El capítulo VI del Tomo II de “El Capital” (IV)

Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en:

    ¿En qué se distinguen los gastos nacidos del almacenamiento, de los gastos netos de circulación?

        Mientras existe como capital-mercancías o permanece en el mercado, es decir, mientras se encuentra en el intervalo entre el proceso de producción de que procede y el proceso de consumo a que se destina, el producto es mercancía almacenada. Como mercancía en el mercado y, por tanto, en estado de almacenamiento, el capital-mercancías aparece dos veces en cada ciclo: una vez como producto-mercancía del capital en funciones cuyo ciclo se estudia; otra vez, en cambio, como producto-mercancía de otro capital, que tiene que encontrarse en el mercado para poder comprarse y transformarse en capital productivo. Cabe, ciertamente, la posibilidad de que este segundo capital-mercancías se produzca expresamente por encargo. En este caso, se interrumpirá el proceso mientras se produzca. Sin embargo, la marcha del proceso de producción y reproducción exige que una masa de mercancías (medios de producción) figure constantemente en el mercado; es decir, que se halle constantemente almacenada. El capital incluye, asimismo, la compra de fuerza de trabajo, y la forma dinero no es, aquí, más que la forma valor de los medios de vida, que el obrero necesita encontrar, en su mayor parte, en el mercado. En esto nos detendremos más adelante, conforme avancemos en el presente apartado. Por ahora, basta con dejar sentado este punto. Si nos situamos en el punto de vista del valor-capital en funciones ya convertido en producto-mercancías y pendiente de ser vendido o transformado nuevamente en dinero, es decir, que actúa ya en el mercado como capital-mercancías, veremos que el estado que reviste bajo la forma de almacenamiento constituye una permanencia involuntaria y contraproducente en el mercado. Cuanto más rápidamente se venda, mejor funcionará el proceso de reproducción. La permanencia bajo el cambio de forma M' — D' impide el cambio real de materia que tiene que operarse en el ciclo del capital, e impide también su función ulterior de capital productivo. Por otra parte, la existencia constante de la mercancía en el mercado, el almacenamiento de mercancías, es para D — M condición de funcionamiento del proceso de reproducción, así como de la inversión de capital nuevo o adicional.

           La permanencia del capital-mercancías, bajo la forma de almacenamiento, en el mercado, supone edificios, almacenes, depósitos de mercancías y, por tanto, una inversión de capital constante; supone, además, pago de salarios para almacenar las mercancías en sus depósitos. Finalmente, las mercancías se deterioran y están expuestas a la acción de elementos nocivos para ellas. Para protegerlas contra estas influencias, hay que desembolsar capital adicional, tanto en instrumentos de trabajo en forma materializada como en fuerza de trabajo.

          La existencia del capital bajo su forma de capital-mercancías, y por tanto de mercancías almacenadas, origina, como se ve, gastos que, no perteneciendo a la órbita de la producción, figuran entre los gastos de circulación. Estos gastos de circulación se distinguen de los estudiados en el apartado de los gastos netos de circulación en que, hasta cierto punto, entran a formar parte del valor de las mercancías, es decir, encarecen éstas. El capital y la fuerza de trabajo destinados a mantener y conservar las mercancías almacenadas son sustraídos al proceso directo de producción. Pero, por otra parte, los capitales empleados para estos fines, incluyendo la fuerza de trabajo, deben reponerse, como parte integrante del capital, a costa del producto social. Su desembolso representa, por tanto, una merma de la fuerza de producción del trabajo, por cuya razón es necesario movilizar una cantidad mayor de capital y trabajo para conseguir un determinado efecto útil. Representan, por tanto, gastos.

          Ahora bien, en la medida en que los gastos de circulación que obedecen al almacenamiento de mercancías sólo surgen en el intervalo de la transformación de los valores existentes de la forma mercancía en la forma dinero; es decir, en la medida en que sólo responden a la forma social concreta del proceso de producción (simplemente al hecho de que el producto se produzca como mercancía y deba, por tanto, transformarse en dinero), comparten por entero el carácter de los gastos de circulación enumerados en el apartado anterior. Por otra parte, aquí el valor de las mercancías sólo se conserva o, en su caso, se aumenta por el hecho de que el valor de uso, el producto mismo, se coloque en determinadas condiciones materiales que suponen una inversión de capital y se sometan a operaciones que añaden trabajo adicional a los valores de uso. En cambio: el cálculo de los valores de las mercancías, la contabilidad de este proceso y las operaciones comerciales de compra y venta no modifican el valor de uso en que toma cuerpo el valor de las mercancías. Versan exclusivamente sobre su forma. Por tanto, aunque en el caso preestablecido estos gastos nacidos del almacenamiento (aquí involuntario) respondan simplemente a la permanencia del cambio de forma y a la necesidad del mismo, se distinguen, sin embargo, de los gastos del apartado de los gastos netos de circulación en que su objeto propio no es el cambio de forma del valor, sino la conservación de este valor, que existe en la mercancía como producto, como valor de uso y que, por consiguiente, sólo puede conservarse mediante la conservación del propio producto, del mismo valor de uso. Aquí, el valor de uso no se acrecienta ni se aumenta; lejos de ello, disminuye. Pero esta disminución se limita y el valor de uso se conserva. Tampoco aumenta aquí el valor adelantado, existente en la mercancía. Pero se le añade nuevo trabajo, trabajo materializado y trabajo vivo.
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Nicolás Urdaneta Núñez


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