La oposición (o lo que queda de ella) ansía una crisis como ninguna otra cosa en la vida, porque añora la Venezuela de aquel pasado en el que su incompetencia y su afán por el dinero fácil de la corrupción generaban la vida ampulosa que ellos se deparaban sobre la miseria y el hambre del pueblo.
Se acostumbraron tanto al bochorno de la depravación y la inmoralidad, que transcurrida una década entera todavía sienten como su deber supremo la impúdica lucha que hoy libran por el reestablecimiento de ese oprobio de sociedad a como dé lugar.
Hacen fortunas, viajan, compran carros de lujo y beben whisky del bueno como nunca antes en toda su vida, despilfarran a raudales el dinero fácil que obtienen vendiéndole la patria cual rameras baratas al Departamento de Estado, o simplemente robándolos de las escasas alcaldías y gobernaciones que le arrebataron al pueblo, pero mueren por volver a aquel pasado de inmoralidad en el que lo único que construyeron fue la tragedia que nos legaron, mediante la desinversión y la impericia más brutal en los sistemas de electricidad y de agua que el país requería para su desarrollo.
Nos abandonaron a nuestra suerte mientras gastaban nuestro dinero en Miami o malbarataban nuestra oportunidades como nación frenando nuestras inmensas posibilidades con su empeño en la mancebía y el apurruñamiento con sus queridas en vez de trabajar por el país.
Criminales de la peor ralea, que hoy pretenden volver porque piensan que la gente es estúpida (como lo supusieron siempre en el pasado) y que no tendría memoria para recordar el drama que ocasionaron al país con su incapacidad y su afán por el dinero robado.
Criminales peor que el peor asesino que mata por comida, porque ellos generaron el engendro que nos agobia hoy con la violencia que acorrala al país de un extremo al otro.
Criminales que usufructuaron el poder para beneficio propio y que hoy no merecen, por eso, sino la cárcel y el destierro, porque a un pueblo noble como el venezolano no se le hace eso.
Criminales, porque no hay peor criminal que aquel que acusa a otro de los crímenes que comete, como quieren hacer hoy estos miserables acusando de lo que ellos hicieron (o dejaron de hacer) con la electricidad en el pasado al único hombre que se ha preocupado por este pueblo.
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