En estos tiempos de conspiraciones contra nuestra patria, tanto interna, empleando cipayos y apátridas, como externa, desde el imperio norteamericano, que apuestan a que la bota yanqui mancille nuestro suelo sagrado; los revolucionarios comprometidos que amamos y seguimos el legado de Chávez estamos exigidos a caminar juntos en nuestras diferencias y a profundizar en lo que coincidimos.
Desde diversos centros de poder, especialmente los que manejan los negocios financieros y energéticos, se ataca ferozmente a la Revolución Bolivariana y a su liderazgo; antes a Hugo Chávez y ahora a Nicolás Maduro. En tanto que al pueblo, la canalla está empeñada en empujarlo a transitar sobre cumbres borrascosas y caminos minados de trampas.
Se nos inyectan virus letales a la economía, se esconde la comida básica a la gente, se siembran paramilitares, criminalidad con horror, desasosiego social, y se procura el aislamiento internacional de nuestro Gobierno. Y todo esto, lo aderezan con una intensa propaganda negra a través de las corporaciones mediáticas de la burguesía parasitaria.
Mediante la utilización de operaciones de guerra psicológica, que buscan crear zozobra y antagonismos entre nosotros mismos, hacen aparición de odios viscerales, violencia cruel, y en fin, buscan implantar las condiciones materiales objetivas que conlleven a un estallido social generalizado, lo cual degeneraría en un Estado Fallido. Conduciéndonos a ser presa fácil para una intervención internacional.
El enemigo de la patria está cada vez más ansioso de actuar con máxima virulencia porque todas sus opciones democráticas han fracasado una tras otra. Inclusive sus técnicas de golpe suave, guarimbas e infiltraciones al aparato del Estado. Pero, advertimos que luego del derrumbe de la MUD, la burguesía criminal y sus aliados extranjeros deben estar por actuar con mucha más fiereza que nunca.
Ante toda esta canallesca campaña contrarrevolucionaria, no nos queda otra cosa sino cimentar nuestras bases políticas del Psuv y del Polo Patriótico, y transitar juntos y en unión fraternal por los caminos de lucha que nos depara el liberarnos del capitalismo salvaje que devora la esencia de nuestros pueblos.
Nuestras pequeñeces individualistas, egoísmos y hasta nuestras aspiraciones legítimas pero sin una perspectiva unitaria; no pueden estar por encima de la visión estratégica del proceso bolivariano, la cual se inscribe en consolidar el socialismo bolivariano que nos inspiró el comandante supremo Hugo Chávez. Si creemos profundamente en estos preceptos socialistas, no pueden haber diferencias personales fútiles e insensatas que nos aparten de la senda correcta.
Montarse sobre la ola de los acontecimientos y saber leer las cuadrículas que describen la realidad que nos circunda, requiere talento, sí, pero también compromiso, altura política y magnanimidad.
Creernos autosuficientes e infalibles, podría llevarnos a la engañosa percepción de que nadie nos hace falta para alcanzar nuestros objetivos políticos estratégicos. Podríamos ignorar verdades imponderables, recursos y talento humano valioso, que tendríamos a un paso, pero que los distanciamos a miles de kilómetros por efectos de la arrogancia estéril que a veces se adueña de nuestro ser.
Gobierno, pueblo y el partido debemos mostrarnos como un ente monolítico. Manifestarse coherentes en la prédica y la acción. Dejar a un lado a los anarquistas y a los que pregonan el infantilismo izquierdista. Las diferencias son normales y se dirimen con altura y razonamiento lógico. “Un solo gobierno,” tiene que ser más que un cliché político, más bien, una práctica cotidiana.
Si nos une un proyecto de vida y coincidimos en defenderlo, debemos deponer actitudes perniciosas y personalismos macartistas. No podemos dejarnos seducir por la lujuria de la mezquindad, el complot, el anonimato, la conspiración y la artillería radial, para atacar dolosamente a nuestros compañeros de ruta.
Ante tantas amenazas, es criminal y traidor distraernos en peleas intestinas sin fundamento, que solo podrían abrir grandes brechas a los enemigos de la patria y de la revolución. Ellos andan como hienas hambrientas por el poder. Le estaríamos poniendo en bandeja de plata su regreso. Como lo mostraron en abril de 2002. Estos truhanes de la vieja guardia, solo anhelan robarle otra vez al pueblo sus riquezas, las esperanzas y logros que han alcanzado en estos tiempos de Revolución.
Si no abrimos los ojos y actuamos en consecuencia, aparte de ser imbéciles y traidores, legaríamos a nuestros hijos como herencia un país destruido. Y, seguramente, ellos nos recordarían como una montonera de incapaces felones, cuyas ambiciones aberrantes llevaron al fracaso un bonito proyecto de vida denominado el “Socialismo Bolivariano.”