Desde éste y otros espacios hemos venido analizando y ¿por qué no? denunciando la polarización mediática. Plateamos que los medios, “como consecuencia de la polarización y a los fines de reforzarla”, se han organizado en dos frentes políticos beligerantes. Campante la polarización política ha tenido en los medios sus principales animadores. Al servicio de una u otra parcialidad política, ha resultado casi imposible “conciliar la función de información con “el rol político beligerante”. Postergado o en el olvido, cualquier debate sobre la calidad y la pluralidad informativa.
La polarización mediática ha promovido la invisibilización de las opiniones diversas y fomentado “atmósferas de unanimismo” alrededor de los dos frentes políticos. Suerte de ideal informativo que ha prevalecido en los últimos años.
La opinión pública dividida en extremos totalmente opuestos, se suma a la intolerancia, a la negación del valor del otro y a la estigmatización de las voces moderadas, despojadas de poder e influencia.
Últimamente se observan una serie de hechos, actores y conductas despolarizantes que se cuelan por los intersticios de la polarización. Cambios en la propiedad de ciertos medios prometen dar paso a líneas editoriales que deberían irrumpir contra el mandato polarizante. Expectativa democrática de un espacio informativo que promueva el rescate de una información de calidad, de la tolerancia, el respeto y apunte al interés común. En resumen, un ámbito garante del derecho a la información.
El debate mediático da un vuelco y se desliza del imperativo político a lo económico. Prioridades que inciden en la ciudadanía y la discusión se traslada a los problemas económicos y la evaluación de los actores políticos, su responsabilidad en la crisis y salida de la misma. Allí lo económico se topa con el clima político y una “desafección política”, que podría afectar el comportamiento electoral en las parlamentarias 2015. Y a mayor desafección ciudadana, menor polarización mediática. Disminuida la dinámica polarizante, el discurso de los extremos tiende a debilitarse y otras voces intermedias van encontrando cabida.
Los grupos políticos no escapan a la tendencia despolarizante y se ven aquejados por procesos de desafección, en torno a la adhesión a ciertas líneas político-ideológicas.