La crisis del patriotismo burgués

Es fundamento de las sociedades civilizadas que nadie tiene derecho a tomarse la justicia por su mano, y menos que otros cualesquiera aquellos a quienes se supone encargados de hacer cumplir, en última instancia, por la fuerza, los fallos de la llamada Justicia. Es indudable que el patriotismo tiene dos raíces: una sentimental y otra intelectiva. Hay la patria sensitiva, la que podemos abarcar con la mirada, y que no se extiende en su origen más allá de nuestro horizonte sensible, y hay la patria intelectiva o histórica, la que nos enseña a querer en la escuela, con relatos más o menos verdaderos. Son los dos polos del complejo sentimiento patriótico. Se observa un, fenómeno de polarización, “consistente en que van creciendo paralelos el sentimiento cosmopolita de humanidad y el apego a la pequeña región nativa.

El regionalismo se acrecienta de par con el cosmopolitismo, a expensas del sentimiento patriótico nacional, mal forjado por la literatura erudita y la historia externa. A medida que se ensancha la gran Patria Grande, se reconcentra lo que aquí se llama patria chica o de campanario. Parece como que se busca en el apego al terruño natal un contrapeso a la difusión excesiva del sentimiento de solidaridad humana… Se concentra la intuición sensible de patria a medida que se abstrae el concepto de ella, lo cual quiere decir que no están en perfecta compenetración y armonía. Y no están, seguramente, por culpa de la presión coercitiva y bárbara que se ha empeñado en casarlas en la Historia según intereses de clase”.

Y hoy, vergüenza y desmayo causa el decirlo, cuando a un venezolano le pasa por las mientes entrar en Miami, es decir, tratándose de literatos, ser traducido, de lo que se cuida es de deformarse, de desesvenezularse, de no dejar a quien haya de traducirle más trabajo que el de traducir la letra, el lenguaje externo.

Cada poder humano tiene su método; es decir, su procedimiento, su modo de conducirse. Lo que llamamos lógica es el método de la razón, el modo de buscar conclusiones que a la razón, el modo de buscar conclusiones que a la razón satisfaga. Así se hace la ciencia. Pero cuando ni se trata de hablar a la razón ni de satisfacerla, no se hace falta la lógica. Y, por nuestra parte, muy raras veces, nos dirigimos a la razón de los que nos oyen o nos leen, y esas veces no somos nosotros propiamente quien les habla, sino es un sujeto postizo, y por postizo, quitadizo, que nos han echado los que nos oyen o nos leen.

La arbitrariedad, la afirmación cortante porque sí, porque lo quiero, porque lo necesito, la creación de nuestra verdad vital –verdad es lo que nos hace vivir–, es el método de la pasión. La pasión afirma, y la prueba de su afirmación estriba en la fuerza con que es afirmada. No necesita otras pruebas. Cuando algún pobre burgués, me viene con raciocinios y argumentos en oposición a alguna de nuestras afirmaciones, me digo: “¡Razones, razones, y nada más que razones!”

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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