El socialismo, fue perdiendo poco a poco su inocencia pedantesca

De esta suerte, el "verdadero" socialismo halló la ocasión tan deseada de confrontar las reivindicaciones socialistas con el movimiento político. Pudo lanzar los anatemas tradicionales contra el liberalismo, contra el régimen representativo, contra la ocurrencia burguesa, contra la libertad burguesa de prensa, contra el derecho burgués, contra la libertad y la igualdad burguesas; pudo predicar a las masas populares que ellas no tenían nada que ganar, y que más bien perderían todo, en este movimiento burgués. El socialismo olvidó muy a propósito que la crítica, de la cual era un simple eco insípido, presuponía la sociedad burguesa, con las correspondientes condiciones materiales de existencia y una constitución política adecuada, es decir, precisamente las premisas que todavía se trataba de conquistar.

Las antiguas industrias son destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por las Grandes Corporaciones, cuya introducción entraña una cuestión vital para todos los países civilizados: industrias que ya no emplean materias, sino materias venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos se consumen, no sólo en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, nacen necesidades nuevas, reclamando para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban así mismas, se establece un intercambio universal, una interdepencia universal de las naciones. Y esto refiere tanto a la producción material como a la producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de todas las literaturas nacionales se forma una literatura universal.

La historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación. Basta mencionar las crisis comerciales que, con su retorno periódico, plantean, en forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de la sociedad burguesa. Durante cada crisis comercial, se destruye sistemáticamente, no sólo una parte considerable de productos ya elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas productivas ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido una paradoja, se extiende sobre el pueblo: la epidemia de la producción. El pueblo se encuentra súbitamente retraído a un estado de barbarie momentánea, diríase que el hambre, que una guerra de exterminio lo privo de todos sus medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen aniquilados.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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