Tenia que comenzar con este título para llamar la atención sobre algo que me preocupa, especialmente después de una interesante conversación sobre la campaña mundial por la protección ambiental.
En esa conversación un amigo comentó que el protocolo de Kyoto, de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, pudo haber sido una maniobra del Departamento de Estado norteamericano, una especie de efecto “Chacumbele” donde los países exportadores de hidrocarburos sin darnos cuenta nos matamos solitos. Mirándole la cara, mientras hablaba, recordé el año 1989 al regresar de culminar mis estudios universitarios de la ex URSS, unos camaradas me preguntaron de cómo estaba la Unión Soviética y les respondí que le quedaba algunos años de vida. Suficiente para entonces convertirme en la persona más rechazada en aquella reunión, llegaron luego al extremo de señalarme de “revisionista”.
Constantemente nos hacen creer que la salvación del planeta pasa por la firma de este protocolo para reducir las emisiones de carbono y así evitar una catástrofe climática planetaria. Pero como se explica entonces que el protocolo de Kyoto no hace énfasis en el uso de la energía nuclear, cuando todos los científicos aseguran que esta forma de energía es la única solución para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones que exige el mismo protocolo y también garantizar el requerimiento energético del planeta a costos extremadamente bajos si se pudiera lograr deshacer el monopolio que ejerce el “club de los Estados Unidos” sobre esta tecnología.
Sencillamente, todos sabemos que los países que controlan la tecnología nuclear serán las potencias energéticas del futuro, perpetuando de este modo el sistema de colonialismo económico sobre nuestros países. Esa quizás sería la respuesta a aquellas interrogantes acerca del tabú que pesa sobre este tipo de tecnología, y el porque es permanentemente satanizada a pesar de ser mucho más segura y limpia que la petroquímica. Entonces como se explica el gran desarrollo de esta fuente en los países industrializados, ejemplo de ello es Francia, alrededor del 80% de la electricidad que produce es a partir de la energía nuclear.
Si es así entonces ¿qué se esconde detrás del protocolo de Kyoto?. Por tanto sugiero a nuestro gobierno, aprovechando este gran liderazgo, introducir en el debate mundial la propuesta para incluir, por ejemplo, una cláusula relacionada con el apoyo tecnológico para fines pacíficos de la energía nuclear en el propio protocolo de Kyoto, creo que le pondríamos el cascabel al gato. Se hace necesario agotar la discusión nacional sobre el Protocolo y analizar los alcances y consecuencias del mismo antes de emitir manifestaciones ciegas de apoyo.
Es frecuente escuchar a los “expertos” decir que ante el caudal petrolero de Venezuela no es necesario iniciar el desarrollo de la energía nuclear en nuestra patria. No me explico si lo hacen por ignorancia o por complicidad con el imperio, esa es mi opinión. A propósito, en la ultima reunión de la comisión permanente de energía y minas de la Asamblea Nacional mis colegas también rechazaron ese planteamiento, por lo que ahora estoy más preocupado. En este sentido hago el llamado a nuestro pueblo para que el tema sea debatido en la calle.
Advierto de la campaña mediática intensiva que no es más que un lavado de cerebro permanente dirigido contra nuestros países sobre la falsa peligrosidad de esta energía y la dificultad de disponer los residuos nucleares. Pueden tener la seguridad que una refinería o una planta termoeléctrica son varias veces más contaminantes y peligrosas que cualquier central nuclear en Francia y eso lo saben muy bien los propios franceses.
*Adel El Zabayar es diputado a la Asamblea Nacional y miembro de la Comisión Permanente de Energía y Minas.