La Burguesía en Vivo

Camaradas: Ya es hora de que afrontemos las calamidades de estos tiempos, los más azarosos que he visto en sesenta años, o más, de presenciar la corriente viva de la historia. Ya es hora de oponer a los atrevimientos de esta burguesía homofóbica, algo más que el asombro seguido de resignación fatalista, algo más que las maldiciones murmuradas, algo más que las protestas, semejantes a cohetes que “un 31 de diciembre estallan con luces y ruido, apagándose al punto en cobarde silencio”. Forzoso es que alguien, sea quien fuere, clame ante la faz atónita del pueblo venezolano, incitándole a contener enérgicamente las insensateces de los que abren las puertas al imperialismo, sin saber lo que nos traen, que la desarrollaron y extendieron atropelladamente, tropezando con la tragedia y levantándose con arrestos heroicos, que un día proclaman alegrías de paz y al siguiente nos llaman a mayor guerra, y ahora, arrastrados de la fatalidad, se ven en el forzoso compromiso de agrandar la acción ofensiva con amplitudes desproporcionadas, que no tendrán cabida en el marco modestísimo de nuestra Patria.

Unidos todos en socialismo, encaminemos hacia su término los enfrentamientos, añadiendo al fulgor de las ideas la lucidez de los entendimientos, en cuanto se relacione con la política nacional o internacional. Apaguemos de un soplo los cirios verdes que alumbran el Santo Oficio, llamado por mal nombre “Defensa Social”, vergüenza de la Patria y escándalo de los siglos, y pongamos fin a las persecuciones inicuas, al enjuiciamiento caprichoso, a las mentiras y vejámenes, con ultraje al Comandante Chávez y desprecio de los derechos más sagrados. No estorbemos a la justicia, sino a la desenfrenada arbitrariedad y al furor vengativo. No temamos que nos llamen anarquistas o anarquizantes, que esta resucitada Inquisición ha descubierto el ardid de tostar al Comandante Chávez en las llamaradas de la calumnia. Ya nos han dividido en dos castas: buenos y malos. No nos turbemos ante esta inmensa ironía. Rellenemos las filas de los malos, que burla burlando, a la ida contra el enemigo, seremos los más, y a la vuelta los mejores.

Los días de esta burguesía apátrida están contados y de nada les valdrá lanzar la especie de “una campaña de necrofilia contra el Comandante Chávez”, “otra leyenda negra”. La astucia de apelar al orgullo nacional cuando la opinión internacional se interroga sobre el “problema de Venezuela” no siempre ha sido eficaz. La burguesía en este momento resulta pueril o incursa en la manía de grandezas al creerse víctimas de una “conjura del chavismo”. En cambio, era cierto que los tristes procedimientos empleados en la lucha política hacían que se considerase a nuestra patria como sumida en una dictadura de nuevo cuño. Indudablemente, vamos hacia la paz, pero queda aún por realizar una última etapa del plan de operaciones elaborado por la Revolución…

Para la burguesía no es la enfermedad de Chávez, o el hombre de la calle, o del campo, donde se esconde el secreto y la respuesta al enigma venezolano. Su ambición es apoderarse del poder económico y político, convirtiéndonos en carne de cañón para sus fines. Cuando se dice que la moralidad de la burguesía debe juzgarse por sus probables consecuencias, queremos decir que deseamos que se apruebe la conducta que vaya a realizar los fines humanos y sociales que deseamos, y que se repruebe la conducta opuesta. La burguesía, esto no lo considera, hay ciertas reglas según las cuales la aprobación y la reprobación la aplican ellos sin tener en cuenta para nada las posibles consecuencias. Este es un peligroso estado de cosas mediante el cual la inteligencia desinteresada se ahoga parcialmente, y las fuerzas conservadoras y oscurantistas se persuaden de que pueden permanecer triunfantes.

Tenemos que mantenernos de pie y mirar a la burguesía a la cara: sus cosas buenas, sus cosas malas, sus bellezas y sus fealdades, verlos tal cual son y no tener miedo de ellos. Conquistarlos mediante la inteligencia y no sólo sometiéndose al terror que emana de ellos. Tenemos que hacer de nuestro país lo mejor posible, y si no es tan bueno como deseamos, después de todo será mucho mejor que lo que la burguesía esclavista ha hecho de él en todos estos siglos. El argumento usual de los burgueses acerca de este tema es, en líneas generales, el siguiente: Yo y mis socios de clase somos personas de asombrosa virtud e inteligencia. Siento decir que no encuentro este argumento tan impresionante como dicen los que lo emplean.

Afirmaciones tales podrán parecer excesivamente duras para algunos miembros de ese grupo fascista. Cierto es que el mito fue a veces más fuerte que el pueblo, pero no es éste el caso. De todas formas, la afirmación de la burguesía está ya muy distante del huero patrioterismo de juegos florales. Es un intento de interpretación, de comprensión diferente al que habían intentado. Pero, en resumen, lo que afirmamos, y con razón, es que el problema de la renovación social y cultural de Venezuela tiene que partir de sus raíces, de liquidar el analfabetismo político, y que todo lo que no parta de ahí será, y ha sido, obra de y para minorías privilegiadas. Por eso, si la burguesía es un arma dirigida contra la estructura ideológica del “viejo régimen”, es un arma limitada de clase, sin raíces en el pueblo.

“Uno halla, al considerar la vida del pueblo pobre, que todo el progreso del sentimiento humano, que toda mejora de la ley penal, que todo paso hacia la disminución de la guerra, que todo paso para eliminar la miseria, que todo paso hacia un trato igualitario de las razas de color, que toda mitigación de la esclavitud, que todo progreso moral realizado en el país, es y ha sido obstaculizado constantemente por la Iglesia Católica, la burguesía y el imperialismo. Necesitamos un criterio propio, sin temor, y una inteligencia libre. Necesitamos la esperanza del futuro, no el mirar hacia un pasado muerto, que confiamos será superado por un mañana que nuestra inteligencia puede crear”.

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cinco cubanos héroes de la Humanidad!

¡Ahora más que nunca —con— Chávez!

¡Bolívar Vive!

manueltaibo1936@gmail.com


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Manuel Taibo


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