El dialogo de mis tormentos

El diálogo implica una mentalidad que no florece en áreas cerradas, autárquicas. Éstas por el contrario constituyen un clima ideal para el anti diálogo. Para la verticalidad de las imposiciones”.

Paulo Reglus Neves Freire. Educador brasileño,  experto, en temas de educación

Sin duda que uno de los aspectos que resalta en la presente coyuntura por la que transita el gobierno, es la legitimidad. La historia se encuentra plagada de casos donde el desgaste de la gobernabilidad erosiona su legitimidad teniendo como derivación que la cuenta matemática original cuyo resultado demuestra de que son más los que quieren el gobierno que quienes no lo quieren, se invierte posteriormente.

Sin embargo no es sano para régimen alguno que se ufane de incluyente, dialogante y respetuoso de la disensión, que siendo originalmente electo en las urnas vaya a degenerar en prácticas autoritarias y represivas que pongan en entredicho su esencia democrática. Por ejemplo, la prolongada vigencia de estados de excepción que suspenden las garantías constitucionales, erosionan los derechos democráticos de la ciudadanía, el cierre de vías constitucionales, electorales y pacíficas para resolver la actual crisis de gobernabilidad propicia sabana abierta los violentos y abona el camino para las salidas militaristas y dictatoriales.

No queda la menor duda de que una exposición del gobierno a la aprobación por parte del pueblo por la vía electoral le va a ocasionar una estruendosa derrota. El gravísimo problema económico y sus derivados (Escasez de alimentos, de medicinas, la inflación voraz y la especulación patibularia, con índices exorbitantes jamás vistos en nuestra historia republicana),  el terrible flagelo de la inseguridad por mencionar estos dos grandes espacios de la vida nacional, han ocasionado el desencanto del pueblo hacia su gobierno, amén de las respuestas fatuas de los voceros oficialistas, acuñando culpas a factores tales como la guerra económica y a la caída de los precios del petróleo, que poco o nada inciden en el consuelo de la gente para mantener la confianza en el Presidente y su equipo de gobierno.

No obstante estas apreciaciones, soy de los que creo que el desenamoramiento del pueblo para con la Revolución Bolivariana estriba en los aspectos antes mencionados y a la incapacidad de este de dar respuestas contundentes. Es decir, la victoria electoral de la MUD el 6 de diciembre, no fue más que una expresión del profundo descontento del pueblo venezolano para con la presente gestión gubernamental, la gente no votó por una plataforma programática opositora porque sencillamente no la había (y no la hay), el pueblo propició un contundente voto castigo, lectura, a mi parecer, que la MUD no apreció en su justa dimensión, de ahí que el único redito electoral opositor sea el repudio de la gente hacia la situación económica y social que vive la nación. Comparto la aseveración del S.J. Arturo Sosa, en cuanto a que la alternativa a la situación actual  se manifieste en una fuerza social con un proyecto y con un programa y no existe. “Precisamente ese es el drama venezolano: la inexistencia de una ciudadanía madura organizada y con propuestas que sean realmente alternativas”.

Mientras tanto las posiciones se radicalizan. Una Asamblea Nacional que desde un principio, a partir de su instalación en enero, puso como punto único o fundamental la salida de Maduro de la Primera Magistratura, barajando todas las opciones (desde la enmienda constitucional hasta el referendo revocatorio), dejando de lado la constitucional y atómica arma electoral de las elecciones de gobernadores y legisladores estadales previstas para diciembre de este año, dejadez imperdonable de la oposición, que el CNE no desaprovechó para trasladarlas para mediados del venidero 2017.

Para eso no fue la manifestación electoral del pueblo que favoreció a la oposición, menos aún para que se desaten las aspiraciones candidaturales y pretensiones de cada uno de los grupos e individualidades que integran la MUD. En tanto que el gobierno, promueve conductas que pueden afectar la plataforma democrática, tales como el desconocimiento al Poder Legislativo contando con reiterados dictámenes emanados desde el Tribunal Supremo de Justicia. Es manifiesto el ejercicio autoritario del poder, lo cual propicia el acrecentamiento del malestar evidenciado  en el descontento y las manifestaciones en las calles, la criminalización a la crítica y el recrudecimiento de las persecuciones, allanamientos y encarcelamientos de quienes piensan diferente y protestan.

Ante este panorama, cual es la salida, en lo inmediato, por lo menos en lo coyuntural para salir del atolladero? Considero que la agenda en ambos bandos debe tener como primer punto el dialogo, pero no dialogo con retoricas, con agendas preconcebidas para imponer los criterios de cada quien a fin de que el otro los acepte. Creo que las cataduras prevalecientes y convenidas deben ser las del reconocimiento mutuo, la del respeto, la consideración, el lenguaje de altura, el respeto a los espacios de gobernabilidad mutua teniendo como primacía el contenido constitucional. Debemos recordar que el pueblo exige de ambos bandos estadistas, conductores, garantes de los intereses del pueblo. Un dialogo que permita aminorar la percepción del pueblo de sentirse como una especie de sándwich entre dos fuerzas que giran en torno al poder, con breviarios que no resuelven en lo inmediato las terribles calamidades por las que transita el venezolano, lo contrario es que siga el tormento.

Considero pertinente el esfuerzo del Vaticano y de los expresidentes, Zapatero, Fernández, Torrijos y Samper, de aunar esfuerzos en su condición de acompañantes para demostrarle al mundo que puede haber un resurgir del brillo político en Venezuela. Dijo en una ocasión su Santidad Juan Pablo II, “La democracia necesita de la virtud, si no quiere ir contra todo lo que pretende defender y estimular”

Condeno la reciente agresión física de que fuera objeto la diputada Delsa Solorzano en los alrededores del palacio legislativo, el respeto a la integridad física de todos, independientemente de su condición militante e ideológica debe permanecer incólume, la violencia debe ser execrada y reprobada por todos.



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Victor Barraez


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