En Venezuela donde estamos desarrollando la sociedad socialista; la clase de los pequeños burgueses que oscila entre el proletariado y la burguesía, conformada por un grupo de profesionales, intelectuales y pulperos (comerciantes). Estos grupos de disociados, como parte complementaria de la sociedad burguesa, se aferran sin cesar a la burguesía; pero los individuos que la componen se verán precipitados a las filas de la revolución a causa de la competencia de profesionales y comerciantes socialistas, y, con el desarrollo de las empresas de propiedad social, ven aproximarse el momento en que desaparecerán por completo como fracción independiente de la sociedad burguesa y qué serán absorbidos y reemplazados en el comercio, la manufactura y la agricultura por los técnicos socialistas, consejos comunales y las cooperativas socialistas.
La burguesía IV republicana de nuestro país desea seguir “remediando” nuestros males con el fin de que continúe en el poder la sociedad burguesa.
A esta categoría pertenecen los economistas burgueses, los intelectuales burgueses, los filántropos, los humanistas, los que pretenden mejorar la suerte de las clases trabajadoras, los organizadores de la beneficencia, los protectores de animales, los fundadores de las Sociedades de la templanza, los fundadores de las ONG, los reformadores domésticos de toda suerte. Y hasta han llegado a elaborar este su socialismo en sistemas completos.
Citémosle a estos contrarrevolucionarios como ejemplo la Filosofía de la Miseria, de Proudhon.
Los socialistas burgueses quieren perpetuar las condiciones de vida de la sociedad “moderna”, (o burguesa) pero sin las luchas y los peligros que surgen fatalmente de ellas. Quieren perpetuar la sociedad actual, pero sin los elementos que la revolución descompone. Quieren la burguesía sin el proletariado. La burguesía, como es natural, se representa el mundo en que ella domina como el mejor de los mundos. El socialismo burgués elabora en un sistema más o menos completo esta representación consoladora. Cuando requiere al proletariado para realizar su sistema y hacer su entrada en la nueva Jerusalén, no hace otra cosa, en el fondo, que inducirle a continuar en la sociedad actual, pero despojándose de la concepción odiosa que se ha formado de ella.
Otra forma burguesa del socialismo, menos sistemática, pero más práctica, intenta apartar al pueblo de todo movimiento revolucionario, demostrándole que no es tal o cual cambio político el que podrá beneficiarle, sino solamente una transformación de las condiciones de la vida material, de las relaciones económicas. Pero nótese que por transformación de las condiciones de la vida material, este socialismo no entiende, en modo alguno, la abolición de las relaciones de producción capitalista burguesa, lo que no es posible más que por vía revolucionaria, sino únicamente reformas administrativas realizadas sobre la base misma de las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado, que no harían en el mejor de los casos, sino disminuir los gastos que requiere su dominio y simplificar el trabajo administrativo del gobierno burgués.
El socialismo burgués no alcanza su expresión adecuada sino cuando se convierte en simple figura retorica.
¡Librecambio, en interés de la clase obrera! ¡Derechos protectores, en interés de la clase obrera! ¡Prisiones celulares, en interés de la clase obrera! He ahí la última palabra del socialismo burgués, la única que ha dicho seriamente.
El socialismo burgués se resume precisamente en esta afirmación: los burgueses son burgueses en interés de la clase obrera.
La “socialdemocracia”, o (socialismo burgués) que tendría que favorecer a las clases necesitadas a superarse, ayudan a la burguesía; estos partidos “socialistas” defienden de hecho al capitalismo usurpador, vendiendo al pueblo, destrozándolo y empobreciéndolo. La traición, la corrupción y el narcotráfico enquistados en sus filas paralizaron el desarrollo social. El verdadero carácter de la socialdemocracia, partido cuya política se basa en la explotación imperialista de los países más débiles, se refleja más claramente en el hecho de que nunca crearon o apoyaron una ley que favoreciera al pueblo.
El origen de la fuerza de los partidos “social-demócratas”, o más exactamente social imperialistas, radica en la protección de la burguesía, que a través de los parlamentarios burgueses, el ejército burgués, la policía burguesa y los medios burgueses de comunicación privados, protegen y defienden a la socialdemocracia contra todo tipo de movimiento revolucionario, incluso contra la critica revolucionaria.
A causa de la agudización de las contradicciones nacionales e internacionales, se revela de manera todavía más abierta y cínica esta ligazón orgánica entre los partidos “social demócratas” y el imperialismo. Por eso nunca se concretaron las expectativas de una revolución; la economía socialista hubiera producido desde el comienzo todo lo necesario para satisfacer las necesidades de los pueblos.
A esta componenda de socialismo pertenecen los partidos: Acióndemocratica de Rómulo Betancourt y sus derivados, en Venezuela; los socialistas chilenos de Ricardo Lagos y pinochetistas; el APRA peruano de Haya de la Torre y Alan García; el sansimoniano PSOE de Felipe González y Zapatero en España; los socialistas ingleses de Tony Blair y owenistas; los socialistas alemanes de Willy-Brandt y sus nazistas; los socialistas franceses de François Mitterrand y fourieristas; los socialistas italianos de Giuseppe Saragat y todas las mafias; el socialismo sueco con corona y todo de Olof Palme; y todos los partidos burgueses que se dicen socialistas, en todos los rincones de nuestro planeta Tierra.
De esta suerte, el socialismo científico halló la ocasión tan deseada de confrontar las reivindicaciones socialistas con el movimiento político. Pudo lanzar los anatemas tradicionales contra el liberalismo, contra el régimen representativo, contra la concurrencia burguesa, contra la libertad burguesa de prensa, contra el derecho burgués, contra la libertad y la igualdad burguesas; pudo predicar a las masas populares que ellas no tenían nada que ganar, y que más bien perderían su independencia, en este movimiento burgués.
El socialismo científico olvido muy a tiempo y a propósito que la crítica francesa y el partido socialista francés, cuales son un simple eco insípido de la burguesía, presuponía la sociedad burguesa, con las correspondientes condiciones materiales de existencia y una constitución política adecuada, es decir, precisamente las premisas que todavía hoy tratamos de derrotar.
Este socialismo analizó con mucha sagacidad las contradicciones inherentes a las modernas relaciones de producción. Puso al desnudo las hipócritas apologías de los economistas burgueses. Demostró de una manera irrefutable los efectos mortíferos del maquinismo y de la división del trabajo, la concentración de los capitales y de la propiedad territorial, la superproducción, las crisis económicas, la fatal decadencia de los trabajadores y de los campesinos, la miseria del proletariado, la anarquía en la producción, la clamante desigualdad en la distribución de las riquezas.
Sí el socialismo científico se convirtió de este modo en un arma en manos del proletariado contra la burguesía, representa directamente, por otra parte, un interés de los pueblos y, renaciendo sin cesar bajo diversas formas, constituye la verdadera base del socialismo del siglo XXI en Venezuela.
¡Gringos Go Home!
¡Libertad para Gerardo! ¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre. Patria Socialista o Muerte ¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net