La nueva visión de la realidad es perseguida por nuevas instituciones que, al ir más allá de los límites disciplinarios y conceptuales, la fundamentan en la comprensión de las relaciones y dependencias recíprocas y esenciales de todos los fenómenos: físicos, biológicos, psicológicos, sociales, culturales, etc. En este momento histórico, a pesar de que no existe ninguna estructura conceptual o institucional firmemente establecida y adaptada a las fórmulas de un nuevo paradigma, las líneas generales de la estructura de esta perspectiva ya las están trazando muchos individuos, comunidades y grupos que están ideando novedosas maneras de pensar y organizando nuevos principios.
Bajo dicha perspectiva pareciera que un enfoque semejante al establecido por la física cuántica podría ser el más adecuado, al estar fundado en: la formulación gradual de una red de conceptos y modelos vinculados y conciliados entre sí, sin que ninguno de ellos sea más fundamental que los demás; superando así las distinciones convencionales que existen entre las diversas especialidades; al utilizar un lenguaje adecuado para la descripción de los diferentes aspectos del tejido polinivelado y recíprocamente relacionado de la realidad y, en manos de nuevas instituciones conscientes, parlanchinas y cooperadoras entre sí, que estén inmersas en un escenario donde ninguna de ellas será superior ni más importante que las otras.
Son las contribuciones de la visión integral de la vida:
1. El principio de autorrenovación o capacidad de renovarse a sí mismo, ya que en el proceso metabólico que brota de las interacciones de sus componentes se generan constantemente aquellas transformaciones de dichos partícipes a través de las cuales se suceden formas que cuentan con una estructura general que persiste en una gran variedad de circunstancias, entre las que se incluyen las condiciones cambiantes del entorno y muchos otros tipos de interferencia.
2. La ostentación del método de aprendizaje mediante el cual desemboca en la armoniosa integración de sus componentes.
3. La acción simultánea del azar y la necesidad, ya que los estados críticos que reflejan sus estados de inestabilidad pueden ser producto del azar y no son previsibles; aún cuando, una vez alcanzados estos momentos de vulnerabilidad, se ve obligada a evolucionar creando una nueva estructura que sea congruente con la trayectoria general que avanza de lo simple a lo complejo, de la multiplicidad a la unidad, del caos al orden. Al tornarse inestable, siempre hay al menos dos nuevas estructuras hacia las que puede evolucionar y cuanto más alto sea su grado de inestabilidad, tanto más numerosas serán las opciones a su disposición.
4. La acción simultánea de la macroevolución y la microevolución que se evidencia en el carácter interdependiente que existe entre ella y su entorno y entre unos elementos constituyentes que están signados por la permanente evolución. Resulta así una evolución que es una aventura abierta y continua que crea sus propios objetivos en un proceso cuya notoriedad detallada es intrínsecamente imprevisible, aún cuando se puede reconocer una trayectoria genérica caracterizada por: un aumento progresivo de la complejidad, de la coordinación y de la interdependencia; por el continuo perfeccionamiento de ciertas funciones y de ciertos modelos de comportamiento y, por la presencia en su desembocadura de la integración de sus componentes.
5. La existencia de un proceso de desarrollo que se despliega a través de una interacción del entorno que la envuelve, contiene y trasciende y del mundo interior que abarca sus componentes.
6. La posesión de un comportamiento que sigue los modelos cíclicos de flujo de información o circuitos de retroacción, en razón de los cuales su trayectoria sigue el itinerario helicoidal que resulta de la entrada en acción del par de mecanismos denominados retroacción negativa y positiva.
7. El mecanismo de retroacción negativa que, ante la presencia de perturbaciones de su equilibrio dinámico, desencadena los artificios que, adoptando algún tipo de adaptación, tienden a reducir las turbulencias para restablecer dicho estado balanceado.
8. El mecanismo de retroacción positiva que, en los momentos apropiados del devenir histórico, hace posible las transformaciones al amplificar las desviaciones generadoras del desarrollo, del aprendizaje y de la evolución, mediante los cuales suele ser capaz de lograr las sucesivas adaptaciones al entorno mediante el estrés, el cambio somático y el cambio genotípico. Estrés que consiste en llevar una o más variables a sus valores extremos, dando como resultado la rigidez con respecto a estas variables y, por consiguiente, la incapacitación para adaptarse a un nuevo estrés y, por tanto, inducirla a apelar a la entrada en juego del cambio somático mediante el cual recupera parcialmente su flexibilidad, sustituyendo con un cambio más profundo y duradero otro cambio más superficial y reversible. A su vez, el cambio genotípico es aquel a través del cual se adapta al entorno, modificando el ámbito de algunas variables, y en particular de aquellas que dan origen a los cambios más sobrios.
9. La íntima coordinación de las actividades nacidas de las interacciones existentes entre los elementos constituyentes que les engendra a éstos la tendencia a asociarse, a entablar vínculos, a vivir el uno dentro del otro, a cooperar, a crear la íntima asociación simbiótica que resulta recíprocamente provechosa para los partícipes como consecuencia de su pertenencia a un sistema en el estado balanceado que les garantiza la coexistencia en una combinación de competencia y de dependencia recíproca, donde la posibilidad de que ellos experimenten un crecimiento exponencial, es mantenida a raya por varios mecanismos de control y de interacción.
nicolasurdaneta@gmail.com