Ninguno de los países de nuestra América podrá conservar su independencia si no satisface las necesidades cotidianas del pueblo. La disminución del poder adquisitivo de la moneda es sólo una de las consecuencias del bloqueo imperialista contra Venezuela. Cuando se lucha, las privaciones materiales son inevitables. La salvación es imposible sin sacrificios. Capitular ante los imperialistas significaría entregarles todas las riquezas del país y condenar al pueblo a la decadencia y la extinción. Por supuesto, la organización del pueblo tiene que controlar que el peso del alza del costo de la vida no caiga fundamentalmente sobre el pueblo trabajador.
Para que los dirigentes puedan nuclear, educar y movilizar al pueblo para la lucha por la liberación, tienen que superar los métodos totalitarios de la burguesía. El gobierno debe abrir sus puertas a las masas de todas las tendencias políticas, a condición de que en la acción se respete la disciplina. Quién utiliza el pueblo como un arma para lograr objetivos que les son ajenos —especialmente los maduristas— inevitablemente divide a la clase trabajadora, la debilita y favorece a la reacción. Que reine una democracia total y honesta en el partido PSUV es la condición más importante para que haya democracia en el país.
El objetivo de la revolución era abolir la explotación y la desigualdad entre las clases, crear una nueva sociedad socialista basada en la propiedad colectiva de la tierra, las minas, las fábricas, la producción y lograr una distribución racional y justa de los productos del trabajo entre todos los miembros del pueblo. Cuando estábamos haciendo esta revolución, muchos socialdemócratas (oportunistas, reformistas) decían que no podríamos tener éxito, que el país era un país demasiado atrasado, que no podríamos construir el socialismo.
Para lograr sus objetivos la clase trabajadora tiene que conquistar el PSUV, crear su organización del partido político del pueblo. En este proceso una capa de burócratas: diputados, ministros, directores, gobernadores, alcaldes, secretarios, periodistas, bachacos, los claps y de otras mafias, se eleva por encima del sector explotado. Los elevan sus condiciones materiales de vida como su influencia política. Pocos son los que mantienen una íntima relación con la clase trabajadora y permanecen leales a sus intereses. Los más comienzan a mirar a los que están por encima de ellos en lugar de mirar a los que están debajo. Empiezan a ponerse del lado de la burguesía, olvidando los sufrimientos, las miserias y las esperanzas de la clase trabajadora. Esta es la causa de muchas de las derrotas infligidas al pueblo.
Los maduristas intervienen en esta lucha; hace de árbitro, divide, les da a unos, les quita a otros. Por supuesto, en este proceso el madurismo no deja de preocuparse por ella misma. Hay que tener en cuenta que en Venezuela el madurismo no está sólo en el aparato estatal, PSUV o en los sindicatos sino también todo en el aparato económico. El madurismo tiene a su disposición toda la propiedad nacionalizada.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!