De todos modos, no
hay nada más irresponsable y vergonzoso que basarse en un episodio
de segundo orden para juzgar el rol histórico del pueblo que sufrió
miles de víctimas. Los autores del prefacio adoptan básicamente el
tono del castro-comunismo. La desgracia es que estos historiadores piensan
y escriben como sí la historia comenzara con ellos. Y les daban ocasión
a las masas, burladas en aquellas célebres jornadas, para que cambiasen
las preferencias de sus candidatos, los medios de comunicación, la
oratoria y las demás prácticas de la vida legal, por el sistema de
la resistencia y revolución, a que viene apelando desde entonces, para
corregir los abusos de esos mandatarios, dar triunfo al partido de la
Revolución y solución a los problemas del país. Plantear “ellos”
los puntofijistas un mínimo debate, nunca, porque en sus términos
y códigos no hay reflexión, ni lógica, porque sobre la mentira
han construido sus peroratas discursivas.
La verdadera política
revolucionaria comenzó con la insurrección de la juventud militar
liderizado por el Comandante Chávez, el 4 de febrero de 1992, con su
oposición irreconciliable a las políticas entreguistas del puntofijismo.
El objetivo de esta Revolución es unificar a todos los oprimidos y
explotados contra la oligarquía y el imperialismo, apoyados por la
conchupancia de los partidos adeco-copeyanos. Chávez quería la unidad
de las masas revolucionarias basada en la lucha de clases, no la unidad
de los charlatanes de la “elitista y rancia izquierda trasnochada”
al servicio de la CIA para engañar al pueblo. Cualquiera que no entienda
la diferencia de esta forma de unidad debe ser barrido del movimiento
revolucionario.
Al obligar a la parásita
burguesía puntofijista a reconocer y respetar las elecciones del 98,
la Nación se puso en orden bajo un régimen nacionalista y socialista
con Chávez, amado por el pueblo; con un partido disciplinado y doctrinario:
con dirigentes dignos y gobernantes en regiones y alcaldías de más
o menos carácter, iniciativa y talento, pero sostenedores todos (con
excepciones) con firmeza de las instituciones en la paz, y propulsores
del país por la senda del progreso socialista. Ya pasaron doce años
desde que Chávez está jugando un rol activo, ¡todo un período histórico,
pletórico de grandes acontecimientos nacionales! Durante este lapso,
el “chavismo”, en el sentido formal de la palabra, se dividió o
mejor dicho, muchos “conversos” saltaron la talanquera.
Ha tocado a una pléyade
de hombres y mujeres redactar en 1999, una nueva Constitución, para
construir un país de igualdad y derechos, hacer la revolución incruenta
contra la política puntofijista, fascista, excluyente, y agotar en
ella sus esfuerzos para alcanzar la victoria. Por una acumulación pausada
de generosos principios certeros. Y por ser dueños de instrumentos
que en ellos precedieron a lo que llegaron a ser sus extraordinarias
perspicacias políticas. Los dotó la Naturaleza de una insólita sensibilidad
y de una incomparable finura de espíritu. El talento la cultura y el
desprendimiento hicieron lo demás, al tallarse en sus propias experiencias.
Hay en el Comandante
Presidente Chávez, cierta virtud, sublime sobre todas, de amor al pueblo
y a la libertad; cierto natural criterio para favorecer la causa de
los desgraciados, de los pobres y oprimidos; inquebrantable voluntad
para sobrellevar en su defensa los rigores del infortunio; y una como
superior fuerza mágica, para convertir hombres y mujeres en soldad@s
heroicos de las buenas causas; cualidades e instintos del pueblo que
los funcionarios de Estado no debieran ninguna vez desconocer. Pero
la tarea del Comandante no consiste en educar a la parásita burguesía
— ¡ya son un caso perdido!— busca educar al pueblo en el espíritu
de oposición intransigente al capitalismo y de las buenas ventajas
del socialismo
En los primeros días
de organización y lucha del Gobierno Revolucionario, se han visto confundidos
en una misma fila salteadores y políticos. Hombres empecinados en la
maldad, manipuladores y explotadores del pueblo, con hombres y mujeres
de honor y sentimientos puros, como si las revoluciones para cambiar
las costumbres, la estructura social, las instituciones político-administrativas
y el predominio de unas castas, se asemejaran a los asombrosos sacudimientos
seísmicos, que hacen brotar del centro de la tierra, en hirviente torbellino,
elementos de muerte y manantiales regeneradores de la vida. En los meses
críticos de la revolución los partidos oposicionistas y la oligarquía
apátrida, cercados por el pueblo revolucionario, no encontraron otra
forma de defenderse que la calumnia más vil contra los hombres y mujeres
revolucionari@s. Caían como llovidas del cielo las acusaciones de que
los chavistas y Chávez estaban ligados al eje del mal. La ralea de
burgueses lacayos del imperialismo y sus agentes internacionales no
inventaron nada; no hicieron más que desarrollar hasta niveles gigantescos
las bajas calumnias del State Departament.
Pero viniendo a la
seca realidad de la historia; a la narración fiel, aunque helada de
los hechos positivos, no se nos hace dificultoso decir, porque así
es la verdad, que esta es la época heroica de nuestra Revolución;
que sí de cierto luchamos con fiereza, lo hacemos también por
arraigadas convicciones. Llegó nuestra hora de gran Júbilo: El de
la Independencia y la soberanía, política y económica, que tanto
están irritando al imperialismo y sus lacayos en todo el mundo. Sabemos
que nuestros perfiles ideológicos deben completarse y madurar. No de
otra fuente brotó la concepción de la Revolución. La dignidad es
como una esponja. Se la oprime, pero siempre conserva su fuerza… El
que muere por la vida, si muere donde debe, sirve.
Hay moral en la política
del Comandante Presidente, y en las ambiciones de los socialistas, tenemos
patriotismo, ideología, fe y pasión cualidades indispensables para
el triunfo de la Revolución. No hay que considerar la revolución como
una tentativa de naturaleza individual; como agresión de un hombre
audaz a la oligarquía y a una clase media que se está beneficiando
con las medidas que toma el Gobierno Revolucionario; cuando la filosofía
de la historia, por el contrario ve en ella una expresión del estado
general del país, un signo, de la determinación bien asentada en la
conciencia del pueblo, de modificar la política, estableciendo un nuevo
orden socio-económico, y poniendo en manos revolucionarias las riendas
del Estado.
Es un deber y obligación
de la Iglesia Católica defender los intereses del pueblo y no de los
que lo explotan, pero los obispos y curas no deben intervenir directamente
para cambiar los acontecimientos, su presencia puede influir positivamente
en dar luz en muchas circunstancias. Su misión es ver como los venezolanos
hacemos los cambios. Si asimilamos la amarga lección de los gobiernos
IV republicanos, y si en verdad podemos construir un país decente.
Deben los religiosos acompañar al pueblo y compartir con él todos
los acontecimientos. Los obispos y curas deben dejar de usar sotana
y reemplazarla por unos buenos pantalones. Deben probar que, que están
a la altura de las circunstancias, y el símbolo de la hombría son
unos buenos pantalones. Recuerden la frase popular: “fulano de Tal
lleva los pantalones bien puestos”, o a fulano le quedan grandes los
pantalones. Señores obispos y curas aprovechen la coyuntura que hoy
vive Venezuela y vamos a la lucha: El desempleo, los salarios bajísimos
con que una gran parte del pueblo tiene que conformarse, mientras la
burguesía empresarial aumentan considerablemente sus groseras ganancias;
las injustas condiciones en que muchas veces efectúan las mujeres su
trabajo en las empresas de la burguesía capitalista, son hechos lamentables
que están impidiendo a una gran parte de compatriotas poder aprovechar,
la hora de riqueza moral y económica que vive nuestra Patria. No obstante
el esfuerzo realizado por el Gobierno Bolivariano, y la ley del trabajo
y los instrumentos legales previstos para la defensa de la clase trabajadora.
El Gobierno Revolucionario
sigue creando nuevas instituciones, pero desde los directivos para bajo
todos son quinta columna; así les sucedió a la Junta de Gobierno de
1958, y a Wolfang Larrazábal. El Gobierno debe preocuparse y los dirigentes
revolucionarios también. Sí no nos queremos dar cuenta que debemos
hacer los cambios para completar la derrota del puntofijismo fascista
burgués y forjar una nueva sociedad, o queremos repetir las mismas
escenas del pasado. Tal vez están tratando los interesados vende Patria
y quinta columna interna en abortar la Revolución, motivado a esa rara
facultad que tenemos los venezolanos para olvidar pronto. ¿Estamos
viendo la misma película?
—La democracia imperialista
se pudre y desintegra. Un programa de “defensa de esa democracia”
para nuestro país es reaccionario. Aquí la única tarea progresiva
es el triunfo de la revolución socialista. Su objetivo es romper los
marcos del viejo estado nacional burgués y construir la economía de
acuerdo a las condiciones de nuestras capacidades, de nuestras necesidades.
“Los cretenses, nos dice MONTESQUIEU, para obligar a los magistrados a la dependencia y obediencia de las leyes, empleaban un medio muy singular: el de la insurrección. Esta institución que hacia legal la sedición para impedir los abusos del poder, parece que debía concluir (moralmente hablando) con la República; sin embargo, ella no destruyó a Creta”. Hagámosle lo mismo a esa oposición burguesa.
manueltaibo@cantv.net
¡Gringos! ¡Go Home!
¡Libertad para Gerardo!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad.
Hasta la Victoria Siempre.
Patria Socialista o Muerte ¡Venceremos!