivalizar hoy en día con un crudo pesado, cualquiera que sea la voluntad de disminuirle el impuesto, [Subrayado nuestro] y un crudo ligero de zonas fáciles de explotar. Eso es imposible. Está claro que para la economía venezolana ustedes tienen un petróleo que puede costar diez veces más que otro.
...
Venezuela para preparar el futuro de sus nietos tiene ganas de demostrar que el petróleo pesado, que es una de sus riquezas, puede ser explotado.
...
Ahora, desde el punto de vista económico es más interesante tanto para Venezuela como para las compañías hacer ese trabajo con el petróleo liviano. Y esto es cierto también para la refinación".
....
No hay posibilidad de decir hoy en día que se va a aumentar de dos millones de barriles diarios a cuatro millones de barriles diarios gracias al crudo pesado. Esa es una posibilidad que no existe.
La respuesta no se hizo esperar, al día siguiente, la transcriptora habitual de noticias de PDVSA en el diario de Puerto Escondido titula: "En la estrategia de PDVSA, Petróleos liviano/mediano y la Faja pesan lo mismo". Es decir, llueva truene o relampaguee en los campos de la factibilidad económica, los proyectos de la Faja se mantienen.
Al concluir la referencia a uno de los proyectos más irracionales del inversionismo petrolero, creemos propicia la oportunidad para llamar la atención, una vez más, sobre la impunidad con la cual los miembros del poder petrolero planifican fiascos colosales que gravitan negativamente y por décadas sobre la economía nacional, mientras siguen pavoneándose con sus deslumbrantes auras de eficiencia empresarial.
No nos llamamos a engaño buscando explicaciones de esta paradoja en la simple ceguera y capacidad de olvido de la gente, o en la eficiencia de los departamentos de Relaciones Públicas. Ratificamos la convicción de que se trata, por sobre todo, de un prestigio bien merecido, contante y sonante para los eternos aprovechadores: los fracasos del sector empresarial público siempre han sido generosas fuentes de enriquecimiento privado. Para Gloria Eterna de los Mecenas petroleros. Esto es lo que importa.
"Así, en base a un análisis típicamente folklórico y como producto de innumerables viajes turísticos, entró la industria petrolera a formar parte del mundo de las empresas multinacionales...
La realidad se presentó, casi de inmediato, bajo un aspecto muy diferente. Los pronósticos de nuestros "expertos petroleros" resultaron fatales. Los precios de los crudos a finales de 1985 y principios del 86 se encontraban en sus valores más bajos en los últimos diez años.
Por otra parte, lo que en principio se había considerado como una apertura en la exportación de crudos pesados, en la realidad se transformó simplemente en el desplazamiento de volúmenes de petróleos medianos y livianos que se estaban procesando en nuestras refinerías. En el caso específico de la Refinería El Chaure, ubicada en el área de Puerto La Cruz, la planta de parafina proyectada para ser construida allí para procesar crudos serosos, tuvo que ser cancelada para satisfacer la demanda de ese mismo tipo de crudo en las instalaciones de la Veba Oel."
Ahora bien, volviendo al argumento principal: la posesión de refinerías en los mercados finales garantiza la colocación de crudos venezolanos en los mismos. A nuestra manera de ver, esa suposición -premisa de mercado para las políticas de expansión de la producción en condiciones de competencia abierta por colapso de la OPEP- olvida que tal garantía sólo podrá obtenerse en condiciones de precios desfavorables para el país: no basta con ser accionista o dueño absoluto de refinerías en los mercados finales. Cuando se pretende conquistar tales mercados por el camino de la complacencia, es necesario ofrecer ventajas efectivas, las cuales tienen solo un nombre: menores precios.
"PDV's internationalisation drive, which began in Germany in 1983, has always been controversial. Critics said that the discounts PDV was obliged to apply on its heavy crude to meet German market specifications made the whole undertaking unprofitable. In any case, the company does not apply transfer prices between its various subsidiaries.
Esta condición se refuerza aún más por la exigencia de los socios externos, a los cuales hay que garantizar un margen de beneficios aceptable. Esa garantía es incompatible con un esquema de precios relativos favorable al crudo. Es historia estadísticamente comprobable el hecho de que, en períodos de alza de los precios del crudo, el margen del refinador tiende a minimizarse, y en muchos casos a hacerse negativo -como ya lo hemos referido y presentaremos en los ya anunciados gráficos y cuadros-, ante la imposibilidad de asimilar inmediata y completamente, en los precios de los productos, las variaciones registradas en los crudos. En consecuencia, ofrecer garantías sobre un margen positivo, como prenda para tales asociaciones, significa una sola cosa: precios del crudo siempre inferiores a los prevalecientes en el mercado de que se trate.
De una cierta manera esto es lo que está sucediendo, pues al ir "downstream", la industria petrolera venezolana se está comprometiendo en fases menos rentables del negocio, alejadas de la ventaja inicial (y fundamental) que otorga la simple posesión de las reservas de crudo. Se está incurriendo en mayores costos de venta, proceso y distribución, en el exterior, sin que necesariamente ello represente un incremento en la percepción neta por barril de crudo o productos, más aún esos resultados netos pueden ser negativos, es decir, generar un rendimiento inferior al de la venta pura y simple de crudo y productos refinados localmente. Tal es el caso cuando, por ejemplo, se somete el ingreso por ventas a acuerdos de tipo net-back como sucede en las relaciones establecidas dentro de la Veba Oel.
Los acuerdos tipo net-back han sido inventados justamente para eso: El refinador tiene garantizado un margen de beneficios preestablecido, cargando el peso de la incertidumbre sobre la remuneración del productor del crudo, porque esa remuneración será siempre el resultado, residual, de la evolución de los precios de los productos.
Pues bien, los resultados del net-back sobre los envíos de crudo a Ruhr Oel, correspondientes a 1990 y 1991, 12,04 y 10,04 dólares por barril, respectivamente, arrojan un saldo negativo de 8,29 y 5,88 dólares por barril con respecto al promedio de los ingresos unitarios del país por ventas exportadas de crudo y productos en cada uno de esos años: 20,33 y 15,92 dólares por barril.
En la misma fuente se informa que los resultados de este net-back ya están incluidos dentro de las cifras de ventas exportadas desde Venezuela.
Desde luego, sólo así PDVSA ha podido ubicarse como un proveedor considerable en Alemania, y en Europa en general: al costo de disminuir la percepción unitaria por barril de crudo producido y procesado. Este camino para ubicarse en una franja del mercado no es objetable en sí mismo y, por lo tanto, no es en ese plano donde se plantea la discusión. El problema radica, más que en la evaluación cuantitativa de los resultados globales que arroja este programa de adquisiciones externas para la Nación venezolana, tasas de retorno de la inversión, etc., en la cuestión de la soberanía y de los costos de oportunidad a que hemos hecho referencia tantas veces: el carácter ilegítimo de la disposición de recursos nacionales sin conocimiento de los poderes públicos y sus órganos competentes. ¿Quién decidió que ése era el destino óptimo de tales recursos? ¿En el marco de cuál estrategia macroeconómica?
La forma como el poder petrolero toma sus decisiones y elude el control de los poderes públicos es del dominio público, hasta internacionalmente. Así lo evidencian los comentarios de María Kielmas, analista ya citada, sobre la posición de los ejecutivos de PDVSA frente a la orden presidencial de vender parte de los activos adquiridos en el exterior -orden, por cierto, referida en lo fundamental al capital accionario de Citgo, a la cual la posesión en un 100% por parte de PDVSA colocaba en una situación de empresa extranjera, vulnerable y pasible de medidas proteccionistas por parte de las autoridades norteamericanas, mientras que se consideraba factible alcanzar los objetivos propuestos con una participación menor, aunque mayoritaria, en ese capital accionario :
"...Die-hard proponents of internationalization believe they can delay Perez's orders until he leaves office in little more than a year's time.
1.-
2.- Carlos Mendoza Pottellá, El Poder Petrolero y la Economía Venezolana, UCV, CDCH, Caracas 1995.
3.-El uso del concepto "poder" en este caso, está referido, tal como lo señalamos en el texto, a la caracterización de un conglomerado de intereses económicos y sociales, uniformados por una cultura particular: el expansionismo petrolero. Debemos, sin embargo, y ante las dudas expresadas por algunos colegas, aclarar que no pretendemos adentrarnos en los mares procelosos de la politología, ciencia por la cual sentimos un gran respeto.
4.- C. Mendoza P. "De las Concesiones a los Contratos...", Op. Cit.
5.- Lorenzo Monti, Venezuela Hoy, Pág. 72-75 "Cuidar es Querer". Por cierto que lo señalado por Monti, un veterano de 25 años en la industria, es la primera constatación documental de lo que es motivo frecuente de quejas verbales entre la gente de la industria en tiempos de evaluación: la arbitraria utilización del método de la campana de Gauss para estratificar al personal supervisado entre óptimos, buenos, regulares y malos, con la consiguiente generación de "cadenas de complacencia" entre los distintos escalones jerárquicos.
6.- PDVSA UK, S.A. A Review of European Issues and Strategies, Alternate options for PDVSA, London, KD274R263. ¿1991?
7.- Rubén Jaén C., "Una Industria Compleja", El Universal, 31-8-91, al responder a otro artículo de Alberto Quirós Corradi sobre la "política de envidia por los gastos faraónicos de PDVSA", donde sostiene que los ejecutivos de PDVSA "tienen derecho a usar los aviones de la empresa en viajes particulares,..., disfrutar de vacaciones pagadas en el extranjero, ir a los mejores hoteles, viajar en primera clase y disponer de carros con chofer, dentro y fuera del país".