En un proceso de cambio como el que se desarrolla en esta patria de Bolívar y Chávez, como es de esperar, hay quienes intentan entorpecer su avance y consolidación, entablándose la natural lucha de clase, donde el combate de las ideas nos permite aprender a afrontar a la reacción y la búsqueda de respuestas, la elaboración de las estrategias que fortalezcan y radicalicen la propuesta revolucionaria, ante la resistencia reaccionaria con la que tendremos que enfrentarnos hasta la victoria final, por el legítimo derecho a determinar nuestro futuro y nuestro proyecto político de inclusión contra la exclusión , la verdad contra la farsa, el amor contra el odio y la violencia, la vida contra la muerte, la construcción contra la destrucción de los valores y el futuro de nuestra patria.
Esta realidad nos va empujando a la necesidad de construir organismos y mecanismos de defensa en todas las áreas, y a todos los niveles de nuestra revolución, consejos comunales, cooperativas del campo y la ciudad, sindicatos, mesas de trabajos, frente de jóvenes, mujeres, etc; como una forma de construir un sólido sentimiento patriótico, así como un amurallado espíritu revolucionario contra la oligarquía que se niega a perder privilegios de años. En esta confrontación, nuestras principales armas deben ser la creatividad, la inventiva, así como la constancia y la conciencia de la necesidad del cambio revolucionario. Tenemos que esforzarnos en la búsqueda de fortalecernos, organizarnos y darle la importancia que tiene lo que hacemos por nuestro país, en función de una causa que no admite dudas, ni puede darse el lujo de "esperar mejores momentos" para construir y consolidar todos los instrumentos de lucha que nos permitirán derrotar a los enemigos del proyecto revolucionario, para enfrentar con éxito al enemigo histórico del proletariado, un paso elemental es organizar y concientizar a las masas que en sus espacios naturales, trabajan desde sus realidades propias, concretas y que son el germen de la esperanza en una lucha superior por la búsqueda del bien común, lucha superior que alcanzaremos solo si elevamos la pelea por mejores salarios y condiciones laborales, a una lucha político-ideológica, de toma de conciencia, estando claros que todas nuestras luchas por reivindicaciones, por los derechos humanos, contra los atropellos del fuerte contra el débil, etc, forman parte de la lucha de clase, de los explotados contra los explotadores, del proletariado contra el capitalismo, descuidar esta tarea política, sobre todo en momentos como el que vivimos ahora mismo en nuestro proceso revolucionario, es no entender el papel y la responsabilidad militante que tenemos en la construcción del ejército de hombres y mujeres comprometidos, todo esto conlleva discutir y debatir las diferencias, enfrentar las desviaciones, derrotar el amiguismo, el burocratismo, grupismo y todo vicio pequeñoburgués que no solo retrasa el trabajo, sino que deforma y atrofia la estructura organizativa. De qué nos sirve tener un gran movimiento campesino por ejemplo, si a lo interno no hay claridad política ni ideológica del proyecto político que debemos adelantar, un ejército de jóvenes cuyos dirigentes no se ponen de acuerdo sobre un programa de lucha está destinado a dejar que el tiempo pase sin aportar nada al proyecto revolucionario, un sindicato o una central de trabajadores sin claridad política, o que por diferencias internas, carezca de una estrategia acertada y colectiva que traduzca la línea política en resultados positivos para la consolidación del movimiento obrero, no representa el pilar fundamental de la revolución. Ningún movimiento social con estas carencias jamás podrá adelantar ni aportar ideas, planes ni proyectos al programa general que desarrolla la revolución, dejando el proyecto político y al presidente obrero huérfano del concurso de los factores que deciden el destino del cambio social.
Ante las dificultades, y ante el peligro de perder la patria, todos los movimientos sociales son fundamentales para asegurar la derrota del enemigo histórico de la clase trabajadora.
La ruptura con el modelo económico capitalista, nos exige no quedarnos esperando a ponernos de acuerdo en nuestras diferencias, sino que nos pongamos al frente de esta lucha, con motor a toda marcha, proa y timón fijos hacia el cambio social. El proyecto político está en peligro, si no tomamos conciencia de ello, entonces tenemos que profundizar y acelerar tanto el aspecto organizativo como el político-ideológico, en el seno de nuestros movimientos sociales, obreros, campesinos, jóvenes, sector público, indígenas, organizaciones de barrios, etc; todos tenemos que estar bien definidos y claros sobre la responsabilidad que llevamos a cuesta, esa claridad nos impulsará a organizarnos y capacitarnos para dar la respuesta adecuada, en el momento adecuado , a un enemigo que muchas veces su fortaleza se debe a nuestra debilidad, la indefinición y dudas de cómo, cuándo y dónde dar el golpe certero. Es necesario golpear juntos. La derecha ha demostrado su capacidad de recuperación, han venido retomando espacios que le hemos arrebatado. No podemos distraernos en diatribas o puntos divergentes, que ante la irreductible tarea y el irrenunciable compromiso con la patria resultan insignificantes. En todo caso, las diferencias abordándolas con madurez y criterio constructivo consolidan y solidifican los movimientos sociales.
La discusión postergada hace daño, oscurece y contamina el avance del trabajo político y obstruye la unidad que necesita nuestra política hacia la construcción de la patria nueva. En todo caso, atender las diferencias internas no tiene por qué detener el trabajo político, organizativo e ideológico, contrariamente a eso, la discusión representa avanzar en el camino de ir preparando y construyendo lo ideológico, clarificando conceptos y criterios que hacen más transitable la vía hacia la unificación de las ideas, y al mismo tiempo, eliminarnos obstáculos que no nos dejan avanzar en la toma de decisiones, ni la formulación de propuestas al proyecto político. Aferrarse a la parcela política, al grupo de mi sindicato, mi federación, mi corriente, etc, es secuestrar el avance y alcance de una política global que exprese el sentir, la estrategia y el clamor de una colectividad unida e identificada con el proyecto revolucionario.. no descuidemos el hecho de que el enemigo viene actuando cada día con más agresividad, solo la fortaleza ideológica y la unidad programática, organizativa de nuestros sectores sociales, así como la contundencia de los instrumentos de lucha de la revolución pondrá freno a los intentos fascistas de la oligarquía criolla, apátrida y sus financistas de Miami, Europa y Colombia. Los trabajadores somos constructores de otro mundo, o de otra forma de vivir en este mundo. Esta tarea que nos hemos planteado solo la alcanzaremos asumiendo los retos que esta misión nos representa. Afrontémoslo unidos en la política y en la acción discutiendo, debatiendo en unidad, aportando ideas y combatiendo viejos vicios que impiden la solidez política y organizativa de la clase obrera como herramienta para liberarnos y hacer irreversible la justicia social en nuestro país.
Ser factor fundamental del cambio revolucionario no se decreta, solo el trabajo constante, el compromiso activo en la construcción del nuevo modelo social, junto a la necesaria claridad política en nuestros objetivos, nos permitirán convertirnos en ese instrumento de lucha. No olvidemos jamás que el combate diario tiene que tener presente el horizonte estratégico de la superación del capitalismo y su definitiva extinción, y lo vamos a lograr trabajando por un nuevo sindicalismo y construyendo una clase obrera consustanciada e identificada con la urgente necesidad de luchar política e ideológicamente por el cambio revolucionario, sin descuidar el trabajo de la lucha diaria por mejorar las condiciones de vida de cada trabajador.
Nuestra lucha no será revolucionaria si no tenemos la audacia política de unir la lucha económica con la lucha política y la lucha ideológica. Sabemos que no es fácil combinar armónicamente estas fases del trabajo, pero habrá que intentarlo, pues la eficacia de esta lucha está en lograrlo.
Ramón Blasco. (Guameño).
Nov. 2016