Los presidentes de Venezuela en la era del puntofijismo no han representado ni a sus propios partidos. Lo primero que han hecho es declarar que están liberados de esa disciplina, y algunos se han convertido en autócratas engreídos, soberbios, testarudos y sordos; así, quienes han gobernado en Miraflores son las barraganas, y en los estados los secretarios generales de los partidos.
“El pueblo estaba alienado, 40 años de mentiras, 40 años de compra de conciencia, 40 años de estrangulamiento del estómago, han hecho creer que Acción Democrática y Copei eran invencibles y que la patria era el partido”.
La crueldad y crimines de Juan Vicente Gómez no fueron actos trascendentes, pues estos no destruyeron la nación; sin embargo, aquellos malos políticos puntofijistas crearon un estado mental que llevó a la gente a no trabajar, y esto sí nos hundió. En 1928 no había ideología. Había un déspota y los escasos individuos preocupados por la situación imperante eran semidemocráticos con ideas republicanas, los movía el deseo de ser libres e independientes, eran unos románticos.
El pueblo es renovación. Pero la burguesía que quieren detenerlo, caen perseguidos por los viejos errores. No podemos aspirar a la rendición de los venideros sino teniendo la maldición de los contemporáneos. La mayor parte de las gentes cree que, al arrancarles una preocupación un error a cuya sombra sus padres han vivido siglos, le arrancamos su alma y su Dios.
Cada privilegio persigue y calumnia cada derecho que le contradice. El pueblo es movimiento. Se advierte en él la voluntad de invertir los valores, el afán de destruir un sistema. La obsesión por exterminar a los que lo humillaron y a sus próximos, a sus semejantes y, finalmente, hasta a los que son diferentes de ellos, pues sus opresores son seres malignos que merecen castigo. Como es timbre de sinceridad, para el que ha sido engañado muchas veces, la brutal felonía. Y los que vienen a moverlo, caen aplastados bajo su inmensa rueda.
El cabalgamiento de grupos humanos, como en el régimen de castas, sólo produce un sistema incoherente. La represión y el malestar existentes entre los diversos estratos, implica terribles tensiones. Venezuela como toda la América de Bolívar Y Chávez, está urgida de la desaparición del régimen de castas. Chávez, porque tiene prestigio o lo que llamamos personalidad, mana, se convirtió en el depositario y conductor de los ideales del pueblo venezolano, estuvo a la altura de ese arquetipo, y las masas lo acogieron como a su héroe y a su Libertador.
¡Qué termine, en fin, ese gran escándalo que nuestros nietos no querrán creer! ¡Desapareced, en fin, indignantes distinciones de ricos y pobres, de grandes y pequeños, de amos y criados, de gobiernos capitalistas y pueblos esclavizados! Que no haya entre los venezolanos más diferencia que la de la edad y del sexo. Ya que todos tenemos las mismas necesidades y las mismas facultades, pues que no exista más que una sola educación, que un solo sustento. Nos conformamos con un mismo sol y un mismo aire para todos: ¿Por qué la misma cantidad y la misma calidad de alimentos no bastarían a cada uno de ellos?
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cinco cubanos héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive la lucha sigue!
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