La severa crisis que los venezolanos estamos padeciendo amerita que las agrupaciones partidistas de la MUD dejen al lado su excesivo protagonismo, creyéndose ser los salvadores de la patria, y tratando de borrar su funesta actuación en el pasado.
Por su parte el gobierno debe dejar la sordera y la intransigencia al negarse a hacer correctivos en su política económica que ha incluido expropiaciones y restricciones en la venta de divisas para la importación por parte de los productores.
La MUD debe entender que su dirigencia también tiene un profundo rechazo en la población al igual que el PSUV-Gobierno.
La realidad de las intensas y extensas necesidades, hambre y escasez, entre otras, que hay en el país, se ve neutralizada y soslayada a nivel internacional porque fuera del país se ha creado la matriz de opinión de que la lucha en Venezuela es entre los partidos políticos MUD y PSUV; lo que ha permitido una ventaja al gobierno al no haberse aprobado en la OEA la recomendación al gobierno venezolano de no poner trabas al referendo revocatorio del presidente Maduro; y medidas urgentes como la asistencia humanitaria para la población venezolana debido a la crisis, producto de la corrupción administrativa, sabiéndose que la población venezolana se encuentra en una situación muy crítica semejante a los países más pobres de África, a los cuales las Naciones Unidas presta asistencia humanitaria.
La MUD debe darle paso a la dirigencia natural de las comunidades y a los movimientos sociales populares y democráticos de la sociedad civil. Es cierto que las crisis del pasado y la del presente tienen su causa en la corrupción administrativa de los partidos políticos y sus respectivos gobiernos; pero el hambre, la miseria y demás necesidades del pueblo no tienen color político.
El pueblo venezolano debe asumir la lucha desplazando a los partidos políticos para que la crisis venezolana no continúe percibiéndose en el extranjero como un conflicto entre dos bandos partidistas: MUD y PSUV-Gobierno, y para que el auxilio humanitario sea aprobado por la OEA; de lo contrario, los venezolanos seguirán enfermándose y muriendo por falta de alimentos y medicinas.
De esa manera, la OEA confirmará que lo de la guerra económica es un cuento inventado por el gobierno para tapar su culpabilidad, y que lo existente hoy en Venezuela es una economía de guerra producida por el mismo gobierno.