Es cierto que los certificados de la Carta Médica para conducir se habían convertido en un grueso negocio para los colegios de médicos del país, eso no es ningún secreto. En el pasado mes de marzo del 2010 acudí a uno de esos colegios y cuando me tocó el turno para realizar el trámite, un médico regordete con una coca cola en mano y una bolsa con varias empanadas que destilaban aceito supe saturado, me atendió. Me preguntó si yo sufría de hipertensión y/o diabetes y le respondí que no. Listo. Obtuve mi documento sin ni siquiera medirme la tensión arterial ni mirar las famosas letricas reflejadas en la pared. Y saz! Pagué 85 bolos. Eso fue en Maracaibo que cuenta con más de millón y medio de habitantes. Saquen la cuenta. Conté los que en ese momento esperaban en la cola y me dije: tremendo negocio hay aquí. Bueno, adelante.
Hoy la cosa es diferente. Algún “genio” salido de una lámpara de esas que pululan en los anillos de poder caraqueños, tuvo la “fenomenal” idea de revertir ese requisito burocrático y pasar a entregar la famosa Carta Médica en los CDI a nivel nacional de forma gratuita. Bien por lo último pero garrafalmente pésimo por lo otro. Ahora resulta que solamente en ésta urbe dispersa como lo es Maracaibo, solamente están habilitados dos (2), si señor como leyó, dos (2) pingues CDI para entregar el preciado documento y solamente entregan 20 numeritos, o sea, que debemos hacer cola desde las 4:00 de la madrugada para acceder a la “gracia” del numerito en cuestión. ¿En cuántos meses podremos gestionar esa Carta Médica todos los conductores de la ciudad? Ni Pitágoras descifraría el enigma. ¿Cuántos médicos se necesitan para que ese primordial documento sea expedido con prontitud y en el menor tiempo? ¿Los CDI están capacitados para eso? ¿Se previó la logística y el cuerpo técnico indispensable? ¿Quién fue el “genio” que parió ese mostrenco de proyecto? Obviamente que tiene que haber sido un quinta columna que odia este proceso revolucionario y se esmeró en idear una imbecilidad de ese calibre para quitarle votos a nuestro presidente y al proceso bolivariano, no hay otra explicación, es un(a) infiltrado sin duda alguna.
Ahora el escualidismo lanza maldiciones al gobierno y cada día se alejan más personas que algún día fueron afectos al proceso. No es posible tanta torpeza y que nadie haga nada. Una más para los matavotos.