Hacia el socialismo del siglo XXII

Escuchar los discursos del presidente Chávez en estos días es una experiencia altamente educativa. Con igual facilidad cita a Mario Bennedettioevocapasajesde Los Miserables, menciona a Tzun Zu y parafrasea a Tomás Moro.

La Guerra de Independencia no guarda secretos para él y conoce día a día las actividades del Libertador y de los próceres patriotas.

El ideario bolivariano lo recita de memoria, junto al de Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora, y de Miranda, no se diga.

Todo ello contribuye en buena medida a incrementar los conocimientos intelectuales e históricos del ciudadano ordinario, mientras los más moderados se distraen con las diatribas de los canales privados, donde el embajador, periodista y abogado de Aló Ciudadano demuestra su cultura con expresiones salsosas.

Todo eso está muy bien y el televidente criollo puede escoger lo que mejor le parezca. Pero, para ser sincero, lo que no oigo mencionar con sus pelos y señales es el basamento del Socialismo del siglo XXI que nos tiene anunciado el líder del proceso revolucionario.

En este aspecto confieso que estoy desorientado. Como católico acepto de buena gana, en boca de Chávez, las prédicas de Jesucristo en torno al amor al prójimo. Por otra parte, aunque no conozco la vida y obra de Maisanta, supongo que las enseñanzas de un guerrero audaz no hacen ningún daño.

Donde se me tranca el serrucho es cuando llegamos a Prieto Figueroa pues, a pesar de sus virtudes personales, tomó parte en el derrocamiento de Medina y ejerció un anticomunismo rabioso.

Si nos referimos a otros personajes citados con frecuencia por nuestro Presidente, estoy de acuerdo con la no violencia que predicaba Martin Luther King en Estados Unidos, aunque, antes de él la proclamaron Gahndi y Nelson Mandela, por citar sólo a dos de ellos.

El extravío ideológico se me desborda cuando intento captar la vena revolucionaria de Eva Perón, personaje digno de una ópera rock o de una novela rosa, sin ir más lejos. Igualmente confuso me resulta Mao Tse Tung (o Mao Zedong, según se estila ahora), quien impuso el culto a la personalidad en China. Si incluimos al Che Guevara, Alí Primera y otros que no menciono, la tarea de engranar sus ideas podría tomar hasta el siglo venidero.

¿No habrá un socialismo más sencillo?
augusther@cantv.net



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Augusto Hernández


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