“… trescientos años de calma, ¿no bastan?”
Simón Bolívar. 3 de Julio de 1811
Hemos asistido a diferentes “Café Aymara”, realizados en diferentes hogares del Municipio Páez, en ello se muestra la preocupación de los concurrentes a este conversatorio sobre el elevado costo de los principales alimentos de la dieta diaria o la “escasez” de algunos de ellos. La gente habla sobre acaparamiento, desabastecimiento, especulación; lo más notorio de estos conversatorios en cuanto a la participación sobre el tema, es la intervención de la mujer.
Cuando lo hace, muestra la vehemencia en su intervención; su ira, angustia, inquietud, señala la complicidad en las colas de funcionarios policiales, militares, inspectores, empresarios, comerciantes y todo esto que parece fuerte, no le quita la esperanza en la revolución que inició Chávez y dejó Patria.
Recuerdan siempre y están de acuerdo que no debemos retroceder al pasado, donde nuestros niños y niñas llegaron a comer perrarina y tetero del agua de los espaguetis endulzada; cuando la pobreza alcanzaba un 80% de nuestra población.
Señalan que se deben mantener los logros de la revolución a toda costa y afirman que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” y por eso, la esperanza en el legado que dejó el Presidente Chávez, la unidad latinoamericana y caribeña como pilar para la defensa en lo internacional y la fe, esperanza y amor por Chávez.
Así se han desarrollado centenares de conversaciones, que se convierten en “Café Aymara”; hay una huella cultural clavada en el “occipucio” como dice el comandante Wilmar Castro que nos señala lo que guardamos y sacamos a relucir en los momentos más difíciles.
“Ama Sua, Ama Llulla y Ama Qhella”; que nos inspiran y rememoran a nuestros pueblos originarios. “La mujer es el taller natural donde se forja la vida”, en esta guerra económica cobra singular importancia no sólo porque son la mitad del mundo y paren la otra mitad; sino que han tomado la calle para ir por los alimentos de sus hijos e hijas, defender su hogar y conservar la familia y por ello deben pasar de una actitud de “búsqueda” alimentaria, para conformarse en Brigadas de Mujeres contra la Guerra Económica, acompañadas, ya no por la legalidad que les de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; de derecho a la alimentación familiar, sino por la legitimidad cuantitativa acompañado por los voceros legítimos de la revolución; llámese Presidente, Gobernador, Diputado, Alcalde y Concejales; mas el torrente revolucionario auténtico dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela en un vasto movimiento del pueblo contra los bachaqueros de abajo y los bacahaqueros de arriba.
Ningún funcionario puede suplantar a un pueblo organizado ante el actual escenario, acompañado de su vanguardia revolucionaria, y esta vanguardia debe tener “tabaco en la vejiga”; ya que son tiempos de combate, de confrontación en esta gran batalla que no podemos perder, la batalla de las ideas. Las mujeres están en la calle, la organización les dará la victoria contra la guerra económica y los gallos deben cantar.
“Cómo se mantiene la disciplina del partido revolucionario del proletariado? Cómo se comprueba? Cómo se refuerza?
Primero: Por la conciencia de la vanguardia proletaria y por su fidelidad a la revolución, por su firmeza, por su espíritu de sacrificio, por su heroísmo.
Segundo: Por su capacidad de ligarse, de acercarse y, hasta cierto punto, si queréis, de fundirse con las más amplias masas proletarias, pero también con las masas trabajadoras no proletarias.
Tercero: Por lo acertado de la dirección política que ejerce esta vanguardia, por lo acertado de su estrategia y de su táctica política, a condición de que las masa más extensas se convenzan más de ello por experiencia propia.
Sin estas condiciones es imposible la disciplina en un partido revolucionario verdaderamente apto para ser el partido de la clase avanzada, llamada a derrocar a la burguesía y a transformar toda la sociedad. Sin estas condiciones, los intentos de implantar una disciplina se convierte, inevitablemente en una ficción, en una frase, en gestos grotescos. Pero por otra parte, estas condiciones no pueden brotar de golpe. Van formándose solamente a través de una labor prolongada, de una dura experiencia, su formación se facilita con una acertada teoría revolucionaria que, a su vez, no es un dogma, sino que sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la experiencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario”.
Extracto: La Enfermedad Infantil del “Izquierdismo en el Comunismo”. V.I. Lenin