La izquierda en Venezuela nunca se preparó para gobernar, tan solo participaba en contiendas electorales con supuestos proyectos para una población inmersa en una crisis imperecedera, que se mantenía adherida, casi en su totalidad, en las filas de los dos partidos que alternaban el poder, AD y COPEI.
El bipartidismo clasista venezolano, en su ir y venir político, fraguaba en las masas empobrecidas, aquel mensaje capitalista de tener que aceptar su condición social, con remiendos y dadivas miserables.
Tendrían que preguntarse, los partidos de izquierda para aquel entonces, lo qué anhelaban del pueblo venezolano, pues se acomodaban en las críticas al gobierno de turno, más, siempre resultaban perdedores, con muy pocas opciones legislativas.
No había una estrategia de lucha, centrada en la comunidad, en su formación, solo las descargas verbales, enfocadas desde teorías leídas y releídas, como marco de referencia para la construcción de un socialismo, que según decían, tenía el sabor a cultura popular.
Si pasamos inspección a nuestro antiguo ideal socialista, siempre obtendremos como relato , aquellos conceptos y reflexiones de Marx, conocidos en la Teoría del Valor Trabajo, El Manifiesto Comunista, Miseria y Filosofía, El Socialismo Utópico, Las Tesis de Feuerbach, también, El Materialismo Histórico de Marta Harnecker, karel kosik, en su Dialéctica de lo concreto, y aquel mundo de la Pseudoconcreción, Sánchez Vásquez y su Filosofía de la Praxis, Salvador de la Plaza con su alternativa socialista y el problema de la tenencia de la tierra, Granshi y la noción de bloque histórico.
Tantos materiales estudiados, para aprender, para co-crear y edificar la patria nueva, lecturas, que nos enseñaron aquellos elementos básicos, para despedazar el capitalismo como sistema de explotación del hombre por el hombre.
Más ese bagaje teórico, estaba ahí, abierto y saltando en nuestras mentes sin percatarnos de la gran importancia del quehacer político en lo más elemental: la práctica social que ayudaría en su despertar al pueblo venezolano.
¿Nos preparamos acaso para gobernar?
¿Nos sometimos a la incansable tarea diaria, de llegar, dialogar, conocer, aprender, dar y construir junto a los más desvalidos, las verdaderas víctimas de ese modelo nefasto privatizador que acordonaba la miseria?
No, nunca lo hicimos o pocas veces llegábamos a ellas. Pocas veces llegamos al barrio.
Aún recuerdo, las pláticas a través del megáfono, en meses electorales, solo ahí, se abordaba el barrio, equivocadamente, pues el compromiso ideológico revolucionario en el día a día, para sembrar en tierra abonada y recibir buena cosecha, no se había consagrado.
Funcionar desde las bases, instaladas en los barrios venezolanos, debió ser una estrategia de la conciencia revolucionaria en aquellos tiempos.
Desde la raíz se alimenta el árbol, y el árbol debe ser la patria en conciencia.
Muchos libros escritos por personeros de los que se hacían llamar de la izquierda venezolana, encontramos. Fueron estos, textos documentados bajo la tendencia liberadora marxista y sus grandes seguidores en la posmodernización, lecturas obligatorias para la formación de hombres y mujeres que soñaban con un mundo nuevo en esencia. No obstante, son varios, de sus autores, ahora, adversarios de la revolución bolivariana, que unidos al pensamiento de las oligarquías poderosas del país y el mundo, asumen esquemas neoliberales de vida y de desprecio hacia los programas de bienestar social que se implementan en Venezuela. Estos son los nuevos pensadores burgueses que se hacen llamar de Centro Izquierda y que en Europa se muestran, con sus repercusiones.
Y la cuestión es, por qué si fueron forjadores de los principios marxistas en las aulas venezolanas, no acompañan con su confianza, este proyecto real que nace de un pueblo excluido, con el liderazgo del comandante Chávez.
Percibo, que la referida desconfianza, se debe, a la incapacidad que presentaban estos dirigentes, de pensar en un plan gubernamental limpio, libre de ataduras capitalistas. Al no preocuparse en el pasado, en una posibilidad de gobernar fuera de este sistema alienante, asumiendo su descomposición, estaban aceptando y manteniendo un pesimismo, que los hacía vulnerables ante las prácticas salvajes de expropiación y contratación que nos hundían en la pobreza. Nunca como partido político, la izquierda venezolana, se oriento, a darle un nuevo rostro a nuestra patria, así lo he reflexionado durante años.
Tendríamos que indagarle a José Vicente Rangel, quien lucía una imagen de más humildad y con mayor transparencia de ideas, que pasaba en aquel entonces, sobre la no apropiación de nuestro aparente proyecto político por parte de la ciudadanía, pues esta le observaba, con indiferencia, como una simple utopía de grupos pequeños, sin relevancia alguna, para dar vuelta a su vida vilipendiada en su propio país. País petrolero aplastado por las trasnacionales norteamericanas.
Y no es casualidad que sea JVR, el personaje de aquella época cuarto republicana, defensor de los intereses de las mayorías, el que asume hoy junto a otros, con responsabilidad el propósito bolivariano, pues es muy probable que su conversión hacia el socialismo no fuera una quimera, como tampoco era la mía, y la de otros, que hoy celebran, anhelan e insisten en la consolidación de la revolución bolivariana.
Las críticas al proyecto socialista venezolano, que vemos a diario por personeros de la “izquierda” venezolana e internacional, es una insolente manera, de denigrar, tan igual a la que vivimos en la cuartarepública, al mantener una postura opositora, que ahora se dice llamar de centro izquierda y que se constituye en una sátira despiadada, una desnuda confusión teórica que no se reconstruye en la práctica social porque es aislada a ella.
Las revoluciones actuales, son procesos construidos por la insistencia de los pueblos, sus carencias eternas, les invita a asumir un rol de liderazgo masivo con niveles de exigencia hacia los gobernantes.
Los ciudadanos de la nueva era, no son los mismos sumisos de ayer. Y es que hoy la reclamación de estos, supone una formación, un conocimiento sobre lo que hay y el estallido de la conciencia de pertenencia como un estandarte digno de su existencia en sociedad.
El estancamiento de los pueblos, genera las condiciones para el gran salto hacia acciones determinantes. Las revoluciones surgen de las involuciones, el despertar amoroso y responsable, es el nuevo paradigma de vida, porque se busca la conexión con el bienestar social y la armonía del espíritu.
Sabemos que la sociedad clasista-petrolera venezolana, se mantuvo alejada de los más necesitados (incluyendo a la clase media), elevando sus condiciones de vida a una infelicidad permanente, mientras que unos pocos disfrutaban de los privilegios de un Estado aquiescente con las de decisiones de las oligarquías y perfilado gobernantes de turno.
Conocemos los orígenes del clientelismo político, de la corrupción administrativa, del despojo inminente de nuestra riqueza petrolera y el abandono del agro con sus expropiaciones a los campesinos.
Conocemos para quiénes presidían y lo que fundaban los dirigentes políticos del pasado.
Cerros repletos de ranchos, barrios escondidos en las ciudades, colmados de casas de cartón, desnutrición infantil, deserción escolar, desempleo, basureros públicos con zamuros y humanos, buscando utensilios y comida. El capitalismo roñoso que no se compadeció de Venezuela, se manifestaba en su naturaleza salvaje.
Hoy, la nueva visión ciudadana, se proyecta hacia una unidad en la diversidad, para el bienestar integrado.
Ya no somos esclavos de los poderosos, ahora se exigen gobernantes con los mismos sueños afectuosos integracionistas. Estados cuyos ejércitos nacionales, sean liberadores y resguardadores de la soberanía de sus pueblos.
No es en vano, que un soldado del pueblo venezolano, sacudido en su condición bolivariana, sea presidente de la nación.
Soldado que para los intelectuales de la izquierda centrista, significa militar empalmado en el poder, con ideas populista para generar el consenso de las masas. La misma tendencia que en la década de los 70, examinaba al militar golpista latinoamericano, educado en la escuela de las Américas.
No obstante en Venezuela se ha demostrado, que en el corazón de nuestras Fuerzas Armadas, late el corazón de la historia bolivariana, que identifica al soldado con su pueblo y con la defensa de la soberanía del país.
Leyendo sobre la revolución de Los Claveles Rojos en Portugal, recordé a los valientes soldados bolivarianos del 4 de febrero de 1992.
Hoy podemos manifestar con orgullo, que el pueblo venezolano es un pueblo victorioso, que asumió con responsabilidad la edificación de la patria grade con su protagonismo.
El poder ciudadano que es el poder del pueblo levanta con orgullo el ideal bolivariano, junto a los soldados de la patria.
Cada día somos más los que se unen a esta revolución del pueblo que nadie detendrá.
Y no compartimos, con una recalcitrante clase de “intelectuales”, aburguesados, que junto a los medios poderosos oligarcas, cocinan en la misma olla, el sancocho de la traición al pueblo.
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