Me pongo cómico (en estado de guarimba revolucionaria)

En vista de que las actitudes críticas vienen siendo combatidas ferozmente por la “nomenklatura” chavista, creo que es hora de que nos pongamos cómicos, en serio, o nos declaremos simplemente en guarimba popular y revolucionaria, para salirle al paso a tanto disparate dicho en nombre de la revolución.

Primero que todo, los pueblos oprimidos del mundo, la clase trabajadora, los campesinos y el pueblo en general, que durante casi dos siglos han regado con su sangre las calles y campos de todos los países del mundo en procura de la revolución socialista, saben muy bien que el Socialismo por el cual hemos luchado toda la vida es una propuesta política cuyo autor primigenio fue Carlos Marx. Por tanto, si nos identificamos con el socialismo como proyecto de sociedad, es evidente que debemos reconocer en la obra marxista un aporte invalorable en esta dirección que pretende tomar nuestra revolución bolivariana.

En otras palabras, si el Socialismo es nuestro rumbo, pues el marxismo forma parte indisoluble del mismo. Es decir, este, EL PROYECTO REVOLUCIONARIO BOLIVARIANO, SI ES UN PROYECTO MARXISTA, aunque no sea exclusivamente marxista. En un trabajo publicado en estas páginas de Aporrea, y en la Revista Venezuela Socialista N° 1, dejamos claro que además del marxismo, la revolución venezolana y latinoamericana se nutría de aportes fundamentales como los realizados por Miranda, Bolívar, Martí, Guevara, Mariátegui y la llamada Teoría de la Dependencia, entre otras raíces teóricas.

En dicho artículo establecimos lo que consideramos las causas del fracaso de la experiencia del llamado “socialismo real”, haciendo énfasis en la disparidad existente entre las propuestas originales de Marx con lo que aplicaron luego los rusos en la URSS.

El objetivo del socialismo marxista es alcanzar una sociedad que se fundamente en la cooperación solidaria entre personas libres e iguales. En base a ello, no debemos tener miedo ni reserva alguna en reivindicar al marxismo como una de las raíces teóricas de nuestra revolución.

En segundo término, se han producido una serie de infelices declaraciones por teléfono, hoy ratificadas por el presidente Chávez, que nos obligan a guardar prudente distancia de las mismas. Primero se dijo que había que “tener cuidado” con lo que se decía por los medios televisivos. Eso lo interpretamos como cualquier ciudadano de mediana inteligencia lo haría, como una presión destinada a censurar posiciones críticas. Además, como algo abiertamente opuesto a lo que ha sido uno de los pilares fundamentales de esta revolución: declarar la verdad pura y descarnada sobre nuestras realidades sociales, dicha por todo el medio de la calle, actitud de la cual Chávez ha sido el principal protagonista, y gracias a la cual se ha ganado el apoyo de las grandes mayorías populares.

Luego de más de una década de haber impuesto una forma de actuar, totalmente legítima y que respaldamos en todos sus puntos, no se puede venir ahora a censurar a quienes denuncian verdades que cualquier ciudadano puede comprobarlas en su rutina cotidiana en las diversas instituciones del país. El fundamento de la revolución bolivariana es la verdad, y no puede establecerse ahora que existen algunas verdades que el pueblo no puede o no debe conocer.

La mentira, el ocultamiento y la tergiversación de la información, es lo que hundió al régimen puntofijista, y ha derrotado al movimiento golpista y conspirador de los últimos años. EL PUEBLO SE IDENTIFICA CON QUIENES DICEN LA VERDAD POR LA CALLE DEL MEDIO, NO IMPORTANDO QUE LA VERDAD SEA DURA Y AFECTE INTERESES PODEROSOS. ESA DEBE SEGUIR SIENDO LA NORMA DE ESTA REVOLUCIÓN.

No aceptamos que en nombre de la revolución se oculte información, se le presente a la población una realidad armoniosa y sin conflictos, cuando existen en los hechos situaciones que indican lo contrario. EL PUEBLO NO ES RETRASADO MENTAL, NO ES UN ADOLESCENTE QUE NECESITE QUE LE EXPLIQUEN LAS COSAS. El 13 de abril de 2002 nuestro pueblo demostró que es mayor de edad, que interpreta y analiza los hechos políticos como el mejor de los analistas y el más formado de los dirigentes, que toma conciencia de los hechos aunque los medios informativos intenten tergiversar y engañar. No necesitamos de unos dirigentes paternalistas que vengan a decirnos lo que es bueno y lo que es malo. Eso sería repetir la tutela partidista adeco-copeyana ejercida durante cuatro décadas.

Se ha intentado desprestigiar las legítimas protestas que sectores de la población han realizado sobre este caso específico de la salida del aire del programa Dossier. Escuche como la presidenta de VTV, mediante una llamada telefónica, llamaba “guarimba” a la protesta que se realizó enfrente del canal del Estado exigiendo la vuelta al aire de Walter Martínez. Creo que esa afirmación es gravísima, y más aún viniendo de quien se supone que es una militante comprometida con las causas populares y revolucionarias. La guarimba de febrero-marzo del 2004 formó parte de la conspiración golpista y fascista que buscaba derrocar y aplastar a la revolución bolivariana, y UNA SENCILLA PROTESTA DE CIUDADANOS MOLESTOS PORQUE SACARON DEL AIRE UN PROGRAMA QUE CONSIDERAN VALIOSO, NO PUEDE ASEMEJARSE JAMÁS A ESE TÉRMINO DE GUARIMBA. A menos que se esté actuando con intereses ocultos, que aspiro a que no sea lo que esté ocurriendo con algunos de los principales dirigentes de este proceso.

Por VTV observé también a un viceministro de información, que muy serenamente explicaba que los periodistas sacados del aire por negarse a leer el comunicado contra Walter Martínez “tenían todos sus derechos garantizados por ante el ministerio del trabajo”. Cuando escuché eso, retumbaron en mi mente las mismas palabras que he escuchado cientos de veces de parte de patronos inescrupulosos que despiden a los trabajadores cuando éstos ejercen alguna protesta, organizan sindicatos, o en general intentan hacer valer sus derechos constitucionales. Lo que dijo el viceministro de información lo he escuchado de parte de propietarios de empresas de vigilancia privadas, partidarios de un capitalismo salvaje en el cual no está permitido la existencia de sindicatos ni de protestas de ningún tipo. “Tienen todos sus derechos legales garantizados en el ministerio del trabajo”.

En otras palabras, lo que quiso decir el viceministro es: “esos periodistas están botados, y que vayan a la inspectoría a reclamar sus derechos”. Por cierto, la patronal agrega generalmente en estas situaciones, lo siguiente: “no acataremos providencias de reenganche ni decisiones de tribunales, ni la corte celestial podrá reincorporar a los trabajadores botados”. Lo que generalmente ocurre, por desgracia.

Me hago la pregunta: ¿regresarán a VTV los periodistas botados, si el fallo de la inspectoría o del tribunal del trabajo les favorece?. Esa parte no la aclaró el viceministro.

A un problema complejo no se le pueden dar respuestas simples. La estabilidad laboral de los periodistas no puede afectarse por situaciones donde están de por medio valoraciones distintas sobre opiniones críticas referidas a la realidad del país. Triste papel cumple el viceministro de información cuando responde como un patrono cualquiera que despide a trabajadores rebeldes. Al actuar así, coloca al gobierno revolucionario que representa como un vulgar régimen demócrata burgués, que resuelve la conflictividad política mediante artilugios legales.

Cayendo finalmente en el caso Dossier, creo que la salida del aire del mismo es una aberración que no corresponde a los principios democráticos-revolucionarios que sustentan este proceso. Una cosa es que se discrepe de Walter Martínez, por su estilo, por determinadas opiniones, por cualquier cosa. La discrepancia de opiniones es el estado natural de los seres humanos. La discrepancia de opiniones políticas no puede justificar jamás la censura contra un programa de opinión o un medio de comunicación. A menos que el mensaje que se esté transmitiendo sea un llamado abierto a ejercer acciones violentas, como ha ocurrido estos últimos años con multitud de medio de la oposición golpista venezolana.

Y ese no es el caso de Dossier. No se ha producido hasta ahora ningún argumento realmente serio que justifique una medida tan salvaje. Dejemos claro que sacar del aire a un programa de televisión sin razones plenamente justificadas es propio de una dictadura, y no de una democracia participativa como lo es esta revolución.

Si Walter se puso cómico, bueno, eso en principio no es ningún argumento. Que Walter quería usar su programa para decir sus propias opiniones, bueno, eso es lo más natural, y creo que todos los que tienen o asisten a programas de radio y TV van precisamente a decir lo que les da la gana, como debe ser en toda sociedad democrática, y como lo ha impuesto de hecho el pueblo venezolano en este proceso revolucionario. Que Walter creyó que ese programa era suyo, bueno, creo que para cualquier ciudadano está claro que el programa Dossier era de Walter Martínez y de nadie más, y que aunque haya sido censurado, seguirá siendo de Walter Martínez mientras él viva.

Por cierto, ni conozco a Walter, ni comparto necesariamente sus opiniones. Creo que dicho ciudadano tiene tantos derechos como cualquier otro a expresarse públicamente. Como creo tenerlo yo, aunque sólo tenga a Aporrea y algunos medios impresos revolucionarios para ejercer dicho derecho.

Que si Walter estaba pidiendo mucho dinero, bueno, eso habría que aclararlo muy bien. La forma como se produjo la salida del aire no indicaba hasta ahora que hubiera de por medio una discrepancia económica. De hecho, con anunciar desde un principio que Dossier salía del aire porque VTV no cuenta con recursos para cancelar los altos honorarios que exigía su conductor, hubiera bastado para calmar las posibles tensiones.

Bastante tarde se viene a decir eso, y repito, creo que a estas alturas las explicaciones tienen que ser más convincentes.

Finalmente, la purga dentro de la revolución se extiende por carambola a revolucionarios que simplemente dijeron lo que pensaban, como lo haría cualquier ciudadano. Es el caso de Tascón, del cual el presidente denigra públicamente aún sin estar seguro de lo dicho por el propio acusado. Ese es el colmo de todos los colmos. Pedir diculpas públicamente a Tascón si el caso fuera que él no hubiera dicho lo que se supone que dijo, y continuar de seguidas con un fuerte regaño público sobre algo de lo cual no se está seguro, es simplemente ganas de echarle más leña a un fuego que nunca debió haberse encendido.

Pareciera, en el caso de Tascón, por otros hechos ocurridos en meses recientes, que simplemente están esperando la oportunidad para cobrarle su falta de incondicionalidad para con los dirigentes del proceso.

La purga contra Tascón se une entonces a la purga contra Walter, y contra los periodistas botados de VTV. Es la purga contra el pensamiento crítico, contra los que dicen en público lo que todos los revolucionarios denuncian en cualquier escenario de la vida social.

Ayer apenas asistí en Caracas al encuentro de sindicatos de base y UNT regionales en la Casa Sindical, exigiendo elecciones inmediatas y congreso preparatorio en la Unión Nacional de Trabajadores. Allí, casi mil dirigentes de todos los estados del país, se reunieron para expresar su descontento hacia la forma como los burócratas y derechistas vienen saboteando la consolidación de la UNT como central revolucionaria y clasista de los trabajadores de todo el país. Varias decenas de dirigentes intervinimos realizando denuncias que harían palidecer lo que puedan haber expresado Walter y Tascón. Esa es nuestra realidad, y en vez de ocultarla o silenciarla, hay que darla a conocer a todo el país.

Por todo lo anterior, creo que es prudente que en momentos en que el pueblo venezolano intenta expresar por diferentes vías su descontento ante los vicios que corroen este proceso revolucionario, es necesario el ponerse cómico y declararse en guarimba, es decir, en protesta espontánea y natural del pueblo exigiendo corregir las arbitrariedades y los errores que amenazan el rumbo de la revolución.

cruzcarrillo2001@yahoo.com


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Roberto López Sánchez

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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