¿Volverá el betancurismo?

A cada golpe de timón, se renueva la clase dirigente, conciencia y brazo ejecutor. Si por el maridaje de los mantuanos con los libertadores y los pulperos de Páez se mantiene cojitranco al régimen colonial, con Guzmán Blanco, y a pesar de él, despunta la oclocracia, el poder del pueblo soberano, al que hay que consultar o halagar por más que se le frustre en sus ideales e intereses. Con la Guerra Federal, que lleva a Guzmán al poder supremo, (asesinando a Zamora) queda bien sentada, y para siempre, la conciencia de igualdad del pueblo venezolano, que de tanto extremarse nos ha llevado a la anarquía. Al desaparecer el orden jerárquico impuesto desde la Colonia, todo aquél que tuviese arrestos de jefe se sentía capaz de asumir los más altos rangos del poder, a despecho de su ignorancia o de su humilde origen.

—Por más tonterías que se digan: el hábito si hace al monje. Cada quien debe trajearse y ponerse la máscara del personaje que pretenda encarnar. Si usted quiere llegar a ser conductor de pueblos, debe poner a un lado ese manual de buenas costumbres que carga consigo, y hacer exactamente lo contrario. Nunca olviden lo que se impuso como primera ley: amar al jefe sobre todas las cosas. No hay que rechazar, por falso pudor, las lisonjas que él mundo prodiga a los héroes. Es tonto creer que sean producto de la adulación o patente de corso para el medro. Las más de las veces, y en especial al comienzo, corresponden a un ferviente y sincero deseo de prodigarlas. La ofrenda es mucho más compleja de lo que suponen los pensadores elementales. Es una necesidad profunda que viene de adentro. La prosternación es algo instintivo. Es creer que el hombre o mujer ante quien se humillan encarna a un ser superior que los protegerá de los avatares de la vida. Fíjense nada más en Cristo. Por estar hablando de amor fraternal, de perdón y de igualdad, lo crucificaron entre dos hampones.

El parlamento nace, lo que no pasa de ser una falacia, de la verdad popular, y ésta de la simpatía o identificación que las masas tengan con los gritones. El verdadero estadista no debe hacer lo que el pueblo quiera, sino lo que al pueblo convenga. En los países “civilizados” la brecha existente entre dirigentes y dirigidos es una zanja, en nuestros países es un abismo. ¿Qué es lo que desea el pueblo? ¿Cuál es su voluntad? Lo que desean todos los pueblos del mundo: casa, trabajo, comida, salud, educación y justicia. El problema donde estriba es en el cómo lograr ese objetivo. Si el progreso de un pueblo depende de la perfectibilidad de su gente a base del coeficiente de juridicidad, hija a su vez de una instrucción o de una cultura, ¿Qué sucede con los pueblos inmersos en el atraso? El ignorante, al igual que el sabio, hace de su capa un sayo, y en particular si el sabio, por granjearse la simpatía del populacho, robustece sus falsas creencias sobre los derechos y deberes de los hombres y mujeres. Por más que los sufragios hayan sido siempre una farsa, ese pueblo, en una impenetrable contradicción, da su vida por defender a los que no ha elegido, y si un caudillo toca la diana de la insurrección. Por eso no hay tribuno que, al margen de la más elemental realidad, no deje de prodigarles a las masas los más encendidos elogios, justificándole los más increíbles actos de barbarie. La lucha política es una verdadera puja de mercaderes, mientras el pueblo les pregunta orondo: ¿Quién da más? Este híbrido de oligarquía y oclocracia es lo que ha conducido el país al desastre. Si quiere mandar y gobernar, hace algo por Venezuela, tengo que echarle un parado a esta vaina. Tengo que someter al Congreso, sin suprimirlo, ya que de él mana el principio de la legitimidad.

El golpe de facto de octubre del 45 restableció la tendencia liberaloide. Éste encontró en los militares un equiparamiento de ambiciones de un idéntico estamento marginal de la sociedad. Pero era un liberalismo de alpargatas. No eran personas verdaderamente cultas y preparadas quienes iban a asumir el poder y sustituir a la vieja aristocracia. De estadistas no tenían ni un carajo y muy pronto lo demostraron con el fracaso durante el trienio de su primera gestión. En nuestra vida política el ejemplo más notorio fue precisamente Rómulo Betancourt, quien, reputado como un revolucionario que atemorizaba a la burguesía, en los años treinta y cuarenta, terminó por convertirse en el más decidido defensor de las adineradas clases sociales, terminando por asociar a ellas su organización política. La familia de Raúl Leoni en su carta renunciando al Partido, lo explica tajantemente: El Partido Acción Democrática, “dejó de ser un instrumento de lucha social y ya no observa una actuación correcta, decente, honesta en el ejercicio de la política”.

Aquí se han hecho fortunas gigantescas a la sombra del gobierno y en conexión con él, La corrupción sin posible pena, la imposibilidad de que ningún corrupto pueda ser juzgado y vaya preso—dada la grave crisis que viven los tribunales y jueces de todas las instancias, en el cual con numerosos casos denunciados solamente hay un detenido, “Juan Bimba”, por robarse una gallina para darles de comer a sus hijos, porque tiene hambre. El Pueblo se siente engañado, el espíritu de las personas sabe que la mayor parte de los que han llegado a detentar posiciones de poder lo han hecho para enriquecerse, sabe que las denuncias hechas nunca han terminado en la condena de quienes han delinquido tomando lo que no les pertenece.

Desde que se vino abajo el derecho divino de los reyes, no hay otra fuente de legitimidad que una Constitución y para que ésta exista requiere una Asamblea, elegida por el pueblo. La clase para ser autócrata es que tú mismo, valido del ejército, establezcas las leyes del juego.

La burguesía, había derrocado a la nobleza en 1789, (para cambiar una aristocracia por otra) se ha convertido en una aristocracia corrompida y vulgar, carente de grandeza, que antier… se humillaban ante Inglaterra. Hoy se humillan ante Estados Unidos. La corrupción determinó la oposición o la evasión de los mejores hombres de Venezuela. La prensa sin mordaza alimentaba el descontento, al señalar inmoralidades que no tenían sanción. El venezolano es un pueblo gallardo, que no soporta la injusticia.

Señores del PSUV: Como se ve, el problema es político. Su enfermedad es corrupción. Sin desterrarla nada será posible lograr. La riqueza ostentosa y mal habida se hace insultante.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y Venceremos!



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Manuel Taibo


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