El Congreso del Partido Socialista

Se convocó a los militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela al gran Congreso. Este congreso se convoca en un momento muy particular, en el cual la revolución se inclina al avance dentro de unas condiciones generales que denotan profundas contradicciones, que van desde el ataque –siempre y eternamente presente- de una clase que se obstina por no renunciar a sus privilegios, hasta las contradicciones propias de un proceso revolucionario que cuenta dentro de sus filas con elementos conservadores y reformistas.

Este congreso debe servir para ratificar las ideas fundamentales que cohesionan el accionar revolucionario, es decir, el carácter de nuestra ideología y sus elementos filosóficos. Debe refrescarse la convicción de que nuestro pensamiento tiene una raíz profunda en el pensamiento condensado en lo que llamamos “árbol de las tres raíces”, al igual que el carácter antiimperialista. Más allá del cliché religioso que bastante ha funcionado en el país por nuestras características culturales, debe afianzarse en el congreso el corte materialista de la revolución.

Más allá de agasajarnos con abrazos y aplausos despues de grandes discursos en los que nos presentamos como los super hombres que bajan de la montaña luego de la purificación, debemos apostar a que en este importante y bien-venido congreso, se revise la realidad del partido y su articulación con la realidad nacional. Debe, de igual forma, debatirse el accionar del militante revolucionario y sus posibles o constantes contradicciones en la cotidianidad, ahí donde se construye y afianza la nueva idea.

Necesitamos un congreso de militantes revolucionarios, con todo y lo que ello implica. Necesitamos un partido que capte o se acerque a la realidad y su dimensión, y que actúe sobre ella. No necesitamos reuniones en donde las conclusiones sean de grandes consensos, y donde todos queden complacidos porque “hemos hecho lo que no hizo la cuarta”. No podemos enfocar el análisis –exclusivamente- a partir del avance-comparación con el pasado. Debemos actuar sobre las grandes demandas que nos hace hoy el pueblo desposeído, los campesinos, los obreros, las minorías sexuales, los explotados de siempre, los drogos, los locos, las mujeres del hogar, los transportistas, los estudiantes, la juventud.

Además, debemos actuar sobre las demandas de esos sectores con métodos novedosos, creativos. Esto solo lo lograremos haciendo a los hombres y mujeres participes. Si nos ofuscamos y comenzamos a creer que la solución está en la integración, en la concertación con la derecha, estaremos dando pasos de falsos avances. Y aquí es donde el congreso debe debatir el papel de los pensadores, de los críticos, de la crítica que se puede generar ante los posibles errores en la construcción del socialismo.

Tenemos –tengo- grandes esperanzas en este congreso. Tenemos esperanzas de que alguien se parará a realizar la crítica propositiva cuando algún burócrata se detenga a decir que todo va bien y que los análisis prospectivos indican que todo mejorará. Tenemos grandes esperanzas que la configuración del congreso será de tal forma que todos emitirán sus propuestas, sus análisis.

Estamos seguros que las puertas quedarán pequeñas ante la marea de conciencia que por ellas querrá pasar, representadas en jóvenes militantes, jóvenes chavistas, antiimperialistas, dispuesto a hacerle frente a la concesión, a la semilla transgénica, al método explotador, al mecanismo que silencia y omite, a la lógica del poder por el poder en sí, al retroceso velado, a la falsa ideología revolucionaria.

Que este congreso sirva, pues, para la autocrítica que nos lleva al avance, para la palabra franca, para que los espíritus despiertos se pronuncien, para que continuemos por la senda del socialismo, junto a Bolívar y Chávez y los gigantes de nuestra América.


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Francisco Ojeda


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