Ostracismo voluntario de la alta dirigencia del PSUV

Se trata de una práctica de la democracia ateniense, del siglo V a.C., que permitía el destierro temporal de un ciudadano considerado peligroso para el bienestar público de la ciudad o culpable de acumular un exceso de poder. Esa persona tenía 10 días para dejar la ciudad y permanecía exiliado durante 10 años. El exilio era normalmente forzoso, pero también podía ser voluntario. En este caso, esa discrecionalidad requería del involucrado un elevado nivel de conciencia y sentido de responsabilidad personal en función del bien común. De posicionamiento ético individual con relación a los intereses superiores de lo colectivo.

Aristóteles, en “La Política”, decía: “Un punto igualmente importante en la democracia… es cuidar de que no surja en el Estado alguna superioridad desproporcionada… Porque el poder es corruptor y no todos los hombres son capaces de mantenerse puros… Es, sobretodo, por medio de las leyes como conviene evitar la formación de estas personalidades temibles, que se apoyan… en las fuerzas de un partido numeroso. Cuando no se ha podido impedir su formación, es preciso trabajar para que vayan a probar sus fuerzas al extranjero…

El llamado “Alto Mando Político y Militar de la Revolución” debería voluntariamente ponerse a un lado. Empezando por el propio Diosdado… Después de la derrota del 6D parece poco probable que esa dirigencia tenga la capacidad de recuperar la confianza del electorado. Es lo que uno oye y percibe en la calle. Con ella el escenario más probable sería ir de derrota en derrota. Ese gesto de desprendimiento voluntario tendría un inmenso significado moral, como lo tuvo el gesto de Chávez del 4F de 1992. Permitiría devolverle al pueblo la esperanza en el principal partido de gobierno, sacar a amplios sectores de la población de la indiferencia y el escepticismo en el cual se encuentran sumidos y, principalmente, permitiría reimpulsar al gobierno del Presidente Maduro y preservar el legado de nuestro Comandante Chávez.

Esperamos que estas palabras no sean percibidas con los prejuicios que suele generar toda propuesta que no es complaciente. Consideramos que tenemos el derecho de hacer este planteamiento. El mismo Presidente Maduro, en su discurso de instalación del Congreso de la Patria, señaló: “Este Congreso debe convocar a la crítica y la autocrítica abierta, cruda, directa, creadora y constructiva de todo el pueblo y sus organizaciones sociales”. Es obvio que la actual alta dirigencia del PSUV no está en capacidad de motivar, dirigir u organizar la “rebelión del pueblo, de las masas” o el “renacimiento de los valores, del espíritu, de la fuerza, de la energía del bolivarianismo del siglo XXI” que solicitó el Presidente Maduro. Callar no es una opción ética.



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Reinaldo Quijada


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