La peor de las actitudes es cierto, las razones para indignarse pueden parecer hoy menos nítidas o el mundo, demasiado complejo. ¿Quién manda? ¿Quién decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan, Ya no se trata de una pequeña Élite cuyas artimañas comprendemos perfectamente. Es un mundo vasto, y nos damos cuenta de que es interconectividad como no ha existido jamás.
Pero en este mundo hay cosas insoportables. Para verlo, debemos observar bien, buscar. Les decimos a los jóvenes: buscad un poco, encontrareis la peor actitud es la indiferencia, decir “paso de todo, ya me las apaño”. Si os comportáis así, perdéis uno de los componentes indispensables. La facultad de indignación y el compromiso que la sigue.
Ya podemos identificar dos nuevos grandes desafíos:
1) La inmensa distancia que existe entre los muy pobres y los muy ricos, que no para de aumentar. Es una innovación de los siglos XX y XXI. Los que son pobres apenas ganan actualmente dos dólares por día. (Presidente y sus ministros pueden vivir con 2 dólares al día y sus familias; hay que ser bien cara dura) No podemos permitir que esta distancia siga creciendo. Esta constatación debe suscitar de por sí un compromiso.
2) Los derechos humanos y la situación del mundo. Después de la liberación tuvimos la suerte participar en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 en parís, en el Palacio de Chaillot.
La historia en busca del tiempo perdido, de Marcel Proust: el filósofo alemán Walter Benjamín. El sacó un mensaje pesimista del cuadro del pintor suizo Paul Klee Angelusnovus, en el que la figura del Ángel abre los brazos como si quisiera contener y ahuyentar una tempestad que él identifica con el progreso. Para Benjamín, quien se suicidó en septiembre de 1940 para huir del nazismo, el sentido de la historia es la marcha inevitable de catástrofe en catástrofe.
Hay que luchar, y luchar de verdad, y buscar sobre la lucha, y merced a ella, la solidaridad que a los combatientes une. Se entienden mucho mejor las personas y los pueblos, y están más cerca de llegar a un cordial acuerdo, cuando luchan leal y sinceramente entre sí. Y es indudable que harían un grandísimo servicio a la causa del progreso de Venezuela, a la de su cultura, y se lo harían muy grande a sí mismos, si, tanto los venezolanos, mostrasen su oposición a todo lo que les repugna en el modo de ser de los otros y procurará cada una de esas castas imponer a las demás su concepción y su sentimiento de la vida.
A los jóvenes, les digo: mirad a vuestro al rededor, encontrareis los hechos que justifiquen vuestra indignación. Encontraréis situaciones concretas que os llevarán a emprender una acción popular fuerte. ¡Buscad y encontraréis!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!