Nuestro método no sólo es fundamentalmente distinto del mecanicista método capitalista, sino que es, en todo y por todo, su antítesis, ya que éste convierte la ideología burguesa en sujeto con vida propia, en el Dios de una realidad que es la simple forma eterna y externa en que toma cuerpo. Para nosotros, al contrario, lo ideal no es más que el aspecto opuesto y complementario de la realidad social mediante el cual ésta se traduce y transpone a la cabeza del ser humano. Y esta inversión provoca el hostigamiento y es el azote de la burguesía y de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe se abriga a la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque en el carácter esencialmente crítico y revolucionario de nuestro método, subyacen todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarnos intimidar por nada. Quienes aspiramos remontar las luminosas cumbres revolucionarias del conocimiento de la realidad social tenemos que estar dispuestos a escalar la prominencia cognitiva por los comarcas más abruptas.
Es un hecho irrefutable que toda nueva concepción de cualquier disciplina revoluciona siempre la terminología técnica en ella empleada, siendo la mejor prueba de esto lo ocurrido en la química donde su nomenclatura ha cambiado radicalmente, sin que pueda señalarse apenas una sola combinación orgánica que no haya pasado por una serie de nombres. En el caso de la sociología burguesa, ésta se ha contentado, en general, con tomar los términos corrientes de la vida social y operar con ellos tal y como los encontró, sin advertir que de este modo queda encerrada dentro de los estrechos horizontes de las ideas expresadas por aquellas palabras. Un ejemplo concreto en el ámbito de la economía política clásica es el hecho de que no llegara a remontarse jamás sobre los conceptos habituales de ganancia y de renta, ni a investigar en conjunto, como un todo, esta parte no retribuida del producto (a la que Marx da el nombre de plus-producto), ni llegó tampoco, por consiguiente, a formarse una idea clara acerca de sus orígenes y carácter, ni acerca de las leyes que presiden luego la distribución de su valor., aún cuando sabían perfectamente que tanto la ganancia como la renta del suelo no son más que modalidades, fracciones, de la parte no retribuida del producto que el obrero se ve obligado a entregar a su patrono. Otro tanto ha ocurrido en el ámbito industrial que, al dejar a un lado a la agricultura, los economistas clásicos ingleses englobaron indistintamente bajo el nombre de manufactura, con lo cual borraron la distinción entre dos grandes períodos fundamentalmente distintos de la historia económica: el período de la verdadera manufactura, basada en la división del trabajo manual, y el de la industria basada en la maquinaria.
Es evidente que una teoría que concibe la realidad social capitalista moderna como una simple estación de tránsito en el devenir histórico de la realidad social, tiene necesariamente que emplear términos distintos de los que emplean aquellos autores para quienes la formación social capitalista es definitiva e imperecedera.
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