Acaba de concluir el 13 Congreso Nacional de Historia Regional y Local, un título modesto para la significación y contenido trascendental de ese evento organizado por el Centro Nacional de Historia que reivindica los postulados simbólicos que Chávez dejó o que el pueblo le entregó a Chávez para que los proyectara años luz como lo dijo la cimarrona Casimira Monasterio y donde se presentaron cerca de 400 ponencias desde el 4 al 6 de noviembre, todas con el mejor propósito de discutir nuevos horizontes historiográficos.
El Congreso se desarrolló en una atmosfera nutritiva de intercambios de conocimientos de todo orden que la Escuela Venezolana de Planificación acogió en sus espacios y donde presenciamos los postulados teóricos de una nueva forma de aproximarse a la historia desde visiones múltiples y diversas. Nos dimos el "lujo" de analizar y ver toda nuestra historia pasando ante nuestros ojos, por donde observamos incluso metodologías asociadas al retardado positivismo y el academicismo tan defenestrado por estos tiempos de transdisciplinariedad, si me permiten la palabra, a pesar del silencio y sus camuflajes. Todo en un ambiente de respeto, debate intenso y aleccionador que mostró el sustrato de nuestra inteligencia colectiva capaz de ubicar la mentira y la verdad en su justa dimensión.
En el fondo el gran debate, digamos como saldo de ese Congreso, desde mi óptica, es que preguntarnos qué historia necesitamos, como nos aproximamos a la verdad, quien hace la historia y quien la escribe ahora, qué significado tiene la memoria, hoy cuando hay un mapa de conciencias sobre una geohistoria que está cosechando los frutos de sembradores como el Maestro Ramón Tovar, Luis Cipriano Rodríguez y América Bracho homenajeados en el evento por sus discípulos y un pueblo que se involucró acreditados como docentes, historiadores, memorialistas, cronistas, gente del barrio que se miró y se retrató a si mismo porque allí el pueblo contó sus historias desconocidas o silenciadas para reconocerse actor y autor de un proceso de resistencia y transformación social en plenitud de libertad.
Pero además se agregaron felices noticias como las que anunciaron en el evento: el fortalecimiento de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio, la renovada publicación de la revista Tierra Firme, gratitud para los honorables maestros Arístides Medina Rubio, Pedro Calzadilla Alvarez y a otros de igual valía. Los retos están puestos en las conclusiones para iniciar y reivindicar al pueblo que cuenta su historia en las fortalezas de metodologías que oxigenen a los claustros desgastados, incapaces de administrar dignamente la enseñanza universitaria de nuestra patria. Hoy nuestra ciudadanía bulle de nuevos paradigmas y exige pensamientos renovadores para un horizonte de utopías y caminos por recorrer hacia la liberación del ser humano. No puede haber mejor saldo, lo que nos queda es hacer y seguir haciendo Patria.
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