Práctica política del movimiento popular

Si nos remitimos a la composición del personal político de las secciones venezolanas, así como el papel en el movimiento de la Revolución, Comprobamos que la vanguardia revolucionaria no está formado por un proletariado de fábrica, sino por una coalición de pequeños patronos y de obreros que trabajan y viven. De ahí se derivan ciertos rasgos del movimiento popular, un cierto comportamiento, así como algunas contradicciones resultantes de una situación ambigua. El mundo del trabajo está caracterizado en su conjunto por la mentalidad de la pequeña burguesía, banquera, comercial, artesanal, y como esta participación de la mentalidad de la burguesía. Los trabajadores, ni por el pensamiento ni por la acción, no constituyen un elemento independiente. No establecen una reacción directa entre el valor del trabajo y el nivel del salario; el salario se fija en relación a los precios de las subsistencias; la función social del trabajo no está clara.

Los patronos y los sindicatos no pusieron en el centro de sus preocupaciones sociales los problemas de la producción y del trabajo; fueron mucho más sensibles a sus intereses de consumidores de clase. Si bien exigieron la tarifa de los productos, la reivindicación de la lista de precios quedó en algo excepcional. La fijación de precios es reclamada con mayor empeño por el pueblo, por cuanto tienen que soportar no solamente la presión de los comerciantes sino también la de una masa considerable atenazada por el hambre. El hambre constituye la argamasa de categorías tan diversas como el artesano, el tendero, el obrero, el buscavidas o buhonero coaligados por un interés común contra el gran comerciante, el banquero, el empresario, el acaparador burgués. Sin duda no hay que excluir otros móviles del comportamiento popular; el odio hacia los ricos, la creencia en el complot, la voluntad de acabar con el privilegio y establecer la igualdad real de derechos.

En última instancia se reducen a la exigencia del pan cotidiano, a la que se unió confusamente, en muchos casos, la reivindicación política. Las aspiraciones sociales populares se concretan a través de las luchas reivindicativas. La reivindicación social precedió y suscitó la justificación teórica que, a su vez, reforzó la lucha. Aquí no podemos buscar un sistema coherente. El igualitarismo constituye la característica esencial: las condiciones de existencia deben ser las mismas para todos. Al derecho total de la propiedad, generador de desigualdad, el pueblo opone el principio de la igualdad de posesiones. De ahí llegan con toda facilidad a la crítica del libre ejercicio del derecho de propiedad. El propio derecho jamás es cuestionado; pero los pequeños burgueses, que son pequeños productores independientes, lo fundamentan en el trabajo personal. En ningún otro momento de la Revolución encontramos una formulación tan clara del ideal social popular: ideal a la medida de los pequeños comerciantes, ideal también a la medida de la masa de consumidores y de pequeños productores urbanos, hostiles a los banqueros, los empresarios importadores cuyas iniciativas capitalistas corrían el riesgo de reducirles a la categoría de trabajadores asalariados dependientes. Ideal, en fin, que en su voluntad por limitar las consecuencias de la propiedad privada manteniéndola, se oponen profundamente al de la burguesía.

La soberanía reside en el pueblo de ahí; de ese principio se deriva todo el comportamiento político de los militantes populares, para quienes se trata no de una abstracción sino de la realidad concreta del pueblo reunido en sus derechos; los más conscientes tienden al gobierno directo. En materia legislativa reivindican y practican, llegado el caso, la sanción de las leyes por el pueblo. Por desconfiar del sistema representativo, reclaman el control y la revocabilidad de los elegidos. El pueblo, legislador soberano, es también juez soberano.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!


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Manuel Taibo


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