Un argentino del mundo y notable intelectual, José Ingenieros, quien desde principios del siglo XX, nos ha regalado su pensar, hoy día nos inspira reflexionar en estos tiempos de Revolución. Sus letras invitan a buscar dentro de nosotros mismos, el “yo interno”. Leer a Ingenieros, ciertamente podría ayudarnos a encontrar la esencia de ser socialista.
Los invito, a que juntos: Ud., Ingenieros y yo, encontremos a través de la cotidianidad de nuestra vida, la actitud y compromiso que debemos sentir quienes representamos la revolución bolivariana.
Soy socialista; por sublimes motivos sociales, por sentimiento y por razón, pues, el sentimiento es el motor íntimo y secreto de mi acción y la razón es su guía y está a su servicio.
Arde en mí, un fuerte sentimiento de solidaridad humana que me hace conmover frente al doloroso espectáculo de la miseria y de la ignorancia de millones de seres humanos.
Me hace sufrir intensamente la tragedia individual y colectiva de los que trabajan de sol a sol, bajo una habitual inseguridad laboral.
La vida áspera, ruda y amarga del pueblo, sacude las fibras más inseparables de mi sentir y pensar.
Subleva mi espíritu y entristece mi corazón, la infame carencia de alimentos en los niños del pueblo, cuya vida sin alegría, sin luz, ni esperanzas, los preparará inefablemente a terminar en hospitales, la cárcel o la indigencia.
La maternidad dolorosa y desamparada de la mujer del pueblo, para quien el hijo, en vez de causar una inmensa alegría, es, con frecuencia, una verdadera condenación; eso me desconsuela y agobia.
La vejez arruinada, maltrecha y abandonada como un estropajo inútil, me encoleriza.
Abomino una sociedad donde la vida del pueblo es sufrimiento y que, desde la cuna hasta la tumba, arrastren los pobres las cadenas de su miseria y su dolor.
Me indigna el caos, el desorden y la anarquía del mundo capitalista, pues en su afán de amasar fortuna, devoran la vida de los humildes. Sólo el dinero es importante.
Repudio una organización social o gobierno que no asegure trabajo, salud, educación y prosperidad a los hombres y mujeres que producen. Y lo que más me choca, subleva e indigna, es que frente a la miseria se erige indiferente la riqueza grosera e insolente.
Contra todo esto, se rebela mi sentimiento de solidaridad humana, se subleva mi amor por nuestros semejantes, y se pone tenso y se alza mi espíritu de razón, de justicia y de verdad.
*Delegado al 3er Congreso del Psuv