Si buscamos al MBR-200 es porque le huimos al PSUV

Hace un par de días tuvimos la oportunidad de leer la muy corta noticia del llamado que hizo nuestro presidente Nicolás Maduro al pueblo de Venezuela en pos de la reconstrucción del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (“Presidente Maduro pide reconstruir MBR-200 en todo el país “http://www.aporrea.org/actualidad/n239487.html). Aun cuando entendemos el llamado del presidente Maduro a que retomemos la herencia intelectual de los tiempos de juventud política del Gigante de nuestra América, no podemos compartir el contenido político de la propuesta. Llamar a la reconstitución del MBR-200 es desconocer la realidad de nuestra superestructura. A menos que dicho llamado vaya de la mano de un proceso de disolución del Partido Socialista Unido de Venezuela, la intencionalidad del mismo se pierde entre las marañas de la política real y de la inmediatez de unas elecciones que la oposición prevé utilizar como herramienta de desestabilización ya sea por una victoria (consecuencia de una mala política administrativa de algunos dirigentes mediocres de bajo rango y de un plan de acecho constante) o por la inmediata o eventual respuesta violenta a una derrota.

Y es que no podemos siquiera entrar en el debate de la reconstitución del MBR-200 sin haber primero reconocido la gigantesca derrota política que dicho llamado constituye dentro de las fuerzas de la revolución. Retomar la bandera del MBR-200, movimiento de carácter cívico-militar de tez nacionalista y republicana, con un contenido federalista que parecía poco acorde a la centralización constante que se ha evidenciado en las políticas de gobierno del ejecutivo de los últimos 14 años; retomar la bandera del MBR-200 es renunciar al proyecto del Partido Socialista Unido de Venezuela. El PSUV tenía entre sus fundamentos no solo el árbol de las 3 raíces, sino además un análisis marxista occidental basado en gran parte en la teoría Gramsciana de la importancia de la superestructura dentro de la transformación del estado en aras del socialismo. Al árbol de las 3 raíces la tradición del marxismo occidental añadía la necesidad de reconfigurar el debate dentro de un análisis clasista sin que esto constituyese una invitación al determinismo economicista. Pero más allá de los aspectos teóricos, el llamado a constituir nuevamente en MBR-200 es un llamado a llenar un vacío político-ideológico dentro de las filas del chavismo—un vacío que se origina no en la ausencia de nuestro Comandante, sino en el colapso efectivo e ideológico de lo que se suponía habría de ser el primer partido verdaderamente democrático de la historia política de Venezuela, América latina, y la izquierda como la conocemos: el PSUV.

Para poder entender el porqué de esta última afirmación debemos comprender lo que se suponía era la esencia del PSUV como propuesta innovadora y radical: comenzando desde la célula, la distribución del poder dentro del PSUV dependería en la legitimidad de la asamblea dada su constitución por miembros de la célula misma en calidad de voceras/os. Los voceros tenían como tarea principal expresar el poder de decisión de la célula dentro de la asamblea. Las decisiones tomadas en asamblea general debían de ser respetadas por la militancia en pleno, pero dichas decisiones serian tomadas, en teoría, previa discusión con la militancia conformada en células. El poder de la asamblea derivaba de la cercanía que esta tenia a la célula, lo cual no es más que la cercanía de la asamblea a la militancia en si. Democracia participativa: este era el proyecto del PSUV. La constitución del PSUV como partido regido por una democracia participativa iría de la mano con el desarrollo de los consejos comunales como organización paralela a la célula dentro del aparato del estado: mientras la célula era la rebelión concreta de las masas en contra de la estructura burguesa de partido como ente netamente representativo, el consejo comunal era la rebelión concreta de las masa en contra de la estructura burguesa del estado como ente administrativo ajeno a las comunidades. ¡El poder popular se rebelaba contra las estructuras burguesas y tomaba el cielo político por asalto!

Sin embargo, y de forma lamentable, de las aspiraciones democratizadoras solo quedaron las elecciones internas, procesos de carácter meramente representativo que ya en el 2008 demostraban los choques entre la dirigencia y la militancia. Estos choques habrían constituido tan solo un aspecto más de un proceso de cambio a no ser que su presencia evidenciara lo que constituye la tensión básica dentro del discurso político de las fuerzas que aspiramos a ser revolucionarias: la tensión entre dos Ethos en la revolución, entre dos posibles personalidades del sujeto social revolucionario que, en su incompatibilidad, evidencian la problemática actual de la revolución según la forma en la que se manifiesta en el llamado a reconstituir el MBR-200.

El aspirante a revolucionario en Venezuela se vio en su momento reconciliando dos visiones completamente distintas de lo que constituye ser revolucionario: la visión del soldado y la visión del ciudadano demócrata. La herencia del militarismo independentista, herencia de un ejército libertador que en efecto defendió la libertad americana llevándose de los territorios visitados solo la memoria de sus muertos en combate, se reflejó de forma constate en la oratoria disciplinaria de nuestro Comandante Chávez. Pero la disciplina de la tropa no es la disciplina de la célula de partido—a menos que nuestra visión de partido sea la visión, nostálgica y poco adepta a la realidad venezolana, de los cuadros de vanguardia que lideran, bajo el manto de ordenes iluminadas por la teoría veraz, a las masas poderosas y ciegas a través de las vías sinuosas de la historia, ósea, a menos que nuestra visión de partido sea la del leninismo y del partido de vanguardia. ¡Pero esta es precisamente una de las visiones caducas de movimientos políticos en contra de las cuales se constituyó el PSUV como alternativa democrática y participativa!

Tampoco podemos representar la situación político-económica de Venezuela bajo la retórica del proceso de educación política de las masas que conllevaría a la victoria electoral de 1998. Aun cuando existe una burguesía parasitaria en Venezuela, burguesía que continua afanosa en su deseo de retomar el estado para así poder utilizar los fondos públicos como su caja chica personal, la relación de fuerzas con dicha burguesía no puede ser representada bajo el mismo esquema con el que entendiéramos en su momento a los años noventa; de no ser así estaríamos aceptado la ausencia de cambios estructurales reales en los últimos 14 años. Los saqueos o percances de tiendas de electrodomésticos no pueden ser vistos bajo la óptica del pueblo-victima. Pero este tema es para otro artículo.

Aun cuando es de suma importancia entender las bases históricas concretas del proceso de cambio que transitamos y construimos diariamente, en especial aquellas bases que jugaron un rol tan esencial como lo fuera el generar el primer programa político alternativo de origen netamente regionalista en la historia contemporánea de la Venezuela de finales del siglo XX, no podemos permitirnos el lujo, en tiempos de vaivén político, de soñar con la mano invisible del comandante como solución a nuestros problemas estructurales e ideológicos.

Si vamos a renunciar al sueño del PSUV, entonces hemos de hacerlo con el reconocimiento pleno de que no se ha ni siquiera comenzado a construir el socialismo democrático que avizorara el comandante hace casi una década. Si vamos a llamar a reconstituir el MBR-200 entonces llamemos también a reevaluar nuestros objetivos y la naturaleza misma de nuestras luchas. El llamado a constituir el PSUV representaba un salto cualitativo en la naturaleza de las organizaciones políticas de la izquierda continental y mundial. Al contrario, el llamado a la reconstitución del MBR-200 es un recordatorio de todo lo fallido en nuestro intento por revolucionar el panorama y la esencia del escenario político venezolano. En el recordatorio de nuestros errores yace la semilla de un nuevo árbol y la madera de nuevas churuatas: ¡inventemos revolucionariamente!

¡Chávez Vive!


pedroespina57@gmail.com


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