El capital es una potencia social concentrada mientras el obrero dispone sólo de su fuerza de trabajo. Por ello el contrato entre el capital y el trabajo nunca puede descansar en condiciones justas, ni hasta ser justo en el sentido de una sociedad que pone a un lado la posesión de los medios materiales de existencia y de producción y al lado opuesto las fuerzas productivas vivas.
La única potencia social del lado de los trabajadores es su masa. Sin embargo, la potencia de la masa está rota por la desunión. La dispersión de los trabajadores está engendrada y mantenida por su rivalidad inevitable. Los sindicatos han nacido primero de tentativas espontáneas de obreros por suprimir, o a lo menos limitar, esa rivalidad, por arrancar condiciones de trabajo establecidas por contratos situándolos, por lo menos, por encima de la condición de simples esclavos.
Por eso, el objetivo inmediato se ha limitado a las reivindicaciones de todos los días, a los medios de defensa contra las usurpaciones incesantes del capital, en una palabra, a las cuestiones de sueldos y de tiempo de trabajo. Esta actividad de los sindicatos no es solamente legítima, sino necesaria. No nos podríamos dispensar de ella en tanto subsista el modo actual de producción. Por el contrario, es preciso generalizarla creando sindicatos y uniendo éstos con todas las profesiones de trabajadores.
Por otra parte, los sindicatos, sin darse cuenta de ello, se han convertido en centros de organizaciones obreras como los municipios y las comunas de la Edad Media lo fueron para la burguesía. Si los sindicatos son indispensables para los combates diarios entre el capital y el trabajo, son aún mucho más importantes en tanto que aparatos organizados para apresurar la abolición del sistema mismo de la esclavitud del salario.
Hasta hoy, los sindicatos han visto de una manera demasiado exclusiva las luchas locales e inmediatas contra el capital. Todavía no han visto sus posibilidades de fuerza ofensiva contra el sistema de esclavitud de los salarios y contra el modo de producción actual. Por eso se han quedado demasiado aparte de los movimientos sociales y políticos generales. En estos tiempos, de revolución, sin embargo, parecen adquirir conciencia de su gran tarea histórica, como se puede inferir, por ejemplo, de su participación al movimiento político más reciente en el país, de su concepción más elevada: la formación de los consejos comunales en cooperativas de producción.
Aparte de sus objetivos primitivos, de ahora en adelante las comunas tienen que trabajar de manera más consciente, como centros de organización de la clase obrera, en vista de su emancipación completa. Es preciso que sostengan todo movimiento social y político que tenga ese fin. Al considerarse y al trabajar como los pioneros y los representantes de toda la clase obrera, lograrán necesariamente atraer a los trabajadores que todavía están fuera de las agrupaciones comunales. Es preciso prestar la mayor atención y cuidado a la defensa de las capas obreras peor pagadas, por ejemplo, los obreros a destajo, los obreros del campo, a quienes las circunstancias particularmente desfavorables neutralizan su fuerza de resistencia. Es preciso que las comunas inculquen a todos sus asociados la convicción de que sus esfuerzos, bien lejos de ser egoístas e interesados, por el contrario tienen como fin la emancipación de las masas sojuzgadas.
El dominio económico de los trabajadores por los detentadores (monopolizadores), de los medios de trabajo, es decir, de las fuentes de la vida, es la base de la servidumbre bajo todas sus formas, de toda miseria social, degradación intelectual y dependencia política. La emancipación económica de los trabajadores es, por consecuencia, el gran fin al cual debe subordinarse todo movimiento político como medio. Todos los esfuerzos que tienden a este gran fin se han frustrado hasta ahora por falta de solidaridad entre las múltiples ramas (divisiones) del trabajo en cada federación, y por la ausencia de unión entre las clases trabajadoras. La emancipación de los trabajadores no es lucha por un privilegio y monopolio de clases, sino por los derechos y deberes iguales y para la abolición de toda dominación de clase.
¡Gringos Go home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!