[PETRÓLEO] Chevron, Sanciones, Licencias y Geopolítica
El revuelo ocasionado por el otorgamiento de la Licencia N° 41 de la OFAC a Chevron para extraer petróleo venezolano y enviarlo a los Estados Unidos es una muestra dramática del estado crítico, de desmoronamiento político y moral, en el cual se encuentra nuestra Nación.
Ante una orden imperial, al estilo pax romana de hace más de 20 siglos, muy clara en cuanto a sus disposiciones, de permitir a esa corporación el desarrollo de sus actividades en Venezuela con la condición de enviar todo lo producido a los Estados Unidos y no pagar impuestos, regalías o dividendos, extendiendo extraterritorialmente las competencias legales del gobierno norteamericano, se ha desatado en el país un debate "aclaratorio de lo que se esconde" tras dicha Licencia y lo que ella significaría como el inicio de un proceso de aflojamiento de la dureza de las sanciones.
Para suavizar el carácter ilegal e inconstitucional de la misma, algunos expertos han deslizado sesudos textos con una interpretación alambicada, que no aparece en el texto aprobado por la OFAC: La prohibición de pagar se refiere a la Corporación Chevron en los Estados Unidos y no a las empresas mixtas donde ella es socia minoritaria y, por ende, sin posibilidad de impedir el pago de esos tributos por éstas.
Algunos, más realistas, opinan que lo que se ofrece es un descuento de las deudas del país con Chevron y que las operaciones de la Corporación tendrán un impacto limitado en la oferta global:
La propia Chevron afirma que no tiene previsto aumentar la producción petrolera en Venezuela.
Sin embargo, el debate político subsecuente y la proliferación de hipótesis optimistas sobre la apertura de nuevas posibilidades de colocación de petróleo venezolano en los mercados internacionales conforman un panorama del estado de desesperación en el cual se encuentra todo el espectro político nacional, asfixiado por las sanciones norteamericanas.
El país entero parece sentirse como George Floyd, con la rodilla del policía de Minneapolis en su cuello. La licencia de la OFAC es una bocanada de aire que debe ser agradecida con generosas contraprestaciones, en tanto que es el precedente de una posibilidad de vida, de un aflojamiento generalizado de dichas sanciones y de vuelta al festín petrolero y rentista.
Surgen así múltiples escenarios en los cuales se relegan las posiciones nacionalistas y de defensa de la soberanía nacional sobre sus recursos. Posiciones que aparecen ahora como discursos desfasados, pre-modernos, incluso cavernícolas. Los nuevos tiempos ameritan una nueva apertura.
Algunos descubren ahora una realidad centenaria, la importancia geopolítica de la industria petrolera venezolana, puesta de bulto nuevamente por efecto de la guerra ruso-ucraniana.
Pero a diferencia de otros tiempos, esa relevancia es puesta a la orden del mejor postor, sin hacer mucho énfasis en las condiciones que garanticen el legítimo interés nacional. Intereses cuya defensa marcó épocas completas de nuestra historia, aún desde los tiempos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez.
Por el contrario, ahora vuelven a renacer los ruinosos proyectos expansivos que determinaron el curso declinante de la industria petrolera venezolana antes de las sanciones norteamericanas y que, ahora sí, nos llevarán, a concretar los sueños de las cuatro décadas pasadas, de alcanzar producciones de 4 a 6 millones de barriles diarios, extraídos de las "mayores reservas petroleras del mundo".
Por ello mismo, y aunque estoy seguro de que parecerá fastidioso rintintín para quienes las han leído antes, aprovecho para recordar mis reiteradas denuncias y condenas a esas metas de "pajaritos preñados", factores determinantes del despilfarro de ingentes recursos que hubieron podido ser aplicados a la construcción de una Venezuela alternativa.
Para ello, remito a mi blog, https://petroleovenezolano.blogspot.com, en el cual aparecen esos trabajos de los cuales extraigo los gráficos y tablas que inserto de seguidas, a manera de revulsivo.
Todo lo anterior no comporta el desconocimiento de que las realidades geopolíticas contemporáneas abren nuevas posibilidades para la restitución de los vulnerados derechos soberanos de Venezuela para la determinación de su destino, sino un llamado a asumir esas oportunidades con renovada firmeza. Nada tiene que agradecer el país a quienes lo han martirizado y mucho menos pasar por las horcas caudinas impuestas por los mismos.