Ni joven, ni en la fase de madurez, ni en el tiempo del equilibrio de las fuerzas físicas y mentales y, menos ahora, en plena vejez me voy a etiquetar un sello de chavista o de cualquier otro ista. No me gusta ningún ista salvo el que completa la palabra marxista. Por eso digo: no he sido, no soy ni seré jamás chavista pero, igualmente, confieso que desde hace muchos años dejé de ser, ahora no soy ni seré nunca más religioso. Quienes se valen de lo místico para lanzar sus elucubraciones y mentiras al aire, haciéndolas pasar como verdades, son insinceros, son farsantes, son embusteros, son engañosos, tergiversan la realidad por amor íntimo a la falacia. El que quiera ser chavista, que lo sea y se lo respeto. El que quiera ser epígono del imperialismo o admirador a ultranza del Presidente de Estados Unidos, que lo sea y no me interesa para nada. Zapatero a su zapato.
Quienes se ofuscaron, se llenaron de ira y de odio, se aferraron a toda clase perversa de descalificación y trataron de guillotinarme por las cosas que dije de la periodista Patricia Janiot, no los culpo pero no tienen razón, respiran por la herida. Si les gusta leer, como dijeron algunos o algunas, nadie tiene elemento para decir que ultrajé, humillé, me burlé o denigré de la periodista. Me limité, con respeto, a expresar que miente, que manipula la información, que vende mentiras por verdades. Eso no es inventar, eso es la purita verdad aunque no le guste ni a ella ni a sus partidarios o partidarias.
En honor a la verdad y aceptando un porcentaje considerable de uno de los señores que le recomienda a Patricia que me haga caso y lanza sus dardos venenosos para dejarme fuera de combate por embustero, por comunista. Primero, prefiero mil veces Telesur que CNN. No se requiere ser periodista o experto en comunicación en determinar qué cosa es mentira y qué cosa es verdad para darse cuenta que Telesur es un medio de comunicación mucho más serio, objetivo y responsable que CNN y, además, sirve a intereses de los pueblos que claman por verdadera justicia social y no por ser víctimas de las guerras de rapiña del imperialismo.
Nunca me ha gustado la existencia de un solo medio de comunicación, llámese Granma o Iskra. El conocimiento sólo se hace homogéneo cuando comprueba sus hipótesis en la práctica social. Del resto juega el pluralismo científico un papel de primera importancia en su desarrollo. Ahora, en Cuba -por ejemplo- el control sobre los medios de comunicación no fue una política que nació del espíritu de la Revolución sino, entiéndase bien, se lo impuso la política intervencionista militar del imperialismo estadounidense que trató de derrocarla tan pronto asomó la revolución su rostro al servicio del pueblo cubano. Ciertamente, Cuba no es una isla de la fantasía pero sí de la dignidad. Prefiero mil veces a las FARC, el ELN y ETA que a la CIA, al Pentágono, la DEA y policías imperialistas. Me quedo con Lenin, obedeciéndole sin objeción de ninguna naturaleza, que servir a los intereses de cualquier gobernante de Estados Unidos o de países capitalistas salvajes. Cada quien sabe a quiénes admira y yo, valga fuerte el Yo, admiro a los comunistas, a los religiosos resteados con el comunismo, a los hombres y mujeres abiertamente declarados antiimperialistas y, especialmente, a los periodistas que dicen verdades y no mentiras. No admiro ni a Stalin, ni a Hitler, ni a Kim Il Sum, ni a Hussein pero tampoco a Bush, ni a Obama ni a los periodistas de CNN. Por eso admiro al loco Salmerón el que la vida cambió por un día de lluvia porque su pueblo moría de sol o el loco de la colina que ve ponerse el sol y sus ojos miran el mundo girando -tal vez- al revés como no lo quieren ver los que mal gobiernan el mundo en provecho de pocos y en perjuicio de muchos.
No niego que de vez en cuando sufra de ceguera mental o de miopía mental como lo señala alguien que me atacó con virulencia. Pero, en verdad, imbécil no soy porque a 70 años de edad ya no es posible que alguien me meta una mentira por una verdad. La estupidez la viven quienes creen que los demás son estúpidos al negarse creer que una mentira es una verdad de acuerdo a la persona que la pronuncie. Si es de CNN, es una verdad la mentira lanzada al aire pero si es de Telesur es una mentira la verdad lanzada al aire. El que se quiera mojonear, que se mojonea, es su decisión y se lo respeto.
Hay una señora que confiesa que le gusta mucho leer lo cual le permite determinar quiénes dicen verdades y quiénes dicen mentiras. Potestad ganada a fuerza de lectura. Cosa admirable, por cierto. Sin embargo, nunca le había acontecido, se indignó leyendo mi artículo y me consideró amargado y con grave problema con las mujeres. La potestad ya no es sólo para determinar verdades y mentiras sino conductas humanas. Cosa admirable, por cierto. Si hubiese tenido la oportunidad de laborar al lado de Freud, una venezolana se hubiese ganado el Premio Nobel de Medicina. Lamentable, lamentable. La señora nos mete un mojón de esos que lanzan por los canales de comunicación los expertos en desfiguración de realidades cuando van a lanzar una invasión o guerra de rapiña para vulnerar el inalienable derecho a la autodeterminación de otros pueblos. La señora dice, sabiendo ella que es una mentira descarada, que los ''... verdaderos hombres no ofenden porque en cada mujer hay una madre, una hermana, una hija...''. Señora y lectores sepamos de una buena vez que hay mujeres asesinas, muy malas madres, muy malas hermanas, muy malas hijas, que han gozado torturando prisioneros o asesinando niños o maltratando a criaturas inocentes e indefensas. ¿Cómo vendernos esa mentira de que mujeres de esa calaña sean madres buenas, hermanas buenas, hijas buenas? ¿Será que esa señora tiene metido entre ceja y ceja que el mal sólo lo llevan los hombres en sus entrañas y las mujeres no? Pero, además, desconoce esa señora que el mal, como el amor, son fuerzas que impulsan sentimientos de lucha por una causa, bien sea justa o bien sea injusta.
La señora remata diciendo que a mí me ha faltado cariño, amor y atenciones y por eso me expreso tan feo, es decir, me opongo a la política de mentiras divulgada por la periodista Patricia Janiot a través de CNN. Le cuento a la señora como a los lectores. En los últimos tres años de mi vida me han ataco dos cáncer: uno en la próstata y otro en el pulmón. Los tratamientos como las operaciones han sido costosas y, en verdad, en mi arca económica no he tenido ni un solo bolívar para costearme la salud. Todo, completamente todos los gastos, han salido de las manos de la solidaridad de mis camaradas, amigos, familiares. No, no me ha faltado ni cariño ni amor ni atenciones. Más bien, me han sobrado. Por eso soy un convencido que las enfermedades más difíciles de sanar se tratan abrazando la ciencia con la solidaridad colectiva y la voluntad personal del afectado.
Y finalmente, una recomendación a los que escriben comentarios para jugar en favor de un bando en contra de otro. Hagan un pequeño esfuerzo por respetar el idioma, el castellano y hagan uso de las reglas de la gramática para que mejor se les entienda lo que a veces escriben dándole patadas traseras al lenguaje. Eso nada les cuesta si son tan cultos como lo expresan. No es crítica. Cada quien escribas como le venga en gana. Eso no es de mi incumbencia permanente. Pero sí es una simple recomendación, porque -al escribir- reconocen el título universitario que tienen pero aun así masacran el castellano o el idioma.
Ahora si mañana, como final de mi vida, me dicen tienes que escoger entre ser obamista o chavista, decídete. Mi respuesta será: marxista y punto.