Las analogías, metáforas y personificaciones, serán siempre atinentes en realidades como la nuestra, marcada por constantes históricas de sujeción de una clase a otra que se precia ungida, y en consecuencia se cree per secula seculorum, merecedora de detentar el poder. Razón que fermentó los conflictos políticos desde las primeras dos décadas del nacimiento de la República hasta el presente.
Dos décadas luminosas en las que se mezcló el pensamiento emancipador europeo con el originario y surgieron los pergaminos humanistas, libertarios del Congreso de Angostura, los que pese al blindaje que les dieron las batallas de Boyacá y Carabobo, fueron asechados, desconocidos y finalmente aniquilados junto al sueño Grancolombiano de Bolívar por esa suerte de facción política antipatria que configuró la Cosiata en 1830. Tantos acontecimientos que casi no caben en veinte años, que a mi criterio le otorgan la prerrogativa de ser el segmento histórico de mayor productividad política del Siglo XIX. Entre esos acontecimientos, destacan proezas que aportan sustratos para el análisis sobre la de lealtad y coraje para defender la Patria, como la del esclavo liberto Juan José Rondón Delgadillo al responder al llamado desesperado de Bolívar al ser sitiado por los realistas en el marco de la batalla de Boyacá. Ante la inminente derrota, El Libertador le solicita que salve la Patria, y éste le responde: "Es que Rondón no ha peleado todavía". De inmediato se yergue con su escuadra, consiguen el repliegue del adversario y allanan el terreno para salir victoriosos.
A doscientos años de esos hechos, transcurren las dos décadas en las que se ha puesto mayor interés por legislar a favor del pueblo y atenderlo de modo integral en la contemporaneidad venezolana. Y transcurren bajo la persistente amenaza de acabarla, de borrarla porque tocó nuevamente intereses de poderes oligárquicos internos y externos. Son tiempos distintos a aquellos, en plena globalización donde el discurso convencional es vulnerable al construido por las megas redes con todos sus artilugios para penetrar la psiquis, y que usadas como instrumentos de guerra son más letales que cientos de bayonetas de otrora.
Hoy estamos alineados a aquella época histórica, en tiempos distintos. Por lo cual sería inexcusable que en el futuro próximo, seamos parte en la reedición histórica. De preguntarnos en ese mañana: cuántos Congresos de Angostura habrán de celebrarse… cuántas batallas de Carabobo, Santa Inés, revoluciones bolivarianas habrán de librarse para salir victoriosos, y otra vez caer en una nueva emboscada. ¿Dónde estará el secreto de la no reedición?
La metáfora de Rondón, nos habla del coraje que impulsa la lealtad, lealtad Patria que debe blindarse junto a otros, que en estos momentos debe expresarse acompañando la iniciativa constituyente para abrir la posibilidad de la discusión profunda sobre la responsabilidad de todos, los de allá y los de acá, en la fragilidad en la que está sumida la Nación. Implica esto, desde la perspectiva ética, la revisión, rectificación y reimpulso del quehacer como ciudadano, así como de las obligaciones del Estado.
Tal vez de ese modo pelearía Rondón en esta coyuntura.
Y evitaría que se reedite lo oprobioso que permitiría transitar hacia la utopía y tomar de ella, sus nítidos destellos con más frecuencia en la espiral de nuestra historia.