“El remordimiento es el estado profundamente enfermizo que se apoderó del hombre bajo la presión del cambio más profundo que pueda experimentarse y que se efectuó cuando el hombre se encontró definitivamente encerrado en una sociedad pacificada. Todos los instintos fuerte y salvaje-el espíritu de iniciativa, la temeridad, la pillería, la avidez, el espíritu dominador que, hasta entonces, no sólo habían sido tolerados, sino francamente alentados—fueron de pronto considerados peligrosos y poco a poco estigmatizados como inmorales”.
Hemos visto que las doctrinas de los burgueses sobre la virtud y sobre el contento los hace cada vez más pequeños: su bondad está hecha, sobre todo, del deseo de que nadie les quite nada ni les haga daño; he aquí por qué se apresuran a hacer el bien los primeros a los demás. No hay más que cobardía, y a eso se llama virtud. En realidad, gustan igualmente de hacer daño y de atacar; pero sólo dirigen sus ataques contra el pueblo que no tienen que perder, a quienes se puede doblegar sin temor. A esto se llama valor, y no es más cobardía y de la más profunda.
Estamos solitarios, porque todas sus antiguos camaradas sé han convertido en trásfugas; los jóvenes corazones se han hecho viejos, están fatigados, son vulgares e indolentes. Explican esto diciendo: “nos hemos vuelto piadosos.”
Revoloteaban en otro tiempo en torno a la Revolución y a la libertad, como hacen los religiosos y los viejos; y ya se les ve sentados junto la estufa, como refunfuñadores y santurrones. “Han comprendido su época. Han escogido bien el momento y la hora.” Porque, a la sazón, los criminales de la noche han reanudado su vuelo. La hora de los seres nocturnos ha llegado.
“Todos los deseos y todos los vicios han elegido domicilio aquí; pero también hay virtuosos; aquí hay muchos virtuosos hábiles y ocupados: muchas virtudes con los dedos ocupados en desfalcar; hombres laboriosos y burócratas adornados con pequeñas esperanzas, y padres de muchachas disecadas y sin asentaderas. Aquí hay también mucha piedad y mucha cortesía devota y bajezas ante el Dios de los ejércitos. Porque es desde “arriba” desde donde llueven los dólares y los graciosos esputos; es hacia arriba hacia dónde van los deseos de todos los pechos sin estrellas.”
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!