Es muy común observar como en nuestros procesos eleccionarios personas, pobres, de uno u otro sexo apoya a los candidatos de la oligarquía; ¿lo llamaríamos falta de identidad?, ¿falta de ilustración? Pero el motivo no es lo esencial, si por naturaleza no se es sujeto u objeto capaz. Queremos decir que si no se posee capacidad subjetiva para reaccionar en enemigo contra el enemigo, por peligroso y perverso que sea éste, no hay enemigo y, a la inversa, si no se tiene calidad para provocar la existencia y acción permanente del enemigo, tampoco hay enemigo. El enemigo nato, con exclusión del estado subjetivo y objetivo, es muy raro, se da pocas veces. Se reduce la cuestión, en abstracto, a carencia de una dimensión en la personalidad.
Todo lo referimos a la formación. A lo exterior. El imperativo único parece hallarse fuera de ellos, tal parece que la burguesía los tomaran con sus tenazas, cual si fueran unos pobres coleópteros, para imponerles el querer y el pensar, el sentir y el obrar. En el pasaje bíblico de Babel, los hombres y mujeres dejaron de poder entenderse porque fueron castigados a expresar la misma cosa con palabras distintas. Hoy sucede igual a est@s compatriotas, pero a la inversa: con la misma palabra expresan diferentes ideas o conceptos. Naturalmente, tampoco podemos o queremos comprenderlos. Y tal es nuestro caso.
Ambos, socialistas y burgueses pronunciamos la misma palabra, libertad, libertad, con idéntica fonética, pero cada uno ha expresado una idea distinta; más aún, opuesta. Para nosotros los socialistas la libertad es algo histórico, político; algo adquirido por hombres y mujeres a costa de nuestro esfuerzo y de nuestra sangre. Es un período, un estado, de la evolución de las masas en su permanente progreso. Según Darwin y Marx. Ellos fueron quienes así se expresaron, cada uno en su propio terreno. Aunque, defendida su pureza, una vez más, una misma palabra exprese ideas distintas.
Es la existente entre razón y evolución. ¿Determina la razón a la evolución o la evolución a la razón? Si la evolución a la razón, aquella no es dialéctica, lo determinante no puede ser determinado: si la razón a la evolución, ésta no será total, universal; la razón resta independencia. Si hay evolución, no hay razón, y si hay razón, no hay evolución. Hay una dialéctica universal determinante de todos los fenómenos.
Siempre, al intentar conciliar los burgueses, incurren en la odiada metafísica, por muchos juegos de palabras que hagan, pero uno u otro deberán ser absolutos. Queremos escucharles más que rebatirles. Su argumentación está bien construida; porque su sofisma pasa inadvertido… ¿Cómo decían en su antigua lógica?...; petición de principios. Hay en sus argumentos una petición de principios o, simplemente lo toman de una realidad.
Según mis recuerdos de cuando era cristiano, Dios tenía un atributo que no mencionan. Su atributo principal: el amor. ¿No es para los cristianos la encarnación de Dios, el Cristo, eso, amor?... ¿Amor a los hombres? Entonces, ¿Por qué no nos hizo como él quiso y debió querer? Nos hizo como quiso y debió querer en lo animal y nos hizo como quiso y nos debió hacer en lo transcendental, en lo espiritual. Amándonos infinitamente nos hizo mal… ¡es el suyo un raro amor!... ¿no? Nos hizo entes dotados de libertad… ¿Libertad para matar, para explotarnos unos a los otros, para odiarnos, para matarnos? Entonces, maldita sea la libertad divina que mata.
Debemos rectificar su creación; debemos rectificar la creación, creando un mundo en el cual no exista la pobreza, la miseria; en el cual no exista libertad para el mal. La empresa lo merece… En su lenguaje, señores burgueses, ¿no les parece nuestra empresa un poco empresa de Dios?
La rebelión angélica y la nuestra—una mito y la otra real—son justas y necesarias; tienen una suprema grandeza; en su lenguaje, las llamaría santas… Nada más santo puede haber que incapacitar a los hombres y mujeres para el mal.
No interesa en absoluto ese yo espiritual que con ser tan puro, eterno y libre se somete siempre a lo material…; en fin, que resulta ser determinado por la condición económica. Crearemos distinta economía, distinta condición, y hallaremos otro y distinto yo social. Claro está, sin matarlo, sin transmutarlo. El hombre es sujeto de la economía, no sólo objeto. No determina la economía al hombre, sino el hombre a la economía. Si el hombre fuera determinado por la economía, el harto sería el pacífico y el hambriento el guerrero y, según lo constatamos, el hombre harto es el hombre de presa, y el hambriento, el proletariado, al que debemos rebelar. Un fin ideal, sublime o, si queremos, santo… Sí, si el fin está justificado.
¿Dejarse matar?... Es una mentalidad de rex. Matar es una negación de la vida; matar para no morir es afirmación. Dejar a los tiranos y malvados imperialistas, traicionar y matar al género humano; se trata de hacer imposible su ataque, naturalmente para la burguesía eso es libertad. No, señores burgueses el amor ha fracasado; la religión cristiana que pregonan ustedes, es un absoluto fracaso; miren en torno de sí, miren al mundo cristiano, suicidándose con la droga de su cobarde corrupción. Sí, sí, puro fracaso… Quien derrota siempre a los tiranos son los conspiradores, revolucionarios y guerreros. Quien tenga una sensibilidad humana y tenga valor para enfrentarse con esa burguesía criminal y corrupta, sólo podrá evitar el mal privándolos de los medios para realizarlo.
El horror de la burguesía al mal, natural en ella dada la esencia de su naturaleza, la llevó a una total aberración; personalizó el mal, haciendo de él, acción, un sujeto. Así vino a ser el mal un ente metafísico, existente por sí. El dualismo panteísta de muchas religiones hizo el mal divino, personalizándolo en sus deidades. Es un sobrehumano esfuerzo para no sentirse responsables del mal que ellos cometen; tal es su horror a él, que ni pensaron que renunciaban a ser quienes eran, hombres y mujeres, para convertirse en bestias inlibertas. El mal es obra de la burguesía; el mal autentico y trascendente, el que hacen los burgueses capitalistas a los proletarios. El mal, por su esencia, es dual, contradicción; todo él objetividad. Lleva en su entraña la negación, la nada. Así, cuando elevamos el mal a su consecuencia última, se autodestruye; el mal se destruye así mismo. Pero convengamos, por lo menos, en que sólo es una filosofía de victimas… ¡Señores burgueses, están todos ustedes perdidos!
Lo que hasta hoy les parecía a los burgueses, verdades y realidades evidentes, cual bloques de granito, donde un orden social tiene su base roquera, inconmovible y eterna…, se transforma en bruma. La fuerza del socialismo, ingente, imponderable, aparece con un imperativo categórico indomable…, sutil y titánico a la vez; algo así como el magnetismo, la electricidad o la gravitación universal. Frente a lo fenomenal del socialismo, ya se ven igual a los hombres y mujeres de la edad de piedra, teniendo aún en su cabeza todas las supersticiones ancestrales sobre los fenómenos de la naturaleza trasladados una noche al mundo de hoy.
Y, lo confieso, si las fuerzas, las causas sólo son los que la Historia nos señala, proclamamos que la Revolución es el milagro mayor de nuestra era. Pero no basta explicar el prodigio Marx, Engels, Lenin, Trotski, son para mí una verdad absoluta…, si también queremos explicarnos la existencia, dimensión y fuerza de este Universo de la Revolución. Por tanto, la forzada ignorancia de las masas puede dar lugar a la existencia de ciertas dudas, las que explotadas por el oposicionismo, pueden desmoralizar a algunos sectores del pueblo pobre. Debemos ilustrarles, para que no cometan algunas faltas sin querer; sería una prueba magistral y decisiva. No hay nada más peligroso que un pueblo informado parcialmente.
Feliz año nuevo 2011 Camaradas
Gringos ¡Ho Home!
¡Libertad para Gerardo!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre.
Patria Socialista o Muerte ¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net