Se trastoca el sistema de medidas y el conjunto de elementos convencionales comienza a tener nuevos significados o ninguno. Por ejemplo, se puede expresar un metro en centímetros o en milímetros, pero esta adopción quizá no importe para nada si lo que se intenta medir es, por ejemplo, una inmensa carretera, para lo cual sería mejor tener como unidad de medida al kilómetro.
Pero bueno, vamos a referirnos al metro no como parámetro de medidas sino como servicio metropolitano (de su apócope afrancesado viene el nombre del sistema de trenes subterráneos, Metro) de transporte, que en Venezuela es relativamente joven.
El crecimiento poblacional de las ciudades, cuando no se corresponde con la planificación de sus ciudadanas y ciudadanos, puede conducir al caos, a la asfixia social y al deterioro masificado de sus servicios: agua, electricidad, transporte, comunicación, aseo y ornato. El servicio de transporte subterráneo en Caracas no alcanza las cuatro décadas, en la tarea de transportar personas en la capital de la República Bolivariana de Venezuela.
Las caraqueñas y caraqueños, así como los visitantes de esta urbe, recordamos con orgullo los inicios del Metro de Caracas, la puntualidad, pulcritud, comodidad, rapidez, seguridad en vagones, andenes, escaleras, taquillas para la venta de boletería y expendedores automáticos, además de la conexión con rutas de transporte superficial en Metrobús. Claro, en sus inicios ésta fue una obra privatizada, concebida con fines de lucro y no para resolver problemas sociales ni mucho menos para competir con nuestro carácter de país petrolero regalando nuestras riquezas a las transnacionales de los hidrocarburos y el resto del mercado asociado, incluyendo el automotor.
Solamente la llegada de la Revolución Bolivariana al Gobierno le otorga rango de servicio popular al transporte ferroviario subterráneo, lo amplían, lo subsidian, lo convierten en transporte de y para los pobres. De allí la guerra, el afán por regresarlo a manos privadas y de caotizarlo, como parecen ir lográndolo en la actualidad, milímetro a milímetro, descuidando el mantenimiento técnico, el aseo, la vigilancia, la proliferación de pedigüeños, lastimeros y vendedores que predican el caos a cambio de un mendrugo.
Carteristas y asaltantes operan en vagones y andenes sin ninguna o muy poca vigilancia policial. Apuestan a la victoria de los lumpens abriendo el terreno al dominio burgués directo. En fin, en su conjunto, todos esos factores y actores parecen responder al mismo guión que coloca al Metro a milímetros de una traición, de una acción terrorista y contrarrevolucionaria que no requiere armas de fuego para vencer. Necesitan, solamente, saber robarnos la conciencia.
El Estado, nuestras estructuras y el Gobierno Revolucionario , Bolivariano y Chavista que preside el camarada Nicolás Maduro, debe mirar con cuidado este espacio que se va perfilando para la crisis, el desasosiego, el desespero y la poca esperanza de alcanzar, milímetro a milímetro, para el pueblo, nuestro Metro. ¡Atentos! Estamos obligados a estar atentos.