Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo I del Tomo II de “El Capital” (V)

¿Cuál es la misión que tiene la primera fase, la transformación del capital-dinero en capital productivo?

El ciclo del capital que aquí estudiamos, comienza con el acto de circulación D — M, con la transformación del dinero en mercancías, con la compra. Ahora hay que completar la circulación con la metamorfosis inversa, con la operación M — D, con la transformación de la mercancía en dinero, con la venta. Pero el resultado inmediato de la operación D — M(T+Mp) es el interrumpir la circulación del valor-capital desembolsado en forma de dinero. Al convertirse el capital-dinero en capital productivo, el valor del capital reviste una forma natural bajo la cual no puede seguir circulando, sino que tiene que destinarse al consumo, a un consumo productivo. El uso de la fuerza de trabajo, el trabajo, sólo puede realizarse trabajando. El capitalista no puede volver a vender al propio obrero como mercancía porque no es su esclavo y, además, porque sólo ha comprado el uso de su fuerza de trabajo por un determinado tiempo. Y, por otra parte, sólo puede utilizar la fuerza de trabajo haciendo que ésta emplee los medios de producción para crear mercancías. El resultado de la primera fase es, por tanto, el comienzo de la segunda, de la fase productiva del capital.

Esta operación se expresa por la fórmula D — M(T+Mp) … P, en la que los puntos indican que la circulación del capital se interrumpe, pero su proceso cíclico continúa, saliendo de la órbita de la circulación de mercancías para entrar en la órbita de la producción. La primera fase, la transformación del capital-dinero en capital productivo, no tiene, pues, más misión que dar paso y servir de prólogo a la segunda fase, a la función del capital productivo.

La operación D — M(T+Mp) presupone no sólo que el individuo que la efectúa dispone de valores bajo una forma útil cualquiera, sino, además, que dispone de ellos en forma de dinero, que es un poseedor de dinero. Pero la operación consiste precisamente en desprenderse del dinero, y quien la realiza sólo puede seguir siendo poseedor de dinero siempre y cuando que éste vuelva a refluir a sus manos por el propio acto con que se desprende de él. Y, como el dinero sólo puede refluir a sus manos mediante la venta de mercancías, aquella operación supone en él la cualidad de productor de mercancías.

D — T. El obrero asalariado sólo vive de la venta de su fuerza de trabajo. El sustento —el propio sustento— de ésta supone un consumo diario. Por tanto, habrá que pagar al obrero, constantemente, en pequeños plazos, con objeto de que pueda repetir las compras necesarias para su propio sustento, la operación T — D — M o M — D — M. Por consiguiente, frente al obrero, el capitalista tiene que actuar constantemente como capitalista de dinero, su capital tiene que funcionar constantemente como capital-dinero. De otra parte, para que la masa de los productores directos, la masa de los obreros asalariados, pueda efectuar la operación T — D — M, tiene que encontrarse constantemente con los medios de vida necesarios en forma susceptible de compra, es decir, en forma de mercancías. Como se ve, este estado de cosas requiere ya un grado considerable de circulación de los productos como mercancías y, por tanto, de desarrollo de la producción mercantil. Tan pronto como la producción a base de trabajo asalariado se generaliza, la producción de mercancías pasa a ser también, necesariamente, la forma general de la producción. Esta, una vez que adquiere carácter general, determina, a su vez, una división progresiva del trabajo social; es decir, una especialización progresiva del producto elaborado, como mercancía por un determinado capitalista, el desdoblamiento cada vez mayor de procesos de producción complementarios en procesos de producción independientes. En el mismo grado en que se desarrolla D — T, se desarrolla, por tanto, D — Mp; es decir, en la misma medida la producción de medios de producción se disocia de la producción de la mercancía para la que aquéllos sirven, y los medios de producción aparecen, a su vez frente a todo productor de mercancías, como otras tantas mercancías que él no produce, sino que compra al servicio de su proceso concreto de producción. Proceden de ramas de producción totalmente aparte de este proceso y explotadas con carácter independiente, y son absorbidas por su rama propia de producción como mercancías, es decir, tienen que ser compradas. Las condiciones materiales de la producción de mercancías se le presentan, en proporciones cada vez mayores, como productos de otros productores de mercancías, como mercancías. Y en el mismo grado en que esto ocurre, el capitalista tiene que actuar como capitalista de dinero o, lo que es lo mismo, crece la proporción en que su capital tiene que funcionar como capital-dinero.

De otra parte, las mismas circunstancias que determinan la condición fundamental de la producción capitalista —la existencia de una clase obrera asalariada— exige que toda la producción de mercancías adquiera forma capitalista. A medida que ésta se desarrolla, descompone y disuelve todas las formas anteriores de producción, que, encaminadas preferentemente al consumo directo del productor, sólo convierten en mercancía el sobrante dé lo producido. La producción capitalista de mercancías hace de la venta del producto el interés primordial, sin que, al principio, esto afecte aparentemente al mismo modo de producción, que es, por ejemplo, el primer efecto que el comercio capitalista mundial ejerce en pueblos como China, India, Arabia, etc. Pero allí donde echa raíces, destruye todas las formas de la producción de mercancías basadas en el trabajo del propio productor o concebidas simplemente a base de vender como mercancías los productos sobrantes. Empieza generalizando la producción de mercancías y luego va convirtiendo, poco a poco, toda la producción de mercancías en producción capitalista.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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