“La Iglesia pobre y para los pobres no a todo el mundo le gusta, especialmente a los grandes cardenales. No es casual que la Santa Sede sea clasificada como uno de los 10 territorios en el mundo con recurrentes prácticas de lavado de dinero”
Bernardo B.V.
En El Vaticano repican sin cesar las campanas y no es precisamente para que los católicos asistamos a una misa con el Papa Francisco, sino para que las comisiones de auditores designadas por el sucesor de Pedro, hagan su trabajo y revisen los movimientos bursátiles y financieros y puedan cuadrar las cuentas de la Santa Sede en Roma.
No todo es color de rosa en la curia romana y como diría un cura en una de las parroquias en mi pueblo - allá en los andes - los sacerdotes, obispos y cardenales son todos de carne y hueso y aunque ustedes no lo crean, algunos escapan a las bondades del Espíritu Santo (no digo el nombre para que no lo expulse la CEV).
La llegada del Papa argentino Francisco a la cúpula de la Iglesia Romana ha generado un revuelo de padre y señor mío; primero, porque los cambios no son de palabra sino de hechos y segundo, porque están impulsados por uno de los motores más efectivos como lo es el ejemplo.
Mucho se ha dicho sobre el papel que deben cumplir los seguidores del Maestro de Nazaret en la tierra y además, de quienes con su conducta deben ser el ejemplo vivo de Jesús, como sus verdaderos discípulos, libres de vanidad y bañados de mucha humildad.
Hablar de los intríngulis e intereses de la Iglesia Católica, es sumergirnos en la historia de la humanidad y en la de una institución que ha perdurado a través de los siglos.
Si algo ha repercutido en los últimos años en el mundo, es el papel asumido por el Papa Francisco desde su llegada al pontificado; porque ha comenzado a generar cambios y ha impulsado una verdadera identificación de la jerarquía eclesiástica con los pobres y excluidos de la tierra, a quienes la burocracia del Vaticano ha ignorado o apartado de su camino.
El comportamiento exclusivista por parte de los altos jerarcas de la Iglesia con los humildes no es nuevo (incluyendo la CEV). Ha sido una conducta permanente ya que se han desviado de la interpretación del mandato de Jesús: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
Igualmente porque se han apartado de las bienaventuranzas, al olvidar a los pobres de la tierra de quienes Jesús dijo: “bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos”. En el caso venezolano – que conocemos – porque se han puesto al lado de los ricos.
Es precisamente esta interpretación llevada a la práctica, la que ha llegado al Vaticano con el Papa Francisco y por eso sobran los ejemplos y las nuevas doctrinas reflejadas en las encíclicas de los últimos años.
Ante esta conducta del Pontífice inspirada en el ejemplo, ha reaccionado la parte más rancia de la iglesia y las sectas u organizaciones que pululan dentro de ella como el Opus Dei.
Por eso no resultan extraños los ataques de obispos y cardenales, así como curas de estas organizaciones contra el Papa argentino que se ha resteado, como decía José Martí, con los pobres de la tierra.
Vaticanólogos y comunicadores han reflejado en algunos medios de comunicación los entretelones de lo que ocurre en El Vaticano y algunos (acusados de espionaje por la Iglesia) se atreven a revelar lo que pudiera salir a la luz, gracias a organizaciones como el Opus Dei, precisamente para desprestigiar al Papa. (Cito)
“Un nuevo caso de espionaje y filtración de documentos confidenciales convulsiona a la Santa Sede. El objetivo es claro: minar al papa Francisco. El clima venenoso que se respira en Roma es resultado de que grandes cardenales han salido insatisfechos de los cambios que han surgido, con timidez para muchos, del sínodo para la familia”.
Igualmente pudiéramos señalar aspectos como el descrito por Emiliano Fittipaldi (nombre que suena a campeón de autos de carrera) quien al referirse a estos aspectos de la acción del Pontífice afirmó:
“… la reforma del Papa es lenta y se necesita tiempo; sin embargo, el Papa en la lucha contra el despilfarro está aislado. Francisco - sostiene el autor - tiene gran capacidad de resistencia, no sólo desde un punto de vista doctrinal, sino política, pero el reto es enorme...
Fittipaldi - prosigue - lo vimos en el sínodo, donde los conservadores ganaron más allá de lo que dicen los progresistas. La Iglesia pobre y para los pobres no a todo el mundo le gusta, especialmente a los grandes cardenales. Lo que espero es que este libro (libro que pronto saldrá al mercado) hará que todo el mundo vea lo que son las reformas que hay que hacer. Y alcanzar una verdadera transparencia. Y espero que el Papa pueda hacerlo”.
En realidad otras reacciones hemos visto contra el Papa Francisco en Latinoamérica, como en la república de El Salvador, donde la santificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero ha sido cuestionada por la jerarquía de la Iglesia centroamericana; cosa que no es extraña, si analizamos también otros casos como el del beato José Gregorio Hernández.
El Santo de los pobres venezolano ha sido “satanizado” por la jerarquía de la CEV - desde hace muchos años - para impedir que llegue a los altares (aunque popularmente ya lo está).
Si José Gregorio Hernández, una vez cumplidos los requisitos es elevado a la categoría de Santo por el Papa Francisco, no nos debe extrañar que la cúpula de la Iglesia Católica venezolana actuará contra el Pontífice argentino, porque desde ya lo han manifestado en su “piquiña” y en su negatividad; simplemente porque todo aquello que les huela a pobre a los obispos venezolanos (con raras excepciones) es rechazado automáticamente.
Por eso no nos debe extrañar que el silencio cómplice de la CEV que avala a la rancia curia romana, se lanzará como una jauría contra el Papa Francisco, quien sólo ha tenido la valentía de defender los humildes y excluidos de la tierra de quienes nos hablaba Jesús en sus parábolas y en el Evangelio..
¡Amanecerá y veremos!