Contra la crítica vacía y los pseudo intelectuales

Desde que el líder de la revolución echó a volar a la eternidad, he visto muchas cosas en el acontecer político nacional. Y son tantas cosas que uno no termina de digerir una cuando ya hay otras, igual de complejas para entender, que la anterior. Lo bueno de todo, es que la mayoría de los hechos han sido positivos, todos han estado inmersos en una constante movilización del pueblo, en una perenne expresión de patriotismo.

Todas estas acciones, cargadas de pueblo, de solidaridad, de amor en el abrazo y en la lágrima sincera, se han volcado en apoyo decisivo al candidato de la patria, al hijo de Chávez, al hombre con el cual se garantizará la continuidad de la revolución y la paz de la patria.

Sin embargo, esto no ha sido todo lo que ha sucedido. Hay quienes han “saltado la talanquera” como popularme se les dice a quienes cambian su afiliación o bando político. La mayoría de estos casos los ubicamos como positivos, porque han favorecido, sin duda alguna, a la revolución bolivariana. Y de nuestro lado, el chavismo lo que ha hecho es fortalecerse, unificarse, ha cerrado filas de una forma muy consciente y disciplinada, dando muestra de lealtad absoluta al proyecto y su líder. No obstante, hay quienes sin saltar la talanquera, han estado haciéndole el trabajo, consciente o inconscientemente, a la contra, a la derecha, al imperialismo, pues.

Hay quienes detrás de un “manto sagrado” de supuesta intelectualidad, se creen con la autoridad de hacer críticas, por demás descontextualizadas e impertinentes, al devenir diario de la revolución y su conductor, Nicolás Maduro. Criticas, vaya que las queremos y necesitamos, pero criticas serías, necesarias para la continuidad y profundización del proceso revolucionario; no criticas vagas, vacías, de esas que se enarbolan como simples banderas incoloras para llamar la atención y sentirse parte de un “algo” que ellos mismos no entienden, y mucho menos practican.

Para entender este proceso con exactitud se necesita de mucha reflexión, y de mucha empatía con el pueblo. Solo así se podrán entender con mayor precisión algunas acciones llevadas a cabo en este proceso coyuntural.

Hay quienes llaman y catalogan de “pendejo” a aquellos revolucionarios que, tras un gran trabajo y esfuerzo, han logrado sumar fuerzas estratégicas a la revolución. Esos, imposibilitados para entender el simbolismo de algunas acciones dentro de la revolución, no logran trascender posiciones dogmáticas, por demás antagónicas para con nuestra revolución, y se quedan atascados en un “radicalismo” que de radical no tiene sino la intensión, por demás ciega.

Lo peor de estos sujetos, pseudo intelectuales, irreflexivos que se escudan tras esgrimir incoherentemente algunas “reflexiones” es que se creen poseedores de una verdad, y más aún, voceros de sectores revolucionarios, chavistas, patriotas. Hablan de acciones pedagógicas, e incluso se ufanan al creerse ejemplos vivos de una “ética política”. No se dan cuenta que la única acción políticamente ética es defender al pueblo de las garras de la derecha fascista que aún se mantienen con cierta fuerza en nuestro país; No logran entender que la ética política, la que entiende el pueblo y que es necesaria para nosotros, es la que se expresa en las calles, con furor y en favor de una candidatura en la que se juega la continuidad de la revolución parida y creada por Bolívar, Chávez y todo un pueblo luchador.

Aquí necesitamos reflexiones, sí, claro que sí. Aquí necesitamos críticas, sí, claro que sí. Pero todas estas en consonancia con el objetivo supremo. Aquí no valen cadenas reflexivas estériles que, si llegan a dar algún fruto, es el de confundir y disipar las fuerzas. Y para esas, para las reflexiones necesarias, claro que tenemos una escuela política, quizás no bajo una estructura como muchas veces la piensa y necesita el pensamiento clásico inoperante, pero si hecha ya patria, esquina, samán, galpón, casita y hasta rancho, en donde las lumbreras toman forma de campesino, de proletariado, y su mejor ejemplo es la acción. Si aún creemos y decimos que esa escuela formadora de conciencias no ha existido, es igual a creer y decir decir, directamente, que las palabras diarias de Chávez fueron nada, que las palabras diarias de Maduro son nada. Y eso, eso el pueblo ya no lo aceptara.

Aquí no estamos proponiendo un socialismo light, y mucho menos estamos olvidando los postulados del líder supremo, aquí estamos haciendo política, con una visión estratégica de nuevo tipo que quizás, o muy seguramente como hemos podido ver, no es entendible para muchos “intelectuales”. Gente, aquí estamos enfocados a los temas centrales, solo que los temas centrales del pueblo noble y revolucionario, no es el mismo, muchas veces, que el de pequeños sectores aislados. Aquí no estamos con farándula ni con infantilismos cuasi revolucionarios, aquí estamos ejecutando el dictamen del pueblo, sin menosprecio a su formal llana y hermosa de expresarse.

Pueblo alegre y revolucionario, ayer tuvimos un padre, un líder, un guía, un gigante que nos mostró, con su amor infinito, el camino para la creación de un mundo mejor. Ese padre fue tan grande que, al irse a volar por el eterno, nos dejó a su hijo, tan líder como él, para concretar las aspiraciones del pueblo.

Nos queda a nosotros, militantes revolucionarios, cerrar filas para la concreción del proyecto chavista y revolucionario. En esta lucha, en esta tarea histórica, debemos tener el tino que a muchos les falta, debemos tener la paciencia para que, irrevocablemente, demos la estocada final al enemigo estratégico, sin posibilidad de equivocarnos al desenvainar la “palabra precisa”.

¡Viviremos y venceremos!

¡Chávez, lo juro, mi trabajo es por la patria y por Maduro!

elcorreodefranciscoojeda@gmail.com

@Franc_Ojeda


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Francisco Ojeda


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