Proceso de reestructuración socialista

Camaradas: Creemos que todos estamos conscientes de que el éxito de la reestructuración del Proceso Revolucionario depende de modo decisivo de la rapidez y profundidad con que nuestros asambleístas a elegir el 26-S comprendan la necesidad de realizar los cambios; ese éxito depende también del afán creador y de la firmeza con la cual ellos apliquen la política socialista. Ahora se necesita una política en materia de personal directivo que responda a las exigencias de la reestructuración a la necesidad de acelerar el desarrollo socioeconómico. Cuando enunciemos los criterios básicos de esta política, debemos tener en cuenta tanto las lecciones del pasado como las tareas actuales de gran alcance que la Revolución nos plantea.

Durante los 11 años del Gobierno Revolucionario socialista, el país ha creado un enorme potencial de dirigentes bien cualificados; (creo) el alto nivel de educación y cultura de obreros, campesinos y de todo el pueblo, garantiza condiciones favorables para seguir enriqueciendo y renovando este potencial. Todo cuanto hemos logrado es resultado de la abnegada labor del pueblo con la atinada dirección del Comandante Presidente. Al mismo tiempo, en la actual etapa del Proceso es necesario hablar de los errores cometidos durante estos años últimos en el trabajo y las deformaciones en la política del personal dirigente, lo que originó graves defectos en la actividad de varios eslabones del Gobierno, del Estado y de la economía, provocando fenómenos negativos en el pueblo. Se podían evitar muchos errores, si los órganos electivos hubiesen aplicado siempre con los dirigentes una política de principios, eficaz, y garantizado una alta capacidad de todos los eslabones de la dirección de los gobiernos regionales y municipales y el control del pueblo en la administración política y económica. A veces sucede que a uno u otro dirigente se le designa a un cargo, para el cual no tiene capacidades ni moral ni ideológica. Para que la renovación no se interrumpa ni sea violada su continuidad. Creemos que se deben corregir los errores y, sin dramatizarlos, concederles trabajo según sus capacidades. Hoy, lógicamente, no es posible limitarse a reconocer los errores cometidos. Tal situación no puede ni debe repetirse. Para evitar tales fallas en el futuro, necesitamos sacar enseñanzas del pasado. Al hablar de esto no pretendemos de ninguna manera menoscabar el buen nombre de miles de funcionarios, sobre todo, que han consagrado y entregado todas sus fuerzas y conocimientos al servicio del pueblo. Con su honrado trabajo de muchos años y su debido prestigio.

No debemos ni podemos ser indulgentes a costa de los intereses del pueblo y del país. Los intereses del pueblo están por encima de todo: tal es nuestra Constitución Bolivariana. La verdadera preocupación por los cuadros nada tiene en común con la placidez y la impunidad, con la beneficencia y la zalamería. Debemos aprender también esta enseñanza. Veamos la realidad con los ojos abiertos, como suelen decir: aumentó desmesuradamente el papel de los órganos ejecutivos en detrimento de los órganos legislativos. A primera vista todo sigue su curso normal; son convocados con regularidad los períodos de sesiones y las reuniones de los órganos legislativos. Pero en muchos casos su trabajo se caracteriza por un excesivo apego a la forma, examinan problemas de segundo orden o aquellos cuya solución era predeterminada. Como resultado, falta el control necesario sobre la labor de los órganos ejecutivos y sus dirigentes. Hay que reconocer que algunos camaradas consideran a los órganos legislativos como lastre que sólo proporciona disgustos y molestias. Por ello, subrayando otra vez lo mencionado sobre el desarrollo de la democracia socialista dentro del proceso de reestructuración, quisiéramos reiterar la vigencia y la enorme importancia de las propuestas formuladas por el Comandante Presidente con respecto a estos problemas. Debemos elaborar y realizar las medidas que permitan a los órganos legislativos y colegiados ejercer un papel decisivo.

Hoy, la actitud que tiene el pueblo hacia la reestructuración, hacia la aceleración del desarrollo socioeconómico del país, es el criterio decisivo en la política con el personal dirigente, su singular piedra de toque. Naturalmente, debemos tener en cuenta que la formación y la actividad de los cuadros directivos durante mucho tiempo se desarrollaron en condiciones que distaban mucho de la perfección. Nuestra línea debe ser: apoyar a las personas emprendedoras, pensantes, enérgicas que quieren y pueden abrir nuevos caminos, que saben conquistar el éxito. Tenemos muchos de esa gente. Los problemas conspirativos del 11 de abril 2002 alentaron a tales camaradas, pues les abrió un amplio horizonte para su afán creador. Debemos aprender a apoyar por todos los medios a tales compatriotas, apreciar su iniciativa. Es importante que en cada organización del PSUV y en cada colectividad se forme un ambiente que estimule a todos a buscar soluciones eficaces, a intercambiar opiniones con franqueza. Estamos por la reestructuración, pero hay que respetar más al pueblo, confiar más en él.

La reestructuración exige talento y alto nivel profesional. Hoy no se puede prescindir de una moderna preparación, de profundos conocimientos sobre la producción, la ciencia, la técnica, la economía, la autogestión, la organización y el estímulo del trabajo. Necesitamos aprovechar al máximo el potencial intelectual del pueblo, aumentar de modo sustancial su rendimiento creativo. La organización y la disciplina adquieren un creciente significado. Ellas son necesarias siempre y en todas partes, pero muy especialmente en la producción contemporánea, donde se usan tecnologías sofisticadas. Estos últimos años hemos obtenido un incremento sustancial en la tasa de desarrollo económico, al poner un orden elemental y al superar la desorganización heredada. Pero este problema sigue siendo actual. El deterioro de la disciplina y la dilución de las responsabilidades tienen unas raíces demasiado profundas y aún se dejan sentir con mucha fuerza. Precisamente la criminal irresponsabilidad, la corrupción y la indisciplina son las causas principales de acontecimientos tan trágicos. Hay que crear en todas partes una situación que excluya la posibilidad de que se repitan estos fenómenos. La buena organización, la precisión y la diligencia han de ser ley para cada revolucionario.

En vez de desplegar una búsqueda innovadora, algunos funcionarios públicos muchas veces se muestran molestos por la iniciativa y el dinamismo del pueblo considerándolos como si fuesen un cataclismo natural. Pero en la reestructuración, la primera tarea consiste en estar en la vanguardia de las masas creadoras, en ayudar al pueblo a erradicar las deficiencias, en organizar el Proceso. La reestructuración y aceleración de nuestro avance se basa en las leyes y la Constitución. Pero, al igual que en todo proceso evolutivo social; su influencia puede ser tanto positiva como negativa, por eso es muy importante proteger el proceso de renovación, de la reincidencia de los métodos de orden y mando y de los enfoques formulistas a los problemas. En ningún eslabón de nuestro sistema social y de producción puede ser desvalorizado el concepto de reestructuración; aquellos casos donde proliferen las ambiciones individuales y los propósitos egoístas, en que el verdadero trabajo se vea suplantado por frases altisonantes y la palabrería, deben ser detectados, y hay que reaccionar sin demora ante ellos.

Por último, quisiéramos referirnos a un requisito tan importante como lo es la integridad moral de nuestros dirigentes, y a rasgos humanos tales como la honradez, la incorruptibilidad y la modestia. Ahora no sólo por la experiencia anterior, sino también por la presente, sabemos que sin fortalecer la moral no podremos efectuar la reestructuración. Y no es una casualidad el que precisamente hayamos tropezado con fenómenos negativos en la esfera moral. Nos referimos a la lucha para erradicar robos, sobornos, abusos administrativos, la impunidad judicial y el proteccionismo. El pueblo capta con especial agudeza cuanto está relacionado con la probidad de los miembros de dirección pública y, ante todo, de los dirigentes. Creemos que nuestra principal tarea reside en restablecer la honestidad irreprochable de los funcionarios, venida a menos hasta cierto punto por los crímenes de varios degenerados. La reestructuración y aceleración de nuestro avance se basan en las leyes y la Constitución. Pero, al igual que en todo proceso evolutivo social; su influencia puede ser tanto positiva como negativa, por eso es muy importante proteger el proceso de renovación, de la reincidencia en los métodos de orden y mando y de los enfoques formulistas a los problemas. Hoy, todo el mundo tiene la posibilidad de revelar sus capacidades. A quienes deseen trabajar, les debemos ayudar dándoles consejos, planteándoles exigencias. Y aquellos que se aferran a lo viejo, acogen con indiferencia los cambios o hasta se oponen a éstos, perderán el autobús.

¡Camaradas!, el 26 a votar por el socialismo.

¡Yanquis Ho Home!

¡Libertad para Gerardo!

¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte.

¡Venceremos!

manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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