Las estupidez tumba un Gobierno sólo si el 99,99% de la población de un país es estúpida. Y eso no existe en ninguna región del planeta aunque muchos políticos sigan creyendo que sus seguidores sean estúpidos. El señor Aveledo de la MUD es uno de esos políticos. Por suerte ya no tiene capacidad para orientar jóvenes y éstos no corran el riesgo de ser descarrilados por un político que ni siquiera domina el abc de la política.
El mal más terrible que se produce en la política es cuando el bando ''A'' acusa al bando ''B'' de una verdad inobjetable pero, inmediatamente, el bando ''B'' responde negando completamente la verdad dicha por el bando ''A''. Vamos al ejemplo material: la MUD, a través de su vocero político el señor Aveledo, acusa al Gobierno presidido por el camarada Maduro de ser una dictadura. En el acto el Gobierno, no sólo por la voz del camarada Maduro sino de centenares que se toman la atribución de responder, aclaran que no es dictadura, que es una verdadera democracia participativa y que los que tienen espíritu de dictadores son los de la Oposición. El Gobierno y la Oposición, unidos sin darse cuenta, descalifican a la ciencia política sin ton ni son. Y miren que la ciencia Política es tan vieja como la dictadura política de clase social. Lo uno no podría existir sin lo otro tanto como la interrelación dialéctica entre el árbol y el agua.
La señora María Corina Machado, esa que más ha tratado de pescar en río revuelta y que no le gusta ser dirigente derechista de segunda mesa, expresó hace poco tiempo que ''... hoy el mundo reconoce que en Venezuela hay una dictadura...''. Bueno, si el mundo político de hoy no reconoce esa verdad, está meando fuera del perol. Claro, lo hipócrita y cinismo de ese mundo político es que en otras naciones, especialmente las imperialistas, no se les reconoce gobiernos dictatoriales aunque la ciencia política -contrariándolos dialécticamente- si los reconoce.
Cuando el mundo social depende de un mundo político que ignora las categorías esenciales con las cuales trabajan las ciencias y, especialmente, la lucha de clases se corren demasiados riesgos en perder tiempo o no prestarle la atención debida dejando a las buenas de Dios las grandes soluciones que sólo se pueden conquistar en la lucha de clases y, fundamentalmente, a través de la Revolución.
Todo dictador niega su dictadura pero reconoce la de otros. De esa forma mutilan la ciencia política y masacran a las categorías esenciales de la lucha de clases. Marx, ese genio de las ciencias, aportó al mundo -en general- y al proletariado -en particular- la doctrina más científica, dialéctica y revolucionaria que haya conocido la historia del género humano: la marxista. Que alguien refute lo que a continuación expone Marx sobre la lucha de clases en carta que dirigió a Weydemeyer el 5 de marzo de 1852, hace exactamente, 162 años para que nosotros andemos perdidos, navegando en un mar de confusiones desconociendo actualmente lo que viene siendo irrefutable de hace siglos anteriores. Veamos que dijo Marx: ''... ...Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases...''. Bueno, los que no crean en la dictadura del proletariado, atrévanse a refutárselo a Marx. No perdamos tiempo en tratar de descubrir el agua tibia. Por Gobierno debemos entender el organismo que, establecido en una Constitución, asume las responsabilidades del poder ejecutivo y concentra el poder político para conducir a una específica sociedad.
Si asumimos como correcto el concepto antes descrito y creemos ciertamente en la lucha de clases como expresión -fundamentalmente- de intereses económicos opuestos y antagónicos, debemos, por razón científica, aceptar que todo Gobierno es la expresión de la dictadura de una clase sobre otra. Si no es así, pal'carajo con las ciencias y, especialmente, la política y dejemos que algún día las corrientes de aires le modifiquen la conciencia a los seño4res imperialistas para que, de tan curiosos corazones humanitarios, dejemos que esa enorme masa de población -siempre explotada y oprimida- viva en cristiana paz repartiéndose los panes que sobren en los banquetes de las Cumbres de Gobernantes de capitalismo desarrollado.
Dejémonos de vaina: todo Gobierno es una dictadura de clase y punto. Quienes no quieran creerlo, sólo debemos desearle salud y larga vida para que tengan tiempo de convencerse un día de las verdades de la lucha de clases. ¡Viva la dictadura del proletariado!